viernes, 21 de febrero de 2020

JAIRO BOLAÑO
CUENTA COMO RESCATÓ  A SU MADRE
EN LA CRECIENTE DE EL PIÑÓN.
Jairo Bolaño.
Con su esposa.

JAIRO ENRIQUE BOLAÑO DE LA HOZ Y SUS PADRES:  Hijo de la señora María Cecilia de la Hoz Galindo con Fidel Bolaño Ortiz, nacido el día 24 de enero de 1955 a las 3:30 A.M en el municipio de El Piñón, Departamento del Magdalena, República de Colombia. Durante su niñez, ayudó a su madre a vender bollo de limpio, recuerda muy bien que donde más vendía fue donde la señora Lina, en la casa de esa familia vivían bastantes personas, y lograba colocar 12 bollos, esa casa distaba unos 150 metros, de tal manera que hacia el recorrido rapidísimo.
Estudios: Hizo sus estudios orientado por “La Niña” Clara Pallares Meza, quien le ayudó muchísimo, le quiso corregir la forma de escribir, por su tendencia a ser zurdo, pero no lo logró, demostró una gran habilidad y destreza, porque en los descuidos de la maestra hacia las tareas, cosa que no le permitiera ver con que mano escribía. Desarrolló una gran habilidad y destreza que era el primero que entregaba los escritos o tareas para hacerla en las horas de clases. Gustó mucho de la caligrafía, por la que se considera que tiene una muy buena entendible. Después de tener esta preparatoria donde “La Niña” Clara Pallares Meza, su madre quien es la persona que se preocupa por la educación lo llevó a estudiar en la Escuela Primaria, su profesor no lo recuerda bien. También tuvo como profesor parece que en el año 4, al profesor Joaquín Pablo Orozco. En el año 1969, como se avecindaba los estudios medios, su madre se sentía muy orgullosa por la disciplina de su hijo y lo logros de este muchachito siempre al final del año era galardonado por su comportamiento, rendimiento y conducta.

TERMINACIÓN
DE SUS ESTUDIOS PRIMARIOS.
Cecilita de la Hoz.
Madre de Jairo Bolaño.

ESTUDIOS EN SABANALARGA: Con la ayuda de unos amigos de mi familia, familiares habitantes del corregimiento vecino más próximo al municipio de El Piñón, llamado Cantagallar, familia Calvo Pallares, le ofrecieron a mi mamá que hiciera el Quinto año de Primaria, en Sabanalarga Atlántico, dado que el bachillerato de esa población, se contaba como uno de los mejores de la Costa. Se decide su madre entonces enviarlo a Sabanalarga, cursando el 5 año de Primaria en la Escuela Francisco de Paula Santander, a cargo del profesor Miguel Manotas. No fue para el muchacho nada fácil, estar alejado por primera vez de su entorno, de su familia, y más de su querida madre, que cuando la recordaba, sobre todo en las horas de la mañana al desayuno, no soportaba, y se ponía a llorar con tanto sentimiento que no había forma de parar sus sollozos. En esta etapa, que no fue nada fácil, pero con la satisfacción del deber cumplido, logró culminar el quinto año de primaria.
Paro de docentes: Como caso curioso, en el Departamento del Magdalena, ese mismo año en que cursaba el 5º año, hubo un paro general de educadores, perdiendo todos los estudiantes del departamento el año lectivo, en esa forma logré aventajar en tiempo a compañeros que habíamos cursado juntos hasta el cuarto. Me recuerdo algunos nombres de compañeros, como Jesús de la Hoz “El Chule”,  Regulo Pallares Santodomingo, Jesús Carranza “El Mejicano”,  le decíamos así porque lleva un pantalón al colegio, boca de tubo, ni largo ni corto, pero apretado debajo de las rodillas; Fredy Sanjuanelo, bueno no recuerdo más, estos compañeros cuando conozcan este escrito, espero me ayuden a ampliar y a mejorar nuestras vivencias de la época.

INICIACIÓN
DE SU EDUCACIÓN MEDIA VOCACIONAL.
Jairo Bolaño.

ESCUELA VOCACIONAL AGROPECUARIA (EVA): Volví nuevamente en vacaciones, y una buena situación se daba en mi pueblo El Piñón, desde al año anterior estaba funcionando la Escuela Vocacional Agropecuaria, en la cual se impartía educación media vocacional hasta el cuarto año de Bachillerato, donde culminado la etapa de estudios, se daba grado de Practico  Agropecuario. Mi madre se resolvió matricularme en la Escuela Agropecuaria, siendo el más chipiricuatro estudiante de bachillerato de entonces, contaba apenas este chipiricuatro de edad once (11) años, la escuela estaba bien dotada, escritorios, buenos muebles, tablero, etc.
Anécdota en el colegio agropecuario: Aquí en este preciso momento no quiero pasar por alto una anécdota, claro que creo que fue ya haciendo segundo año de bachillerato. Resulta que en una clase de Religión, con el profesor Chivata, este era un profesor interiorano no sé de donde parece que fuese de Boyacá o algo así por su forma de hablar. Se me presentaron unas ganas de “cuacagar”, que las estuve soportando por un buen rato, me daba pena pedir permiso y ausentarme del aula de clases, le pedí el favor al compañero Edilberto Cera Barcinilla, quien tenía un poderoso reloj Invicta, muy bonito, tablero blanco, manecillas doradas como la caja, por poseer ese reloj le dieron el privilegio de tocar la campana, lo hacía siempre a las menos 10 minutos de cada hora. El favor que le pedí era que faltando 10 para tocar la campana me avisara, dándole cumplimiento el compañero a mi solicitud, así lo hizo. Eso me dio mucho ánimo para pedir permiso y ausentarme del aula, me fui a los baños, los cuales tenían inodoros blanco, bien limpios, me puse a observar, y me preguntaba ¿cómo podría funcionar aquello que tenía agua debajo?, no le veía la forma de que la mierda se fuera a ir, ¿Hacia dónde se irá la mierda?, Dude un poco vi la posibilidad de bajar la palanquita, que me indicaba que para algo servía, me dispuse a bajarla y cual grande fue mi sorpresa, cuando escucho un ruido tan extraño en esos momentos para mí, que inmediatamente pensé, ¡mierda jodí esta vaina!. Para mi fortuna estaba solo, lo cual me dio mucha seguridad que era difícil saber quién había hecho el daño, salí corriendo y me fui para el monte a cagar, lo hice con tanto desespero que solo pensaba en el daño que había hecho:
¡uy primera vez que voy a utilizar un inodoro y daño esa vaina! ¡Dios mío!, ¿Que ira a pasar?. 
Cuando regresé, hice como el burro cuando lo espanta el tigre, fui nuevamente al baño, justamente al mismo baño en el que me había asustado, y cual sorpresa de satisfacción, todo estaba igualito como lo encontré antes de bajar la palanca. Mis compañeros nunca se enteraron de esto, la he referido en diferentes circunstancias como una de mis anécdotas, pero nunca la he compartido con ninguno de ellos, ¿Qué hubieran pensado en ese momento?, Hubiese sido interesante saberlo, y ahora que dirán, ja, ja, me tildaran de corroncho o se atreverán a decir, en qué circunstancias se desenvolvieron sus primeras cagadas en estos aparatejos que se llaman inodoros, buen nombre ¡no¡.

