CRÓNICAS MONTERRUBIANAS
DE TOBÍAS CERA SALCEDO.
Tobías
Cera Andrade.
TOÑO CERA GUTIÉRREZ, EL HOMBRE QUE HIZO DE SUS AMIGOS UNA
FORTUNA: Fueron los padres de
Antonio Cera Gutiérrez, el matrimonio de José Francisco Gutiérrez León y Teresa
de Jesús Cera Villalba.
Nació Toño Cera Gutiérrez, en Chibolo Magdalena, aunque en su
documento de identidad aparecía nacido en Tenerife Magdalena, ya que esta
población era cabecera municipal, y Chibolo corregimiento del municipio. Para
él nunca fue motivo de polémica decir su pueblo de origen, siempre se sintió
Monterrubiano en toda la extensión de la palabra, ya que desde muy temprana
edad junto con su mamá y demás familiares se fueron a vivir a Monterrubio,
siendo lo más promisorio para la familia.
Matrimonio: En el año 1937, Toño Cera Gutiérrez, contrajo
nupcias con la dama María de las Mercedes Salcedo García, mejor conocida como María
Andrade, hija de Pedro Luis Salcedo
Andrade y Elena de la Concepción García Luna. De esta unión matrimonial
nacieron los siguientes hijos:
- Delfida Rosa Cera Andrade.
- Luz América Cera Andrade.
- Efraín Diomedes Cera Andrade.
- Carmen Teresa Cera Andrade.
- Elena del Socorro Cera Andrade.
- Antonio José Cera Andrade.
- Tobías Enrique Cera Andrade.
- Mary Mercedes Cera Andrade.
- Fernando Luis Cera Andrade.
- Rodrigo Alfonso Cera Andrade.
El comerciante: Se inicia Toño Cera Gutiérrez, en el comercio
junto a su hermana mayor Dolores Cera Gutiérrez, aprovechando las fiestas
patronales de los pueblos de la región, llevando desde surtidos de telas, hasta
los mejores licores del momento. Toño Cera, como siempre lo llamaron en el
pueblo, se dedicó al cultivo de maíz, haciendo grandes "rosas" en las
fincas “La Limonada”, “Miraflores”, “Campo Alegre”, “Los Tinajones”, “Libertad”;
de ésta última solo cosechó sinsabores.
Sus fincas: En el año 1939, junto con su concuñado Antonio
Joaquín Carmona Pertúz, negocian con el señor Manuel Campo, la finca “La
Arabia”, una extensión de 150 hectáreas, contrayendo el compromiso de hacerle
25 hectáreas en hierba en la hacienda “Posa Redonda”. Al cabo de un tiempo, su
socio Antonio Joaquín Carmona Pertúz, decide venderle su parte. Después compra al
señor Francisco Acevedo la finca “Con Trabajo”, de 61 hectáreas, cambiándole el
nombre por “Majayura”.
Relación con los
ganaderos de la región: Teniendo
en su finca ya un asentamiento, le recibe ganado a su cuñado Cardenio Andrade,
pero más adelante, por sugerencia de Don Francisco Sierra Andrade, inicia
negocios con Don Andrés Gamarra Meza, llevando una buena relación; motivos para
que Don Andrés Gamarra Meza, le ceda como socio a su hijo José Rosario Gamarra Buelvas,
el popular “Camargo”, a quien aparte de
ser su amigo los unía el sacramento.
Los lazos de amistad con Don Andrés Gamarra Meza y sus hijos “Camargo”
y Milciades, como también con Don Francisco Sierra Andrade y su familia, siempre
fueron los mejores. Él continúo colaborando a José Rosario Gamarra Buelvas, en
las recogidas de ganado y otros quehaceres de la hacienda Paraíso.
En el año 1973, en un común acuerdo entre Don Andrés Gamarra Meza
y su hijo José Rosario, le proponen la administración de la hacienda “La Palma”,
lo cual él acepta, y junto con su familia se van a vivir a la mencionada
hacienda. Allí siempre se sintió a gusto
por el aprecio y apoyo de la familia Gamarra Sierra; no solo de “Camargo” y su
esposa Doña Elena Sierra, también de sus hijos Andrés Vicente, José Rosario,
Ramón Nonato y Pablito, el menor.
