FUNDACIÓN
MUNICIPIOS DEL MAGDALENA.
Bandera del Magdalena.
MUNICIPIO SANTA BÁRBARA DE PINTO: En el año 1741, los cronistas y viajeros que frecuentaban el Río Magdalena,
hablaban de la existía de un pueblo indígena al que llamaban “Los Pintaos”,
cerca de Bocas de Tacaloa; punto de referencia debido a que allí se encontraban
el Río Cauca, con el Río Magdalena.
Derivación del nombre del pueblos “Los Pintaos”: Población "Los Pintaos", fue punto fuerte de los españoles, que llegaban por la conquista del río y se veían obligados a estacionar en el lugar. En “Los Pintaos”, los españoles al bajar y subir mercancías sufrían asaltos de los caras pintadas de los Chimila, de ahí se deriva el primer nombre de la población.
Pueblo Santa Bárbara de Pinto: Ante esta situación el Maestro de Campo de la Provincia de Santa Marta, José Fernando de Mier y Guerra, recoge vecinos de Tacamocho Provincia de Cartagena y refunda la población el 4 de diciembre del año 1750, con el nombre de Santa Bárbara de Pinto; segundo nombre en honor a Bárbara de Nicomedia, virgen y mártir cristiana del siglo III, que su fiesta se celebra el 4 de diciembre.
Descripción del paraje en el siglo XIX: En el siglo XIX, se describe al paraje como una aldea donde sus gentes se dedican a la pesca, agricultura y a la ganadería. Igualmente se destaca el hecho de estar rodeado de muchos animales, entre ellos el tigre Malibú, su cuero se adquiría por muchos viajeros, para poder demostrar que habían estado en América.
“Brazo de Loba”: A partir del año de 1860 cuando el Río Magdalena cambia de ruta y abre el “Brazo de Loba”, todos estos pueblos ribereños comenzaron a perder importancia. Después el río se fue secando y las crecientes contribuyeron para que sus habitantes emigraran hacia otras ciudades. A pesar de las inundaciones del Río Magdalena, los Pinteños no han decaído en su empeño por vivir y sobrevivir en su espacio, tenacidad que les ha permitido aprovechar las oportunidades de la naturaleza.
Explotación maderera: En la década de los cincuenta del siglo XX, cuando se inicia la explotación maderera más importante de la subregión; madera utilizada por la Fábrica de Cerveza Águila de Barranquilla, para sus canastas; madera para el machimbre del Teatro Municipal de Bogotá; madera para los polines del Ferrocarril del Atlántico y madera para la Refinería de Barrancabermeja.
Otras actividades comerciales de la población: Ha tenido el pueblo bonanza algodonera, maicera y arrocera; además productor de leche y sus derivados, asociada estas actividades con la de la pesca en gran escala. Esta situación ha determinado mantener comercio permanente con Magangué, epicentro de toda la Depresión Momposina y La Mojana.
Derivación del nombre del pueblos “Los Pintaos”: Población "Los Pintaos", fue punto fuerte de los españoles, que llegaban por la conquista del río y se veían obligados a estacionar en el lugar. En “Los Pintaos”, los españoles al bajar y subir mercancías sufrían asaltos de los caras pintadas de los Chimila, de ahí se deriva el primer nombre de la población.
Pueblo Santa Bárbara de Pinto: Ante esta situación el Maestro de Campo de la Provincia de Santa Marta, José Fernando de Mier y Guerra, recoge vecinos de Tacamocho Provincia de Cartagena y refunda la población el 4 de diciembre del año 1750, con el nombre de Santa Bárbara de Pinto; segundo nombre en honor a Bárbara de Nicomedia, virgen y mártir cristiana del siglo III, que su fiesta se celebra el 4 de diciembre.