CASOS Y COSAS
EN EL SALÓN DE CLASES.
Año 1969.
Estudiante Jairo Bolaño.
Con sus profesores.

UN PEO EN EL AULA DE CLASE: Nuestro curso estaba conformado por 19 estudiantes de los cuales 11 éramos varones, entre adultos grandes y pequeños como era mi caso y 8 mujeres, acontece que desarrollábamos actividades manuales diferentes en las clase de Taller Agrícola, quiero decir, que las mujeres se dedicaban hacer bordados, tejidos y los varones las faenas de carpintería, albañilería y otros. De manera que los exámenes de la asignatura de Taller Agrícola lo efectuamos separados. cualquier día se debía presentar un examen de Taller Agrícola a cargo del profesor Cándido Rivas Mosquera, todos los 11 compañeros estábamos presentes y ocupando los respectivos puestos. Efectivamente cuando el profesor hace su arribo al salón de clases, aparece el silencio y cada uno a tomar la postura adecuada para efectuar y estar listo para el examen, el profesor anuncia: 
- "Por favor saquen una hoja, anoten examen de Taller Agrícola, fecha y no se olviden de anotar bien legible su nombre". 
En ese preciso momento se me da a mí por echarme un pedo, que yo consideré que me iba a salir silencioso, la sorpresa fue tan grande que salió con un silbido finísimo y prolongado, causa mucha risa entre los compañeros del curso, el profesor reacciona inmediatamente muy enojado, diciendo:
- ¡Quien fue el del peo".
Silencio sepulcral en el salón, imagínense mi situación en ese momento extremadamente asustado, nuevamente el profesor solicita que salga quien fue el del peo, y nadie se atreve y por su puesto menos yo a salir a disculparme en ese momento, el profesor en ese preciso momento se vuelve más drástico y dice:
- “Si no sale quien fue el del peo, no sigo con el examen”.
Una amenaza suave y nada que salía quien era el del pedo, pasado unos segundos más tarde, vuelve nuevamente con una amenaza más fuerte, y dice:
- “Si no sale quien fue el del peo, suspendo el examen y le pongo a todo el curso cero (0)”.
Ante semejante y gran amenaza, se rompe el silencio, un compañero de los que estaba sentado en la parte de atrás Telesforo Montero, se revienta diciendo: 
- "Profesor el peo salió de allá adelante si quiere yo huelo para identificar la víctima".
Todo el curso estalla de risas, risas, risas. El profesor esconde sus risas para no mostrar debilidad en su autoridad, como ya habían transcurrido unos diez minutos, el profesor se da por vencido que le quedaba difícil identificar el autor de tan sonoro peo y continua haciendo el examen, sentí un refresco grande cuando se dictó el primer punto del examen, el segundo, y así sucesivamente hasta llegar al quinto punto. Me dispuse a contestar a velocidades extraordinaria el examen para entregar de primero y salir a celebrar con el que me siguiera en la entrega, manifestándole que yo había sido el del peo sonoro. Así fue estuve merodeando por las afuera del curso esperando cuando apareció el compañero Alfonso Rafael Lara Moya, lo vi, me sonreí y le dije señalándolo y muy despacio:
-  “Hey Lara muchas risas en el momento yo fui el del pedo”.
El infeliz, no hizo otra cosa sino decírselo al profesor, inmediatamente:
- "Profesor descubrí quien fue el del pedo, Jairo Bolaños".
La monja del curso: Otras de las circunstancias valiosas para este gran recuento, recuerdo de la pasada por la Escuela Agropecuaria, era la compañera Sara Esther Padilla Ibáñez, tenía una gran religiosidad, asistía con frecuencia a la celebración de la Santa Misa, le apodábamos en el curso “La Monja”, casi su dedicación se parecía a la de en verdad un monja, la compañera era bastante extrovertida, pero la escondía perfectamente con aparecer como monja. Como caso curioso ella le daba rienda suelta a festejar cualquier chiste con una risa excepcionalmente efusiva, quiero decir que su risa era con tanta gracia y prolongada, imagínense esta y traten de imitarla ja, ja, ja, jaiiiiiiiiiiiiiiiiiii y agréguenle más (iii) de las que puedan y esa era su risa. Pero hay algo más en esta risa iba acompañada con orinada, así como lo oyen, después de esa risa excepcional y maravillosa, el orín corría por sus piernas, esto lo vimos en diferentes oportunidades, puedo poner como testigo de esto a la compañera Yadira Márquez Romo. Era muy frecuente compartir con ellas acompañarnos de regreso a nuestras casas al igual que Alfonso Lara Moya, muchas veces esto lo hicimos, porque vivíamos en el Barrio Abajo, todos y en diferentes oportunidades nos hacíamos acompañar, claro que preferíamos estar separados por sexo, es decir, yo más frecuentaba con Alfonso Lara Moya, al igual hacían ella se solían acompañar frecuentemente.
Actividad para el grado Práctico Agropecuario: Durante la pasada por la Escuela Agropecuaria, muy buenos y bastantes recuerdos, era el año de 1970, nos preparamos todos los estudiantes del cuarto año de bachillerato, para recibir nuestro grado, quisimos dejar un buen recuerdo de nuestro paso por esa institución, y siguiendo el ejemplo de lo que habían hecho nuestros compañeros antecesores, como era el de dejar un mosaico de las mejores características. Se constituyó un comité de Finanzas para recolectar fondos y prepararnos para el recuerdo que nos habíamos propuesto. Para ese momento, había una buena cosecha de tamarindos, y el compañero Alfonso Márquez, propuso que comenzáramos la actividad con la venta de bolas de tamarindo. Se nombró de tesorero al compañero Telésforo Montero, quien al final de la semana nos hacia el reporte económico de los resultados de esa actividad. Él muy jocosamente leía:
- "Día lunes compra bolas de tamarindo, tantas, venta de bolas de tamarindo tantas".
Daba mucha risa pero esa era su reporte. Como ven en esa época como que nos fastidiamos, en ultimas el gran beneficiado fue la familia Márquez, quienes era los fabricantes de las bolas de tamarindo. Después con la ayuda del profesor de grupo que era para ese entonces Dagoberto Castellar, Sanjacintero de nacimiento, nunca este director de grupo nos paró bolas, ni nos orientó en nada, los fines de semana nunca permaneció en El Piñón, decía muy jocosamente:
-  “Un pelo de crica jala más que un cable de barco”.
Vivía con su esposa en San Jacinto Bolívar, de manera que nunca peló fin de semana para ir a visitar su pelo. Ante la inactividad y la pocas ganas que veíamos de que nuestro director de grupo, continuamos un grupo de estudiantes deseosos de efectivamente lograr unos buenos recursos para hacer nuestro anhelado mosaico. En los días vecinos a la fiestas patronales nos propusimos hacer una caseta en plena plaza principal de El Piñón, debajo de un árbol de laurel, bien frondoso, que tenía unos 100 años de estar ahí plantado. Para el efecto nuevamente por iniciativa de Alfonso Márquez, se logró conformar una comisión para hablar con el hacendado Rafael Zambrano, propietario de la finca “Caño Ciego”, en la cual existía la posibilidad de que él nos proporcionara las guaduas necesarias para la construcción de la caseta. Así fue que logramos que este señor tan bondadoso, nos suministrara todo el material, además el transporte desde la finca hasta el municipio, claro que nosotros todos los varones pusimos mano de obra cortando las guaduas, no recuerdo cuantas guaduas cortamos, pero fueron suficientes para hacer la caseta, con ramada y todo. Denominamos a la caseta “La Diosa Coronada”, para esa época estaba de moda el disco de Alfredo Gutiérrez, con ese nombre, que era el artista preferido para esa época, mejor dicho todos los bailes