La quesera: Teniendo una buena relación con la mayoría de
los ganaderos, entre ellos, Alberto Zambrano, Francisco Paternostro, Don Andrés
Gamarra Meza, Don Francisco Sierra Andrade; por iniciativa de José Rosario Gamarra
Buelvas, monta una quesera, llegando a ser el mayor centro de acopio de la
región. Como ya no le era suficiente la harrea de burros para la recolección del
producto, compra un camión marca Doger 600. Todo el producto acopiado se lo
recibían el señor Humberto Tapia y la señora Juana González quienes tenían una
sociedad en Fundación Magdalena.
Venta de la finca: En el año 1963, por quebrantos de salud de su esposa,
decide vender la finca “La Arabia” y entrega la finca “Majayura”, a su hermano Manuel Salvador
“Cerita” Cera Gutiérrez. Su hermano
“Cerita”, en calidad de abono a la finca, le entrega una huerta a la salida del
pueblo, colindantes con ésta otra de propiedad de Antonio Rojano y otra de
German Carmona de la Cruz, las cuales también negocia.
De Monterrubio a
Barranquilla: Debido al problema de orden
público del que se tiene conocimiento en el país, en el año 1980, nuevamente se
radica en Monterrubio, donde pasa un tiempo y luego decide irse a Barranquilla,
donde a pesar de ser un cambio brusco para él, por el estilo de vida, logra
adaptarse y consigue un trabajo a pesar de su edad. Como él solía decir:
- “El cariño y el aprecio de mis amigos, me esperan a la vuelta
de la esquina”.
En dicho trabajo se reencuentra con viejas amistades, como
Carlos Octavio Caballero Cormane, Nora Sierra García, quienes siempre tuvieron
voz de aliento para con él. Siempre decía ser un afortunado con sus amigos y un
bendecido con su familia de la que gozó hasta sus últimos días de vida, rodeado
de un gran número de su descendencia. Antonio Abad Cera Gutiérrez, nació el 3
de mayo de 1917 y murió el 5 de abril del año 2004.
RECUERDOS DE MONTERRUBIO MAGDALENA: Hoy evoco ese ayer, cuando de regreso, llegaba
por la vía de Antoñazo, o de Pueblito de los Barrios Magdalena. En aquel
entonces, la pared del frente del cementerio era más arriba que la actual, hecha
en madera en forma de rejas. Por estos lados al entrar al pueblo, éste daba la
bienvenida con esa casa de palma, bastante grande, ocupando el patio de calle a
calle, en ese entonces propiedad de Gilberto Gonzáles y su esposa Elsa Pertúz (hoy
en día de Jaime Carmona); casa con paredes hechas en caña de corozo y
repelladas con boñiga de vaca.
Calles del pueblo: Subiendo por lo que llamábamos “La calle Principal”,
no muy lejos de la entrada, antes de la casa de Eliecer Orozco y la de la
señora Juana de la Cruz, casi siempre se formaba una laguna entre agua y barro,
que obligadamente había que desviarse por la calle del señor “Barto”, o por el
callejón de “La Niñita Rada”; lo que para esta época, víspera de las fiestas
patronales de San Roque, era muy peculiar encontrar estas calles atestada de
visitantes de los pueblos y veredas circunvecinos, como de “Antoñazo”, “El
Manantial”, Pueblito de los Barrios, Placitas; en fin, veredas y pueblos que
siempre han mantenido lazos de hermandad con los nuestros.
Fiestas del pueblo: Para aquella época, era imperdonable asistir a
las fiestas, y no hacerse tomar una foto; éstas eran como por arte de magia, después
de estar al frente de la cámara viendo el lente de ésta un tiempo prudente, el
fotógrafo introducía la mano en un fuelle en forma de una manga larga de una
camisa, extrayendo la foto, luego la sumergía en un balde con agua, iba
apareciendo la silueta de la persona.
Tomarse una foto era una forma de demostrar que se gozaban las
fiestas; al igual que degustar las comidas típicas que vendían en las fondas
que armaban sobre las cercas del patio de la casa de Toñito Berdugo, contiguo
al "Estudio de Fotos" improvisado, ocupando casi hasta la casa en ese
entonces del “Mocho Rafa”, esposo de la señora Justa (hoy en día de los
Hermanos Matta, los hijos de la señora Julia Lora).