Descripción del paraje en el siglo XIX: En el siglo XIX, se describe al paraje como una aldea donde sus gentes se dedican a la pesca, agricultura y a la ganadería. Igualmente se destaca el hecho de estar rodeado de muchos animales, entre ellos el tigre Malibú, su cuero se adquiría por muchos viajeros, para poder demostrar que habían estado en América.
“Brazo de Loba”: A partir del año de 1860 cuando el Río Magdalena cambia de ruta y abre el “Brazo de Loba”, todos estos pueblos ribereños comenzaron a perder importancia. Después el río se fue secando y las crecientes contribuyeron para que sus habitantes emigraran hacia otras ciudades. A pesar de las inundaciones del Río Magdalena, los Pinteños no han decaído en su empeño por vivir y sobrevivir en su espacio, tenacidad que les ha permitido aprovechar las oportunidades de la naturaleza.
Explotación maderera: En la década de los cincuenta del siglo XX, cuando se inicia la explotación maderera más importante de la subregión; madera utilizada por la Fábrica de Cerveza Águila de Barranquilla, para sus canastas; madera para el machimbre del Teatro Municipal de Bogotá; madera para los polines del Ferrocarril del Atlántico y madera para la Refinería de Barrancabermeja.
Otras actividades comerciales de la población: Ha tenido el pueblo bonanza algodonera, maicera y arrocera; además productor de leche y sus derivados, asociada estas actividades con la de la pesca en gran escala. Esta situación ha determinado mantener comercio permanente con Magangué, epicentro de toda la Depresión Momposina y La Mojana.
Suelo urbano de la población: El suelo urbano comprende el tejido
actual de desarrollo que se ha estructurado en dos pueblos como asentamiento en
la cabecera municipal. Esa estructura de ocupación, ha generado dos zonas
separadas en razón de la topografía y la presencia de la Ciénaga de Papelillo;
por eso hoy poseen dos iglesias, dos cementerios y escuela en ambos centros
poblados, pero funcionan como una unidad territorial.
- Pinto Viejo: El asentamiento localizado sobre el borde del Río Magdalena, es la parte más antigua de la cabecera municipal, conocida como Pinto Viejo. Allí se encuentra el puerto fluvial, clasificado este casco urbano con alta susceptibilidad a las inundaciones, además existe una reacción de la población a su traslado debido a un fuerte sentido de pertenencia.
- Pinto Viejo: El asentamiento localizado sobre el borde del Río Magdalena, es la parte más antigua de la cabecera municipal, conocida como Pinto Viejo. Allí se encuentra el puerto fluvial, clasificado este casco urbano con alta susceptibilidad a las inundaciones, además existe una reacción de la población a su traslado debido a un fuerte sentido de pertenencia.
- Pinto Nuevo: Una de las crecientes más grandes del
Río Magdalena en su historia, la de 1916, produjo muchos estragos a los
pobladores ribereños; en ese año, se dio inicio a una nueva población, 800
metros hacia adentro, terrenos más altos donde los pinteños fundaron Pinto
Nuevo. Ellos trasladaban todos los años sus casas en tiempo de crecientes y
luego la regresaban, hasta que se cansaron y se quedó la mayoría.
Pinto Nuevo, contiene el tejido urbano más consolidado y la mayor parte del equipamiento. Su articulación funcional se da a través de la calle principal, la carrera 8, que enlaza el centro de servicios con el área antigua y con la salida hacia los corregimientos de San Pedro, Veladero y Cundinamarca y hacia el sur con la vía al municipio de Santana y hacia el norte por vía acuática con el municipio de Magangué.
Pinto Nuevo, contiene el tejido urbano más consolidado y la mayor parte del equipamiento. Su articulación funcional se da a través de la calle principal, la carrera 8, que enlaza el centro de servicios con el área antigua y con la salida hacia los corregimientos de San Pedro, Veladero y Cundinamarca y hacia el sur con la vía al municipio de Santana y hacia el norte por vía acuática con el municipio de Magangué.
MUNICIPIO SAN ZENÓN.