se amenizaban con discos completos de Alfredo Gutiérrez. Como ya existía los discos de larga duración, para los picoteros era muy fácil dejarlo correr y esperar solo para darle la vuelta una vez terminaba el último disco de la cara que estaba sonando. Los resultados no fueron nada halagadores, después de concluida las fiestas patronales, los compañeros encargado de hacer los recaudos, entregaron unas cuentas donde respondían por los artículos vendidos con cuentas por cobrar de fulano, etc. Entre los artículos vendidos, estaba el trago, (Ron Caña), cigarrillos, etc. Mejor dicho en resumidas cuentas no valió la pena todo el esfuerzo, no hubo dinero para nada, pudimos cancelar a nuestros proveedores y no quedó para más, esto después de haber cobrado insistentemente a los deudores. Este fracaso de conseguir recursos no desanimó a los compañeros que querían hacer un buen mosaico, nos propusimos nuevamente hacer una caseta, pero ahora sí, corrigiendo los errores del pasado y seleccionando los más responsables del curso, para tomar las posiciones claves dentro del manejo tanto del grupo organizador como el que manejara las finanzas. Se pensó en principio hacer una caseta para las festividades del Milagroso, que en el Piñón se celebra el 14 de septiembre, este es un legado dejado por la señora Esther Uribe de Campo, quien al igual que toda su familia, celebraban estas festividades. Le hacían una misa y hacían un pequeño desfile del santo por los alrededores de la Iglesia, de esa forma se fue introduciendo la costumbre en todos sus habitantes y nosotros queríamos aprovechar esta situación, decidimos entablar conversaciones, la cual hicimos durante dos meses con el Director de la Banda de Músicos de El Piñón, señor Antonio Abel Mosquera. En ese tiempo de negociaciones no logramos ponernos de acuerdo, los costos, traer el completo de los músicos, en fin tantas dificultades y todo ese tiempo perdido, decidimos no continuar con la negociación para eso decidimos pensar en más grande, se le ocurrió a alguien de los compañeros no preciso quien fue el de la brillante idea, pero que contratáramos la Bando 20 de Julio de Repelón, famosa en toda la Costa Atlántica. Bueno esta iniciativa fue aprobada por todo el curso, y como dije anteriormente, se tomaron medidas preventivas para el manejo tanto de la parte organizativa como la del manejo de las finanzas. Preciso decir dos nombre que recuerdo de las personas que viajamos a Repelón, Alfonso Lara Moya y Jairo Bolaños de la Hoz. Este municipio completamente desconocido para los que viajamos hacer la contratación, investigamos como era el transporte, y tocaba, viajar hasta Puerto Giraldo, hacer transbordo en unas camioneticas como se decía en ese entonces y luego viajar a Sabanalarga. Desde Sabanalarga, también se hacía lo mismo. Llegamos al municipio de Repelón a eso de las 10:30 de la mañana, localizamos al Director de la orquesta o Banda, señor Pablo Cueto, con quien ultimamos detalles y concretamos la contratación, para el sábado 14 de septiembre del año 1970. De la parte organizativa se elaboraron boletas de invitación para repartir en las personalidades prestantes del municipio, que cubrieran el costo de la entrada, y de paso con esto asegurar que los recursos recaudados serían los suficientes para el proyecto tan anhelado de tener un mosaico, que superaran en calidad a los primeros graduando de la Escuela Vocacional Agrícola, esta era nuestra última actividad porque no nos quedaba más tiempo disponible, dada la complejidad que era hacer un mosaico, con todas las limitaciones de la época en tiempo, comunicaciones etc. Se acercó la fecha y hora acordada para la presentación de la Banda 20 de Julio de Repelón, anuncios por todo el pueblo indicaban la única actividad para divertirse sanamente y con algo bien especial y no conocido en el pueblo, la Banda 20 de Julio de Repelón, esto era algo para saborearse los dedos. Los organizadores del evento nos encontrábamos preocupados porque eran las 17:00 horas y no se dejaban entrever la posibilidad de que apareciera la banda de Repelón, máxime cuando en el pueblo estábamos acostumbrados a ver los últimos carros llegar a partir de esa hora, que era el último viaje que hacia el transbordador que se encontraba en el paraje Las Carmelitas, cerca al municipio de Salamina. Cada minuto que pasaba era un cumulo de tormento para mí, uno de los organizadores y donde teníamos fincada nuestras esperanzas de poder con esta actividad tener cumplido nuestro proyecto. En la casa de mi madre María Cecilia de la Hoz, estaba dispuesto la cena para los integrantes de la banda, esto si mal no estoy fue un gesto de mi madre para contribuir a la noble causa que nos proponíamos, por fin a las 17:15 horas aparece la Banda de Julio en un carro identificado como Vía Repelón, la emoción cubrió todo mi cuerpo, por fin el sueño anhelado comenzaba a sentirse cada vez más cerca. Agremiación en la casa de mi madre, cuando comenzaron a ver los integrantes de la orquesta vestirse, con vestido entero de color turquí, corbata y reluciendo sus instrumentos bien tratados para el evento. Al arrancar la función siempre la gente se toma su tiempo para darle cumplimento a estos espectáculos, que como había dicho antes nunca se había celebrado en El Piñón. Cuando esta banda, hizo su primera interpretación en el Teatro Barcelona, de propiedad del señor José María Vizcaíno, se formó un torbellino de gentes, que se empujaban unas a otra, con el deseo de querer ingresar al salón.
¿Que majestuosidad de espectáculo?, a los organizadores, se nos veía una cara de satisfacción y del deber cumplido, después de todo, el comienzo había sido excelente, esperábamos que así transcurriera el resto de la medianoche. A eso de las 22:00, horas, informes desde la taquilla, desde la puerta de entrada, confirmaban que los gastos estaban cubiertos en su totalidad: orquesta, publicidad, preparativos, etc. Desde ese momento en adelante, lo que resultara era dedicado exclusivamente a nuestro anhelado proyecto, se continuó con las medidas extremas de seguir controlando tanto la organización del evento como las finanzas. Se logró al finalizar la tarea, recaudar la suma de tanto, considerándose que con eso era suficiente para cumplir la meta del anhelado proyecto. Para concretar el proyecto del mosaico, contamos con la ayuda del compañero Alfonso Lara Moya, quien conocía un amigo en Barranquilla por intermedio de su hermana Josefa Lara, conocida muy popularmente en El Piñón como Josefita. El amigo era nada más y nada menos que el administrador de Foto Leo, quien nos ofreció la hechura del mosaico, con unas características maravillosas. Su cotización nos dejó sin aliento cuando la plata que teníamos era justamente la mitad de la oferta, estábamos convencidos que era una de las fotografías de prestigio y renombre en la ciudad de Barranquilla, de tal manera que la seguridad de un buen trabajo estaba más que garantizada, nos propusimos luego viajar en los días subsiguientes tomarnos las fotos, para el mosaico, el cual los recursos al fin y al cabo alcanzaron para hacer un cuadro, con unas fotografías pegadas, pero que en fin nos conformamos porque el gran recuerdo que en principio lo queríamos para el colegio, y que sirviera de ejemplo a las nuevas promociones, lo cambiamos por llevárnoslo cada una para nuestras casas, que hoy conforman uno de los recuerdos de sacrificios y esfuerzos dentro de los peldaños que deseábamos escalar en el trajinar de nuestras vidas.