Lo fascinante para los niños eran los helados, los cuales para
fabricar usaban un tonel con un molino en la parte adentro y le echaba hielo y
sal en el proceso; estas delicias la fabricaba un señor bastante moreno, a
quien como cosa rara en el pueblo lo apodaron "El Ojo Picho", personaje
que siempre se hospedaba donde Fernando Vargas, al igual que el de la ruleta.
Con sus premios, unos caramelos en forma de ranas, serpientes, y tenían un
premio de consolación, una "Chilena", éste premio le dio el apodo a
el dueño de la ruleta, que terminó bautizado como "El Viejito Chilena”.
Los otros juegos de azar eran para adultos, pero los niños
apreciaban a todos de una manera sana. Las corralejas las armaban cerrando la
calle, desde las casas de Senén Andrade y la de Esteban Polo, hasta la de Diego
Zambrano, y la de la señora Hermenegilda Yance (la señora Mereja), donde se
hacia el toril. Los palcos improvisados en los patios de Nora Sierra, el señor
Daniel Polo Chiquillo, Esteban Polo, Senén Andrade; los toros siempre eran
donados por Don Alberto Caballero Cormane y Don Francisco Paternostro, más
conocido como Don Pacho.
La banda de música bastante numerosa, se hospedaba en casa del
señor Antonio Rojano Marriaga; estaba conformada y dirigida por los Hermanos
Izquierdo, a excepción del clarinete que no pertenecía a esta familia; banda de
música que de una forma magistral irrumpían
el silencio del alba desde muy temprano interpretando el paso doble “El Torero”,
y en las horas de la tarde en la procesión. Se puede decir que esta era la
única fecha en el año que se oficiarán bautizos, la capilla se improvisaba en
casa del señor Cristóbal Pérez Sanabria o en la escuela pública donde reposaba
el santo patrono.
El calor no era impedimento para que la capilla se viera
atiborrada por los padres de familia y los padrinos, acudiendo estos con sus
hijos, para que recibieran el primer sacramento; hasta las etnias nativas de la
región de Cacahuero se daban cita para llevar a sus niños a la pila bautismal.
El Padre Jesús Emel Arévalo quien fue párroco en Monterrubio por mucho tiempo, tenía
la particularidad de bautizar los niños de las etnias con el nombre de los
padrinos, ya que éstos casi siempre en el momento del bautizo era que iban a
pensar el nombre. La banda de música al cumplir con el trato con los
organizadores de las fiestas, los contrataba el Señor Antonio Rojano Marriaga,
quien daba continuidad a las fiestas en su casa con propios y foráneos.
EL DÍA QUE EL HOMBRE LLEGÓ A LA LUNA: "Houston, aquí base Tranquilidad”.
"El Águila ha alunizado", comunicó Neil Armstrong al mando de la
misión en la tierra.
Neil Armstrong salió de la cápsula horas después para explorar
la superficie del satélite luego del alunizaje en el Mare Tranquillitatis, una
región lunar conocida como el Mar de la Tranquilidad.
El televisor de la
señora Dolores Riqueth: La
esquina del pueblo de Monterrubio Magdalena, atiborrada de gente apreciando lo
que para unos era un engaño, y otros que lo daban como un hecho. Entre todos
los presentes, que se podía decir todo el pueblo, se encontraban unos de los
hombres más erudito en ese entonces: Juan Ramón, y Esteban Mariano Polo Arévalo;
éstos dedicados siempre a la lectura, despejaban cualquier duda en los aquí
presente.
En medio de la puerta principal, un poco de la parte adentro,
sobre una mesa, bien en alto, por orden de la señora Dolores Riqueth y su esposo,
Don Cristóbal Pérez Sanabria, se ubicó aquel Televisor (el único en el pueblo),
el cual había que prender, mínimo 45 minutos antes para que saliera la imagen.
El día anterior, la señora Dolores Riqueth, nos informó a aquella romería de
niños, que solíamos ir a ver la mayoría de la programación televisiva con el
consentimiento de ella y el permiso de nuestros padres. Nos comunicó:
- “Niños, mañana llega el hombre a la luna, así que vengan a
verlo; eso sí es bien temprano”.
Creo que aún no eran la 7 AM y ya todos estábamos allí presente,
la señora Dolores Riqueth, nuestra anfitriona, muy complaciente, a esa hora
ordenó que prendieran la planta eléctrica. Desde éste momento la casa de los
Pérez Riqueth fue invadida por la muchedumbre de niños, en los que me encontraba
yo.