Las actuales tierras de San Zenón,
habían sido compradas por los indígenas de Talaigua en el año de 1736, con la
finalidad de ampliar sus resguardos indígenas inundables, que tenían al otro
lado del Río Magdalena, en el Departamento de Bolívar. Tribus que fueron
sometidas el domingo 12 de abril de 1750, por el Maestro de Campo de la
Provincia de Santa Marta, José Fernando de Mier y Guerra. Acompañado de 53
familias, Mier y Guerra, fundó en esa fecha la población, con el nombre de San
Zenón de Navarro; nombre derivado del Marqués de la Ensenada y Ministro de la
Corte Española, Zenón de Somodevilla, y de la antigua ladera que los nativos
llamaban Navarro. Los vecinos que acompañaron la fundación del pueblo, fueron
llevados de La Rinconada, región de Mompox, estableciéndose en las tierras
compradas por los indígenas; extensiones de tierras que posteriormente le
fueron arrendadas a los españoles, entre ellos al que sería el primer Marqués
de Santa Coa, apareciendo, definitivamente, como dueño Don Toribio Grimaldo,
vecino de Mompox. En 1796, en aras de clarificar el territorio habitado, fueron
fijados los ejidos de la nueva población, por parte del primer Marqués de Santa
Coa, Juan Bautista Mier y de la Torres. El 12 de enero de 1751, José Fernando
de Mier y Guerra remitió a las autoridades españolas, las matrículas de los
vecinos que se agregaron en la ladera de Navarro; en dicho escrito, comunica
que el día 11 de enero del citado año, se había celebrado la primera misa con
el santo patrono, que los vecinos y familias de la población se mostraron
contentos, llenos de júbilo y regocijo, y que se había destinado como sacerdote
a Don Pedro Pérez de Arriola.
En 1820, la aldea de San Zenón, se
encontraba en la jurisdicción de la Villa de Plato Magdalena, Decreto emanado
del Libertador Simón Bolívar. Luego de 1826, hasta 1867, es anexado al
territorio de la Provincia de Santa Marta. En 1868, es anexado al Departamento
de Tenerife; en 1872, pertenece a la jurisdicción del Distrito Municipal de San
Fernando; en 1887, es corregimiento del municipio de Santana; pero el 12 de
abril de 1904, mediante la Ley No. 92, emanada del Congreso de Colombia, fue
segregado de Santana al Departamento de Mompox y el mismo año de su creación
municipal, volvió al Departamento del Magdalena. Nuevamente en 1908, pasa hacer
parte del Departamento de Mompox, territorio que es restablecido al
Departamento del Magdalena en 1909.
- Peñoncito: Es un corregimiento del municipio de San Zenón, fundado en el año 1875, por un pescador, quien aprovechando la subienda del pescado, construyó su vivienda en el sitio llamado “La Peña”, de aquí parece derivar el nombre de Peñoncito.
- Peñoncito: Es un corregimiento del municipio de San Zenón, fundado en el año 1875, por un pescador, quien aprovechando la subienda del pescado, construyó su vivienda en el sitio llamado “La Peña”, de aquí parece derivar el nombre de Peñoncito.
MUNICIPIO ALGARROBO.
José Felipe Oñate, nativo de La Paz
Cesar, abandona su pueblo en busca del comercio de bálsamo de tolú, árbol del
cual se extrae un líquido viscoso que sirve para elaborar diversos productos
medicinales y de tocador. Primero llega a Chibolo Magdalena, en donde contrae
matrimonio con María Natividad Serpa y luego se radica en San Ángel. Fue espantado
en la finca La Pola, por la propagación de una enfermedad infantil que decidió
en compañía de sus yernos Guillermo y Abel De La Hoz, buscar un mejor sitio
para vivir, de esta manera llegaron en 1895, al lugar que los nativos indígenas
llamaban “Puerto de las Canoas”, a orillas del Río Ariguaní, donde construyen
las primeras viviendas y donde más tarde se desarrolló la población. A partir
de ese momento el comercio agrícola aumenta el censo poblacional con la llegada
de otras regiones personas como Manuela Fragoso, Adelaida Arias, María Canuta
Daza, Juan Almanza, Tomas Chiquillo, etc.