PACO ORTEGAS (RECTOR)
ARTEMO FONTALVO GRANADOS.
Año 1970.
Graduación de Jairo Bolaño.

ESTADÍA EN BARRANQUILLA: Con ese recuerdo quedaron en firme nuestro primer proyecto, lo califico así porque no se sabía en ese momento que iba hacer de cada uno de nosotros, al lograr terminar los estudios medios vocacionales. Recuerdo muy bien que por aquí se comenzaba la puerta de entrada, para después hacer el bachillerato técnico. Solamente existían en el país tres (Institutos Técnicos Agrícolas), uno en la ciudad de Lorica (Córdoba), otro en Paipa Boyacá y el otro en Buga Valle. Las posibilidades para continuar mis estudios superiores o sea el Bachillerato Técnico eran difíciles, mi mamá pasaba por uno de sus peores momentos económicos de su vida, nos logró mantener con una tienda de víveres y abarrotes, para esa época ya no existía, créanme que la situación era completamente difícil. Recuerdo perfectamente, que en la tienda ya no se vendía casi nada, sobrevivíamos con vender cigarrillos, tabaco, y uno que otro víveres, pero ya los armarios estaban pelados, aquí es preciso retroceder en el tiempo, donde mi madre, ante tan agobiante situación económica, le tocó venirse a trabajar a la ciudad de Barranquilla, como señora de servicios, contó con la suerte de trabajar con un señor le escuchaba decir “Guillermo no sé qué”. Alguna vez le oí decir que trabajaba en El Limón, este era un campamento del Incora, construido a orillas del Embalse del Guájaro, dejándonos al cuidado de mi abuela María Silvestra Galindo Castro, esta fue una señora con un carácter recio, amante de la disciplina, demostró siempre su poder, de educarnos en la disciplina de sus antecesores. Mi madre como es de suponer ganaba muy poco, nos hacía un mercado semanal el cual se ingeniaba para hacérnoslo llegar al El Piñón, con esa poca comida que más que todo era verduras, granos, papa, aceite y arroz, logramos sobrevivir esos dos años que consideró yo muy martirizados. Sentí tanto el desespero de poder ayudar a mi madre que alguna vez muy tímidamente le pedí que yo quería trabajar, no fui capaz de decir que para ayudar, siempre fui un niño tímido con mucha visión pero sin manifestarla abiertamente. Así fue que mi madre se le ocurrió visitar a un primo en la ciudad de Barranquilla llamado Wilman de la Hoz Bolaños, el cual tenía una tienda cantina en el Barrio San Isidro, me ofreció para ayudar y efectivamente encontré algo que hacer, el trabajo no era nada fácil, había necesidad de madrugar para atender desde las 6 de la mañana, donde se vendía leche, pan, mantequilla, en fin todos los víveres consumibles en para la hora del desayuno. Ese era el trabajo de lunes a sábado, por las noches del viernes y del sábado, mama mía esto era lo más duro, tenía que atender la venta de cervezas. Esta era una tienda cantina, aquí tocaba trasnochar atendiendo todo cuanto consumidor empedernido de cerveza había por los alrededores de la tienda, mi primo era amigo de la salsa, y se preocupaba por tener los últimos hit musicales de salsa de la época, toda la música antillana que se producía y especialmente en Puerto Rico, él la tenía, de ahí que la tienda cantina tenía una buena acogida para los amantes de la salsa. 
Aquí comencé a tener el aprecio por la salsa y comencé a dar mis primeros pinitos de baile salsa, recuerdo melodías como la del Thin Drink del New Swing de Puerto Rico, el inquieto anacobero Daniel Santos, “Donde va José” que salió para ese entonces en 45 RPM, “El Manisero” de Primitivo y su Combo, me gustaba mucho escuchar estas melodías, yo intentar bailar, para imitar los solistas que salían al ruedo bailando todos los viernes y sábado. Los domingo descansábamos, pero eso no era ningún descanso, salía con amigos que ya me había hecho en el barrio a recorres las calles y conocer el ambiente de ciudad, que nunca me gustó, se veía mucho joven con tendencias a consumidor drogas y un hablado característico igual al que hoy se les llama boleta, este paso por este trabajo lo hice a finales del año 1969, logré con lo que me gané. Ni recuerdo cuanto fue porque mi mama fue la que cobró. Alguna vez tuve la oportunidad de ir por el centro de la ciudad, vi unos zapatos tipo mocasines, y aquí entre nos y que no salga de Sur América, con las propinas en la venta de cerveza fui acumulando 10 o 20 pesos, hasta que logré tener el valor de los zapatos y los fui a comprar, con esas ganancias de vacaciones. Me preparé para terminar el cuarto año de Bachillerato en el cual pude recibir el título de Practico Agropecuario, mi gran deseo era necesariamente seguir esta línea de estudios porque me fascinaban las labores agropecuarias, mi visión hacia el futuro era poder llegar a ser un investigador, algo así como un PH o un Master en suelos, algo así.
Mi madre fue padre y madre: Pero como iba a ser posible eso si ese año también fue de sufrimiento, mi pobre madre sola, tratando de sacar adelante toda una familia de nueve hermanos. Carlos Alberto, mi hermano mayor tres años más que yo; me seguía William, un año menor que yo; Enrique Fidel, un año menor que William; Víctor Manuel, un año menor que Enrique; Gadismedis, un año menor que Víctor; Nancy Esther, un año menor que Gadismedis; Alfredo, un año menor que Nancy y, por último Álvaro de Jesús un año menor que Alfredo. ¿Cómo era la situación de mis hermanos, ahora pienso por ese momento que pasábamos y debía ser peor, yo era un poco mayor y ya visionaba tener que hacer alguna actividad para solventar en algo la precaria situación por la que pasaba mi madre y mis hermanos, recuerdo muy bien que para trabajar, la posibilidad que yo veía más fácil era como la de ser el mensajero del pueblo, trabajar con Adpostal o Telecom, era un solo cargo ya estaba ocupado pero ese era el que yo quería por el momento. Terminado mi cuarto año de Bachillerato, graduado de Practico Agropecuario y sin la posibilidad de poder seguir estudiando, dado a que se incrementaban los costos, como dije anteriormente los institutos, quedaban muy distantes y solo habían tres en el país, de manera que no había más posibilidad que buscar alguna actividad para realizar y que de esa forma devengara algún dinero ayudar a mi madre y por ende al resto de mis hermanos.