Lo emocionante fue aquel momento cuanto Neil Armstrong se reúne
con Edwin Aldrin y empiezan a recorrer la plataforma de la luna, tomando
muestras; mientras los señores Juan Ramón y Esteban Mariano, de una manera no
programada, "Transmitían" aquel acontecer, de una manera muy profesional,
y con lujos de detalles. Rememoro, y no ha de creer, se me pone la piel de
gallina y mi latir cardíaco se acelera igual que ese momento, cuando Juan Ramón
Polo, a capela decía:
- “Apreciemos los aquí presente, a Neil Armstrong y Edwin
Aldrin, caminan como saltando, ésto se debe que cuando se sale de la órbita
terrestre el cuerpo pierde más de la mitad del peso corporal”.
Luego que la pantalla mostraba a el resto de la nave, Juan Ramón
Polo sigue diciendo:
- “Apreciamos la nave dónde se encuentra Michael Collins,
orbitando el satélite en el módulo de mando, ahí les espera para volver a la tierra”.
De manera que la colosal misión del hombre en la luna, fue
retransmitida por estos dos empíricos monterrubianos de la narración, pero con
el mayor profesionalismo, que celebró no solo la llegada del hombre a la Luna,
sino el momento de emoción por la forma como lo hicieron. Juan Ramón y Mariano
Esteban Polo Arévalo, los recuerdo como dos eruditos del habla hispana.
VIVENCIAS DE LOS CAMINOS DEL PUEBLO: De mi infancia recuerdo haber departido, é
interactuado con mis paisanos, que aun siendo un niño de tan corta edad, a éstas
alturas, con papel y lápiz en mano, creo poder dibujar y mencionar uno a uno de
ellos, mis paisanos involucrados en mis vivencias que para mí y más de uno de
los míos, son de gratos recuerdos.
De los años 60' puedo dibujar, narrando, ese andar por el Camino
Real que conducía a la finca “La Arabia” propiedad de mi papá; partiendo del
pueblo. Al llegar al plan del arroyo, este cruce llamado el "Cruce e' Cataca",
desde allí era placentero escuchar el pum pum disonante del manduco,
estrellándose contra las piedras, las damas curtidas en esta labor, convertían
las peñas y cascadas en un tertuliadero.
Continuando el recorrido por ese camino digamos de herradura, entrábamos
por el portón de la finca del señor Daniel Polo Chiquillo, “La Limonada”; al
frente de dicho portón quedaba la huerta propiedad del señor Sencion De Ávila,
a dicha huerta le hicieron las cercas que llaman "de puerco", doce
hilos de alambre.
Recorriendo ese trayecto, se pasaba por el brazuelo que quedaba
en medio de colinas, rodeado de árboles de mango; subiendo la colina a una
distancia prudente, pasábamos por los corrales de la finca “La Limonada”, estos
rodeados de árboles de aromo, los que en época de lluvia, con sus diminutas
flores en forma de manzana, tapizaban de un amarillo único, el suelo de los
corrales, y sus casas de madera, en las que se disponía de un trapiche para la
molienda de la caña. Continuaba el camino ya con menos pendientes en el andar,
de esta manera se llegaba a un callejón que conducía a la carretera vía a
Fundación, exactamente a las casas de la finca “San Martin”, en ese entonces
propiedad del señor Cesar Zambrano.
Siguiendo el camino hacía la finca “La Arabia”, después de pasar
la "embocada" del callejón se recorría no mucho trayecto, pasando una
"puerta de trancas", se llegaba a la quebrada, en este cruce rodeado
de frondosos árboles sobre la pendiente de la colina, en la que la quebrada formaba
un recodo con su cauce.
Al continuar subiendo encontrábamos una variedad de árboles: solera,
cocuelo, jobo. Ya por último en una planada, desde donde ya se divisaban las
casas, había una bonga de la cual pendía una rama recta hacía un lado, como
indicando la dirección. Si miraba hacia el Oriente, en medio de la espesura del
bosque, sobresalía un árbol de mamey con una gran altura y pocas hojas en su
tronco, le bastaba para desafiar las fuertes brisas.
Era bastante emocionante, al llegar desde esta distancia, los
perros de la finca en señal de saludo ladraban. Mi hermano Efraín Diomedes con
sus perros de mascota, "Timoleón, “Stalin”, La Cachaca", eran su
deleite en la cacería. Le bastaba su fiel compañía, para completar un convite
de almuerzo con la visita de los primos que no faltaban.
