viernes, 11 de diciembre de 2020

CLEMENTINA CAYÓN
MADRE DE JAIME BATEMAN.
Clementina Cayón.

CLEMENTINA CAYÓN EBRATT: La samaria Clementina Cayón Ebratt, es la hija menor del matrimonio entre Luis A. Cayón y María Ebratt. Luis A. Cayón, su padre, guerreó en la confrontación de liberales y conservadores, durante la llamada Guerra de los Mil Días.
Clementina.

MATRIMONIO DE CLEMENTINA CAYÓN: Carlos Manuel Bateman de Andreís, era operario de la United Fruit Company y conoció a Clementina Cayón Ebratt en Santa Marta, unión de la cual nacieron tres hijos:
Matilde Elena Bateman Cayón: Nacida en el año 1936.
Carlos Alfredo Bateman Cayón: Nacido en el año 1939.
Jaime Bateman Cayón: Nacido en el año 1940.
Con el retrato de su hijo.
Jaime.

CLEMENTINA CAYÓN, MADRE DE JAIME BATEMAN: Clementina, ferviente defensora de los presos políticos, es la madre del que fuera líder guerrillero del M-19, Jaime Bateman Cayón, al que antes de nacer ya le tenía el nombre. Jaime, fue el menor y su consentido, nació  a los dos de la madrugada del 23 abril del año 1940, nacimiento que se dio en la casa colonial de los padres de Clementina Cayón. La devoción por su hijo menor debió acrecentarse cuando apenas tenía 8 años, cuando fue atropellado por un vehículo en la ciudad de Barranquilla, que le fracturó la pierna derecha. Enyesada, se le infectó hasta el punto que el médico ortopedista decidió amputarla, fue cuando Clementina protestó:
- "Usted que le corta la pierna a mi hijo y yo que lo mato".
Acordaron, entonces, un plazo, hasta que la pierna mostró signos de recuperación. Clementina sufrió mucho cuando su hijo se vinculó a la vida revolucionaria y subversiva, desde entonces no dejó de órale en cadena.  
Clementina.

MUJER DE ARMAS TOMAR: Jaime Bateman Cayón, fue criado por su padrasto Jorge Olarte Blanco, ya que recién nacido sus padres se separaron. Fue Jorge Olarte, obrero de origen humilde y de mucha influencia en la vida de Jaime Bateman.  De su madre recibió toda su fuerza, la rebeldía, el sentido de la equidad, el emprendimiento de la mujer samaria. Era Clementina una mujer de armas tomar: ocurrió que había en Santa Marta  un señor que les mostraba la “nimaleja” a unas estudiantes amigas de su casa. Cierto día Clementina se fue por el lugar como si nada, al llegar a la esquina el sujeto apareció como siempre lo hacía. Clementina con pistola en mano lo hizo arrodillar frente a las jovencitas para que les pidiera perdón.
Clementina.
Con Jorge Olarte.

VIDA POLÍTICA DE CLEMENTINA CAYÓN: Clementina, quien murió en Santa Marta, el 20 de agosto del año 2001, siempre fue de ideales izquierdistas. En cierta ocasión un periodista le preguntó que si había plagiado a su hijo Jaime, en la política; ella le contestó:
- "Pero oiga, yo lo parí, quizás la enseñanza la tomó del vientre mío".
Año 1960, se vincula al movimiento político de Alfonso López Michelsen: Alfonso López Michelsen funda el MRL (Movimiento de Renovación Liberal), una disidencia liberal en contra del Frente Nacional, en el año 1960. Contó el MRL en Santa Marta con líderes carismáticos como Nacho Vives, Clementina Cayón y el popular "Zapatica". Sobre su actividad política, cuenta Clementina Cayón:
- “Recuerdo que íbamos a Pescaito, un barrio muy grande y popular de Santa Marta, y hacíamos reuniones con mucha gente. Una vez le avisaron a la policía, y vinieron muchos. Le dieron una paliza a López Michelsen, que nosotros tuvimos que quitarle la policía de encima.
Año 1990, candidata al Concejo de Santa Marta: Clementina Cayón se lanzó al concejo de Santa Marta, por el Movimiento 19 de Abril (M-19), en el año de 1990.
Clementina.

ASÍ PUBLICÓ EL TIEMPO, LA MUERTE DE CLEMENTINA CAYÓN, EL 20 DE AGOSTO DEL 2001: “AY, CLEMENTINA, DÓNDE ESTARÁS”: "Murió Clementina Cayón, la mamá de Jaime Bateman, el pasado 20 de agosto, en su ciudad natal, Santa Marta. Se fue yendo, silenciosamente, acompañada de la única hija que le quedaba, Matilde.
Jaime fue el menor y su consentido. Su devoción por él debió acrecentarse cuando apenas tenía 10 años y fue atropellado por un vehículo que le fracturó la pierna derecha. Enyesada, se le infectó hasta el punto de que el médico decidió amputarla. Usted que le corta la pierna a mi hijo y yo que lo mato, le dijo Clementina al ortopedista. Acordaron, entonces, un plazo, hasta que la pierna mostró signos de recuperación. La bendita pierna se salvó pero adquirió una dolorosa infección permanente que lo acompañaría toda su vida. Su aspecto era el de un hueso apenas forrado por la piel con un pedazo de músculo mal adosado. Treinta y pico años más tarde, a Clementina le tocó la terrible tarea de reconocer plenamente los restos mortales de su hijo en las huellas inconfundibles que dejó la osteomielitis crónica.
Clementina debió de sufrir mucho cuando supo que su muchacho, lejos de ella, en Bogotá, se había vinculado a la lucha revolucionaria. Conocedora de los peligros que lo acechaban, convenció a sus correligionarios, los gnósticos, para construir una cadena de protección que lo librara de todo mal y peligro. Jaime, a pesar de ser un descreído, valoraba inmensamente la devoción de su mamá y creía en la magia de la cadena. Lo confiesa en una entrevista a Alfredo Molano: Te voy a decir cómo funciona la cadenita: cuando una persona es absolutamente sentida, constantemente querida, si en ella se dan cita una cantidad de afectos fuertes, el afecto de la mamá, de las hermanas, de la amante, de los amigos, esa cadena de afectos lo defiende de la muerte, del peligro, lo vuelve casi inmortal. Por lo menos impide que lo maten a uno así no más.
Ay, Clementina, dónde estarás? , era el lamento de Jaime cuando lo agobiaba la ausencia, esa nostalgia de hogar, de sol, de mar, de vientos cálidos, de una infancia que, pese a todas las penurias, fue feliz, gracias a la entrega de su mamá.
De ella recibió toda su fuerza. La rebeldía, el amor, el compromiso irrevocable con la vida, el sentido de la equidad y un estoicismo frente al dolor que siempre escondieron madre e hijo en la risa fácil, en la palabra llana, en la mirada directa y transparente.
Adiós, Clementina. Dile a Jaime que la cadena de amor que le construiste aguanta más allá de la muerte.

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