Insiste nuevamente a mi madre muy tímidamente aún no había superado esa timidez característica, y la verdad ella no sabía qué hacer, se me dio por insinuarle que volvería a Barranquilla, y que yo me le media a buscar algo que hacer, vendedor, barrendero, ayudante en una tienda, algo; lo importante era que ganara algo de dinero. En esta oportunidad me tocó acudir a mi padre, antes notaran que no la había mencionado, justamente mi padre no estaba por nada interesado en saber de nuestra suerte, mi madre fue una verraca, al tratar de sacar esta familia tan numerosa sola, nunca mi padre aportó nada pero absolutamente nada. Mi abuela y mi madre se la ingeniaron para sacarnos adelante, yo al igual que todos mis hermanos no conocieron para nada en casa la cultura de un padre, fue de abuela y madre solamente, de tal suerte que puedo afirmar sin temor a equivocarme que se manejó y heredamos una cultura matriarcal, por la cual ni maneras, trataré de convivir con esta cultura el resto de mis días, que aspiro a que sean bastantes. En ese afán desenfrenado por realizar alguna actividad, me vine para Barranquilla, recostado al lado de mi padre, condiciones bastante malas pero era la oportunidad de hacer algún trabajo, no disponía de calzado, y a mi padre le era difícil conseguírmelo, mi medio hermano Alberto Bolaño Ayure, trabajaba para una empresa de empaques, si mal no recuerdo Empaques de la Costa, tenía unos zapatos, que por arriba estaban muy buenos pero por debajo, la parte del pie detrás de los dedos, tocaba el pavimento, el los usaba todos los días introduciéndoles un cartón que aguantara el trajín de un día, se los veía poner todos los días y le envidiaba ese par de zapatos, pues me gustaban, cualquier día dejó de ponérselos y sin decirnos nada, atrevidamente los cogí y me los puse, haciéndole lo mismo que el hacía, introducirle un cartón para aguantar el trajín de un día. Al otro día no pude encontrarlos, parece que no le gustó que yo me los hubiera puesto, no sé cómo en esa oportunidad solucioné ese problema. 
Mi papá me llevaba todos los días para una colmena que tenía en el mercado, más exactamente al lado del arroyo o Caño de la Ahuyama, una choza hecha con retales de lata, zinc, etc, ahí el expendía empaques usados, tanto de fique como de lata, así comencé mi actividad de trabajador, me iba por orden de mi papá a las arroceras a vender los empaques que se acumulaban de varios días en la compraventa, y en algunas oportunidades yo salía por las tiendas de los barrios, comprando los empaques de fique, especialmente para empacar arroz, en esa forma decía mi papá al final del día, hoy nos fue bien, nunca dijo cuándo le fue mal, el hacía un mini mercado para llevar a casa donde vivíamos, se compartía la casa con mi tía xxxxx, regularmente compraba lisa para comer por la tarde con arroz y para la mañana guineos cocido con queso y café con leche, en ese son dure unos 30 días. Cualquier día me puse a mirar El Heraldo, en los avisos clasificados, y encontré un aviso que me llamó la atención:
- “Confitería necesita jóvenes para vender sus productos puerta a puerta”.
Anoté la dirección y al otra día sin decir nada a nadie estaba haciendo la cola en la confitería, eran confites de esencias, empacados en bolsas de cincuenta, me inscribí como vendedor, pedí 50 bolsas de confite, me las entregaron en un maletín y pensé de una vez, esta es la solución de mi problema de trabajo. Disponía de poco dinero, por la que me dispuse abordar un bus, que me llevara al barrio Simón Bolívar de la ciudad de Barranquilla, escogí este por estar cerca de la casa donde residía con mi padre, comencé a ofrecer mi producto y en la mayoría de las tiendas, me mostraban como estaban de surtidos, además de convencerme que distribuían mejor producto, entre los que se contaban productos de colombiana, empacados individualmente, mientras los que yo distribuía, iban en una sola bolsa, me convencí de la mala presentación del producto que yo ofrecía, había caminado bastante sin lograr hacer la primera venta. Cuando ya el desánimo me invadía hice el último intento en una tienda, donde me atendió un señor de unos 60 años, me dijo hijo mire como tengo la vitrina, seguramente el señor se dio cuenta lo fatigado y cansado, que se animó a comprarme una bolsa, bueno hijo para que no se vaya con las manos vacía me dijo, estaba cansado, fatigado y con mucha hambre, por la que aproveche e hice las cuentas cuanto me ganaba con la bolsa que había vendido e inmediatamente me dispuso a consumirme la ganancia. Desesperado y sin tener éxito en mi propósito, me devolví para la colmena de mi papá, le conté lo que me había pasado, y me dijo no se preocupe hijo, este producto lo vendemos para los pueblos del Magdalena, tranquilo déjeme eso hay que yo se lo ayudo a vender, seguí con mi actividad anterior de los empaques, y por fin mi papa logró colocarle en consignación los confites a un señor González del Cerro de San Antonio, estuve pendiente por más de dos meses de los resultados de esta negociación y no aparecía el comprador mayorista, abrigaba la esperanza que cuando él llegara con el pago de los confites, volvería de nuevo a la confitería a proveerme de más, esto nunca sucedió, se perdió el señor con sus confites y yo me perdí de la confitería, mi papá logró recuperar el maletín pero no la plata. Frustrada mi actividad de vendedor.