El patio de la finca solo lo adornaba un frondoso árbol de árate
(o muñeco), bajo el cual reposaba una "Vieja" para la molienda de la
caña. En los alrededores del patio uno que otro árbol de totumo, lo que hacía
bastante árido el terreno; lo que se prestaba para que las abejas (carniceras)
y gusanos hicieran hoyos muy diminutos, los que usábamos como entretenimiento
todos los infantes; con una botella atrapábamos las abejas y los gusanos los extraíamos
de la tierra usando los FOLIOLOS O PINNA de las hojas del árbol matarratón.
Con los vecinos de las fincas a nuestro alrededor, siempre se
mantuvo relaciones de hermandad. El señor Adriano Polo en su finca “Tierra
Blanca”; Pedro Polo Cantillo “Pello Polo” en “El Edén”; Adolfo Moreno en “Santa
Rita”; la familia Mosquera, en “Santa Isabel”; Campo Elías, en “La Torre”. Con el
señor Daniel Polo Chiquillo, se mantenía un contacto permanente con una
hermandad que diría que ésta fue por siempre.
En el día de hoy, no quedan en esas tierras, siquiera una marca
de mis pequeños zapatos, pero en mi alma, en mis sentimientos, me atrevo a
decir; como dice la canción “El Playonero”, del inmortal Rafael Escalona:
- "Llevo la huella pintada en forma de corazón”.
SALUD MÉDICA EN MONTERRUBIO: En el año 1956 el Gobierno crea el Servicio de Erradicación
Malaria (SEM ), según Decreto No. 2968, perteneciendo este al Departamento de Epidemiologia.
Este servicio se prestaba en toda el área rural, y urbana en todo el país.
Siendo nombrado en Monterrubio Magdalena y su área rural como inspector del
SEM, el señor José Vizcaíno, quien se hospedaba en casa del señor Antonio
Anaya. El llevando una mula como medio de transporte, su dotación de equipo de
trabajo y su auxiliar, haciendo las fumigaciones con el insecticida DDT,
cubriendo todo el área; se puede decir que fueron pocos y contados los casos de
malaria presentados en la región.
El puesto de salud: Para finales de la década de los cincuenta,
siendo Secretario de Salud Departamental el Doctor Andrés Lafaurie Cotes, éste
gestiona la construcción del Puesto de Salud, así empieza a funcionar en la
casa en ese entonces, propiedad del señor Martin Sánchez Bermúdez, hoy en día,
del profesor Martín Polo García. Para empezar a funcionar fue nombrado como medico
el Doctor Sigilfredo González, éste hospedado donde su paisano Juan Ligardo, y
como enfermera Imera Oliver, hospedada en casa de Esteban Polo Arévalo.
En el año 1960 la Secretaria de Salud del Magdalena, gestiona la
construcción de la planta física oficial del puesto de salud, ésta se construye
en el terreno contiguo a la escuela pública.
El puesto de salud con sus áreas, como Sala de Maternidad,
dotadas de camas y cunas para neonatos; Área de Vacunación; Consulta Externa. También
se creó el Área de Sanidad, siendo nombrado como inspector de Sanidad Efraín
Cera Andrade.
Para esa época ya existían los programas de los prepak para las
personas más vulnerable, de productos de la canasta familiar, como leche en
polvo, trigo, como también avena, y otro producto más.
Para el año 1964 fue trasladada la enfermera Imera Oliver, y en
su reemplazo llega Nubia Mejía. Aun no se hablaba de acueducto, pero al puesto
de salud se le construye una cisterna (aljibe) dotada de un tanque elevado y
una motobomba, y así surtir todo lo que eran baños, sanitarios, lavamanos, y
demás áreas. El agua que abastecía toda la planta física era recolectada con
canales en época de lluvia. En esa época la comunidad gestante, más bien era
asistida por comadronas, o parteras, éstas muy expertas en la materia,
prestaban sus servicios en casa de la gestante. Todas ellas muy reconocidas aun
en el pueblo, como la señora Aura Cabeza, la señora Terecita Fontalvo, la señora
Mercedes Macea, Victorita, y otras que se escapan de la lista.
De todas las dotaciones aquí citada, existen pruebas fehacientes,
en la planta física del puesto de salud, reposan algo de estos activos fijos (aunque
en mal estado).
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