SE AVECINA
UNA POSIBILIDAD DE TRABAJAR.
TRABAJO EN EL INCORA: Estando en esa caseta, cualquier día un compañero habitante del Suan Atlántico, que habíamos logrado terminar juntos los estudios de Practico Agropecuario en la vocacional de El Piñón, identificado como William Castillo Guerrero, hablamos me pregunto qué estaba haciendo y me mencionó que él había hechos unas prácticas con el Incora, al igual que Victorio Fontalvo, otro compañero que también había terminado, que visitara al Suan y me entrevistara con Victorio o con él para llevarme donde un señor llamado Agustin Pedroza, quien era el jefe de la Zona y residía en el Suan, esa noticia me pareció fantástica, a la que no dude en un instante para devolverme a mi pueblo natal El Piñón, comentarle a mi mamá, quien era todo mi apoyo y soporte, aprobando al instante mi intensión, preparé viaje para el Suan, no conocía a esa población, busque al amigo William, me hospedó en su casa y por la noche visitamos al Señor Agustin Pedroza, me atendió de maravillas, y me confirmó que me presentara al día siguiente en las instalaciones que tenía el Incora cerca del municipio de Santa Lucía, así fue que en esa oportunidad me entrevisté con el Director del Sector Doctor Carlos Ardila Cuervo, quien de inmediato me dio la oportunidad de comenzar actividades, no hablamos de cuanto me pagarían pero a mí no me interesó para nada, en esos mementos que me hablaran de plata, me pareció del carajo que me dieran la oportunidad de hacer alguna actividad que guardara relación con lo que yo había estudiado y aprendido. Durante dos semanas, estuve recibiendo inducción de uno y otro Supervisor de Crédito, el primer trabajo que realicé recuerdo perfectamente bien fue tomar los datos de una estación meteorológica que lleva un señor de Calamar llamarse Valentín Theran. A  él lo reemplacé por dos semanas, él estaba con contrato de trabajo y mientras se lo renovaban, lo reemplacé; en esas dos semanas, no me pagaron ni un solo centavo, los compañeros entre varios me regalaron durante esas dos semanas el almuerzo en un casino que existía en la Granja de Santa Lucia, así se denominaba donde funcionaban las oficinas, el resto de los alimentos los tomaba en el Suan en la casa del compañero Victorio Fontalvo, la mamá de nombre Enriqueta, mi mamá habló con ella para el suministro de la alimentación quien muy gustosa aceptó, sin saber cómo le vamos a pagar, aquí vale la pena preciar fecha, estamos hablando durante las dos primeras semanas del mes de marzo del año 1971.
Seguí muy humildemente prestando mis servicios gratuitos sin haber hecho nunca ninguna exigencia, pero alguien debía estar dándose cuenta y valorando mis esfuerzos, cualquier día y eso fue el 14 de marzo, hubo una reunión de todos los funcionarios que laboraban en el Sector Sur, nuevamente me saludé con el Doctor Carlos Ardila, quien ya tenía referencias de cómo me había desenvuelto durante esas dos semanas anteriores, me entregaron un memorando interno, dirigido al Doctor Carlos Orjuela, donde me presentaban como candidato para realizar las actividades de Supervisor de Crédito, ese mensaje lo llevé al Campamento Administrativo El Limón, el viernes. No se encontraba el Doctor, Orjuela, de tal manera que la secretaria me anunció que me presentara nuevamente el lunes. El lunes a primera hora estaba nuevamente visitando las oficinas del Doctor Orjuela, mi madre estaba enterada en detalle de todos estos acontecimientos, visite la oficina del Doctor Orjuela, y sentí un refresco en todo mi cuerpo, cuando en el escritorio del Doctor Orjuela, debajo del vidrio estaba mi comunicación, sentía que me tenían en cuenta y que lo que estaba por lograr era efectivamente mi trabajo.

MIS ASPIRACIONES PARA DEVENGAR SUELDO
ESTABAN DEL ORDEN DE LOS $ 600 PESOS, MÁXIMO $ 900.
Jairo Bolaño.
Con sus compañeros
Escuela Vocacional de Piñón.

Cuando llegó el Doctor Orjuela, me saludó claro por mucha gentileza él no me conocía, miró el memorando que estaba debajo del vidrio y ordenó a la secretaría que me preparara una orden de trabajo, la secretaría preguntó cuánto era el sueldo, en ese instante me alegre muchísimo porque iba a saber cuánto me pagarían, pero lo manejaron con los valores por cargo, de manera que el Doctor Orjuela dijo lo mismo que se le paga a un Supervisor de Crédito, definitivamente no me pude enterar cuanto era el valor de mi sueldo. Bueno fui paciente y esperé que me entregaran la comunicación que iba dirigida al Doctor Carlos Ardila Cuervo y la cual yo debía llevar consigo de regreso, donde me presentaban como el nuevo Supervisor de Crédito con una asignación básica mensual de $1.920,00= cuando yo vi esa cantidad, quería gritar a los cuatro vientos de la emoción, me pareció algo maravilloso asombroso, si me hubiesen preguntado cuanto cobraría yo por mi trabajo hubiera dicho que $ 600,00, máximo $ 900,00, era lo que yo aspiraba a ganar, yo me sentí el joven más feliz del mundo ganando tanta plata.
El mismo día que yo regresaba de El Limón, me encontré con un paisano amigo Virgilio Charris Camargo (q.e.p.d) quien había estado también en busca de empleo, para el cual aspiraba a ser Supervisor de Crédito, me dijo que no era posible porque tal o cual cosa, yo no le presté mucha atención, además me señaló el nombramiento que le había hecho el ICA, para trabajar también en la Granja de Santa Lucía, el cual su remuneración era de $ 1.200,00, guardé discreción y no le comenté nada, para él era un imposible que yo estuviera aspirando, cuando a él no le había resultado y por supuesto según él menos a mí, pero yo tenía seguridad de mi logro. Como ven guardé hermético silencio por mucho tiempo, tenía yo para esa época apenas 15 años recién cumplidos, era menor de edad, mi madre como verán metida en todo mi acontecer le tocó darme un permiso autenticado ante Notario Público donde me autorizaba a trabajar, requisito que me exigieron por tener la característica de ser menor de edad.
Se me comenzó a armar responsabilidad en la ejecución de los diferentes tareas que desarrollaba un supervisor, los compañeros de trabajo de menor rango y que dependían de mí, comenzaban a respetarme y darme el rango de autoridad que el cargo ameritaba. Una anécdota interesante me aconteció en esos primeros días de trabajo, veamos: acontece que estábamos trabajando en un vivero de cítricos, donde habían alrededor de 20,000 plantas injertadas de cítricos, el patrón era de lima ramphur, se estaba podando para ayudar al desarrollo del injerto, entonces veía yo la facilidad de los trabajadores podando, con unos cuchillos de zapatería bien afilados, el éxito de la tarea, era podar todo el patrón y dejar solamente el injerto, me ofrecí para hacer esta actividad, sin estar muy seguro imitaba lo que estaban haciendo, cortaba todo lo que consideraba que sobraba y dejaba una sola ramita, después de haber podado como 30 plantas, recapacité y ¿me pregunté? ¿Qué es lo que yo estoy haciendo y porque dejo esa sola ramita,? comencé a preocuparme y me dediqué a observar el resto de lo que estaban haciendo los compañeros, sin preguntar absolutamente nada, para dejar entre ver que sabía lo que estaba haciendo, para mi fortuna, la rama que había dejado era la correcta, efectivamente había dejado el injerto, ah que alivio y respirar profundo por lo que había logrado y aprendido en el momento, con seguridad no sabía con exactitud lo que me había propuesto hacer. Así continúe adquiriendo confianza por cada uno de los compañeros y de los jefes inmediatos, posteriormente me tocó realizar un censo a 250 hectáreas de cítricos; este trabajo era muy engorroso, imagínense pasar árbol por árbol y decir lo que le pasaba en el momento, falta poda, tiene gomosis, no existe el árbol, tiene piojo blanco, esto era lo de mayor incidencia en la plantación, comencé por una fila, me devolvía por la otra, que hartera, pero bueno estaba en lo que yo quería trabajar, precisamente en el sector agrícola.
Trabajé durante un mes por orden de trabajo, después me vincularon a la nómina del Incora, para esa época el Incora era una de las instituciones con un excelente manejo administrativo, me abrieron una cuenta corriente en el Banco Cafetero de la ciudad de Barranquilla, donde quincenalmente me consignaban el sueldo, para ese entonces mi madre me administraba mi sueldo, le giraba dos (2) cheques al mes por $ 900,00 cada uno de ahí disponía ella para todos los gastos en la casa y en especial para la atención de todos mis hermanos, yo le solicitaba solamente los gastos que incurría en ese mismo período, así en esa forma estuve como unos dos o tres años, ya después comencé hacer compromisos, me dispuse comprarle una nevera Haceb de 9 pies. En el pueblo, era precario el servicio de energía eléctrica, suministraban unas 6 horas diarias todas las noches, personas muy cerca de mi familia, sugirieron que mejor porque no había comprado un enfriador que servía para que se estableciera un negocio y así podernos ayudar, pero yo nunca consideré esa propuesta como válida, máxime cuando ya mi mamá había dejado el negocio de la tienda, esa nevera la conservó por mucho tiempo mi mamá.
Estuve siempre presto hacer inversiones en la casa de mi madre en El Piñón, por la que me dediqué a mejorar los servicios de baño e inodoro, compré unos materiales en el almacén de materiales La Casita, que duraron comprado como cuatro años, sin que lo hubiera ido a retirar, por fortuna no hubo inconvenientes el día que me decidí irlos a retirar. Estos materiales nunca se utilizaron en la casa de El Piñón, sirvieron para utilizarlos en el baño de la casa que hubo necesidad de construir en el municipio de Campo de la Cruz, Atlántico, a raíz de habernos tenido que mudar de El Piñón, el cual fuimos sacado por una creciente del Río Magdalena que inundó el 75% del área urbana del municipio, sin contar el área rural, este hecho sucedió el día 21 de noviembre del año 1975, a partir de las 21:46.

SALIDA DEL MUNICIPIO DE EL PIÑÓN
A CAUSA DE LA INUNDACIÓN.
Año 2018.
Jairo Bolaño en Piñón.

RESCATE DE MI ABUELA Y DE MI MADRE DE LA CRECIENTE: Para esta circunstancia es válido contar a todo los habitantes del municipio de El Piñón, algunos aconteceres, que pasaron en mi familia. A raíz de la arremetida de la crecida del río, los habitantes del municipio con ayuda de las autoridades, habían construidos muros de contención tanto del lado del río como de la parte occidental, como comúnmente le llamamos del lado del monte. Este atrincheramiento, no preveía que en algún momento lloviera, el día 19 de noviembre sobre la población cayó un torrencial aguacero, que inundó el pueblo, la pendiente de este municipio está para el lado del monte, o mejor dicho el lado opuesto al río de manera que el 50% de la población se inundó por esta causa, mi madre desesperada por la situación aprovechó y se llevó a mis hermanos menores para la ciudad de Barranquilla, entre los que se contaban Alfredo, Nancy, Gadismedis, Alvaro y Carlos que es mi hermano mayor.
Me sorprendí cuando los encontré en la casa de la señora Ana Ariza, en la ciudad de Barranquilla, yo vivía ahí, habida cuenta de estar estudiando por la noche en la Corporación de Artes y Ciencias, Administración y Finanzas, me puse al tanto de lo acontecido y al otro día dispuse viajar a El Piñón de vuelta de El Limón, poder trabajar durante el día en mis labores diarias y por la tarde estar en el Piñón. Así lo hice transportándome en una moto que me había sido financiada por el Incora para el desarrollo de mis labores cotidianas, esta era una moto 125 c.c. marca CZ, Made in Checoeslovaquia, la dejé al cuidado de unos señores que vivían en una casa frente a el puerto, estuve llegando a el puerto El Peligro sito para atravesar el Río Magdalena, dado que al frente se encuentra el municipio de El Piñón, eran como las 17:30, ahí me encontré me recuerdo perfectamente con Amadeo Mora, “Julio Cebolla” y un tío conocido popularmente como “Niñito Bolaño”. El señor Amadeo Mora, me manifestó:
- Jairo, no vas a felicitar a tu tío que se va a casar, como quiera que él tenía fama de chusco o de chistoso, inmediatamente me puse a pensar en que forma le preguntaba, que guardara una relación directa con su forma de ser y actuar, se me ocurrió una y le dije. ¡Ah tío, es cierto que se va a casar¡, y ya afiló la macoca, me respondió: y  con lima nueva mi sobrino.
Bueno llegué a El Piñón, y efectivamente comprobé lo que había acontecido. En mi casa mi madre y mi abuela habían dispuesto alzar todos los enseres, nadie podía asegurar que no podía ocurrir una inundación precisamente por el lado del río, esto tenía atemorizada a toda la población, cuando nos disponíamos a dormir, esto era como a las 20:00 horas, comenzó la alarma en la población. El señor Gabriel (alias el Pompo), comenzó a recorrer desde la plaza del pueblo, pasando por la casa, anunciando que el río se había desbordado, se escuchaban los ruidos del agua arrasando lo que a su paso encontraba. Con mucha serenidad y calma, le dije a mi hermano William, que nos fuéramos para el otro lado del río como fuera, me aprobó la iniciativa, nos dispusimos a irnos, no sin antes advertirle a mi abuela y a mi madre, que no se movieran de la casa, que nosotros regresaríamos por ellas, logramos atravesar el río con otras personas que también huían de la inundación, una vez al otro lado nos dispusimos a ir al Suan Atlántico, para pedir ayuda a el pueblo vecino de Cerro de San Antonio, escogimos esto por poseer en este municipio una flota de embarcaciones con motor, visitamos al cura párroco del Suan, debían ser como las 1:00 de la mañana para que por favor usando sus altoparlantes de la Iglesia, diera la noticia que la escucharan los habitantes vecinos de Cerro de San Antonio. Estuvimos en vela, a la orilla del río esperando que apareciera cualquier embarcación, y esto solo pudo ser posible a las 4:30 de la mañana, el desespero, y la angustia estaba apoderada de cada uno de nosotros, le hablamos al maquinista, le contamos lo que acontecía en El Piñón, que necesitábamos rescatar a mi abuela y a mi madre. La contraté para hacer esta labor, y partimos del Suan rumbo a El Piñón, nunca habíamos viajado en ese sentido por el Río Magdalena, solamente lo sabíamos atravesar, estuvimos llegando a El Piñón como a las 6:50 de la mañana y cuán grande fue nuestra sorpresa, cuando una gran multitud de gentes al observar la embarcación que se acercaba a la orilla del río gritaban auxilio, auxilio, auxilio, está situación nos asustó tanto, que nos desembarcamos de la lancha, sin decir absolutamente nada, nuestra meta estaba cumplida, llegar a rescatar a mi abuela y a mi mama, pero esta situación no dio espera, las gentes comenzaron a embarcarse y solo pedía que los transportaran al otro lado, para sentirse salvos, nos olvidamos de esa situación de momento mi hermano y yo, y nos dispusimos a ver como llegábamos a la casa donde supuestamente en contrariamos a mi madre y mi abuela
Donde dejamos la embarcación para llegar a la casa había necesidad de pasar cuatro calles, donde la corriente era impetuoso, considero que tenía una velocidad de 60 Kms por horas, me dio tanto susto que animé a mi hermano William, que fuera el quien se tirara primero para hacer el intento de cruzar la calle a nado, claro este era un nado alocado, el objetivo era cruzar la calle, luego de cruzar la primera, teníamos que remontar hacía el río para lograr en el próximo nado la otra calle, y así lo hicimos en tres oportunidades, tanto mi hermano William como yo éramos conscientes que si fallábamos nadie sabía en el pueblo que estábamos en semejante proeza, cuando lo logramos aun el inmenso dolor se nos alborotó, mi madre junto con otros parientes aguardaban en casa, las casas vecinas habían sido destruidas, solamente nuestra casa se mantenía en pie. Que confianza tan grande la de mi madre y mi abuela soportarse, durante toda la noche dentro del agua aguardando a que sus hijos y nietos pasaran por ellas como se había convenido.
Logramos luego con ayuda de otras personas salir de la casa, posteriormente sacamos los enseres, podemos decir, que no perdimos ni uno solo, todos los logramos rescatar, claro tampoco eran muchos, hamacas, cama de lienzo, escaparates, muebles de sala, comedor, nevera, estufa, vitrina, etc.

EN EL MUNICIPIO DE EL PIÑÓN DEBEN SER RECORDADOS
LOS HERMANOS WILLIAM Y JAIRO BOLAÑO DE LA HOZ
POR HABER LLEVADO LA PRIMERA EMBARCACIÓN
PARA RESCATE DE LOS DAMNIFICADOS.
Jairo Bolaño.

MI NOVIA ME PRESTÓ PARA RESCATAR A MI MADRE: Como a las 16:00 horas volvimos a establecer contacto con la embarcación que había contratado en el Suan, cargamos todos los enseres y nos fuimos para el Suan, donde la casa de la señora Cristina Guerrero Franco de Pere Añez, quien nos brindó su hospitalidad, permaneciendo en esa casa como unos tres días. La señora Cristina, la conocía perfectamente por haber sido con anterioridad, huésped de su casa además de recibir alimentación en su restaurante, su hija querida Eunice, era mi novia, nos llevamos perfectamente, ahora que escribo esta historia, recordando con Eunice ahora mi esposa, me hace recordar que para viajar a El Piñón ese fatídico día de la inundación fue ella quien me facilitó en calidad de préstamo la suma de $ 20.000,00, después de haber empeñado una cadena de una compañera de curso Blanca Querales, no recuerdo haber devuelto ese préstamo, seguramente sí, dado que mi novia en esa época hoy mi esposa, siempre se ha caracterizado por ser responsable, y cuando tiene algo de dinero lo primero que hace es cumplir con las obligaciones crediticias, y a esta de empeño la da prioridad (uno a).

No hay comentarios:

Publicar un comentario