Los habitantes de la población al
explorar la sabana quedaron admirados al ver arboles de algarrobo por todo los
lugares, en consecuencia el antiguo nombre del caserío fue cambiado por el de
“Algarrobo”, ratificado en 1915, cuando el pueblo fue agregado al recién creado
municipio de Aracataca. El algarrobo es un árbol de hasta 10 metros de altura,
dioico y de follaje perenne. El fruto, llamado algarroba, es una vaina que
contiene una pulpa gomosa de sabor dulce y agradable que rodea las semillas,
con la cual se prepara chocolate y muy utilizado en alimentos dietéticos. Su
madera se utiliza para combustible e infraestructura rural, siendo notable la
demanda que existe para carpintería y fines artesanales. La deforestación
propiciada por los cultivos agroindustriales, acabó con los arboles de
algarrobo, tanto que Elsa Isabel Barros Sepúlveda, a través de su Fundación
para el Desarrollo de la Cultura, del Medio Ambiente y del Turismo, emprendió
una campaña para preservar este arbusto.
A partir del año 1915, el caserío
hace parte de la jurisdicción del municipio Aracataca. Al crearse el 8 de junio
de 1945, el municipio de Fundación, Algarrobo quedó en su jurisdicción como su
principal corregimiento. Época en la cual fue nombrado Abraham Rocca, Inspector
de Policía y Zoraida Altamar, tesorera del Corregimiento. Sus habitantes
conscientes de la organización comunitaria, crean una Junta de Acción Comunal,
la cual obtuvo personería jurídica el 10 de Abril de l967. En octubre de 1998,
se crea un Comité Pro-Municipalización, presidido por Tomás Chiquillo, quien
presenta ante la Secretaría de Planeación del Magdalena, un proyecto para que
Algarrobo se convierta en municipio, el cual es aprobado el 24 de junio de
1999, por la Honorable Asamblea del Magdalena, mediante la Ordenanza No. 008.
Quedando segregado Algarrobo de los municipios de Fundación, Pivijay y
Ariguaní, e integrado por los corregimientos de Loma del Bálsamo, Estación Lleras,
Bellavista, y los caseríos de Ríomar y Estación del Ferrocarril.
MUNICIPIO
SAN SEBASTIÁN DE BUENAVISTA.
SAN SEBASTIÁN DE BUENAVISTA.
Menchiquejo, era el cacique Chimila
que dominaba el territorio indígena, hasta el 20 de enero de 1745, cuando llega
el Maestro de Campo de la Provincia de Santa Marta, José Fernando de Mier y
Guerra, en compañía de 46 familias y funda la población con el nombre de San
Sebastián de Menchiquejo, en tierras cedidas por el cura párroco de Mompox,
José Fernando del Carmen Guerrero. El nombre de San Sebastián, se da en honor
al Virrey español Sebastián Eslava, y Menchiquejo, en honor al cacique Chimila.
En 1751, el mismo José Fernando de Mier y Guerra, bautiza de nuevo a la
población cambiándole Menchiquejo por Buenavista; unos piensan que en razón a
la hermosura de su paisaje, y otros a una misiva proveniente de España, donde
se remitía con ese nombre. San Sebastián, también es llamada la tierra del
Chande, música autóctona de esta región. El sometimiento por parte de Mier y
Guerra, trajo como consecuencia que los indígenas de San Sebastián, para
resguardar sus vidas, huyeran del lugar atravesando el Río Magdalena. Hallazgos
de la presencia indígenas, aún se dan en la población; como las ollas de barro
y huesos encontrados en la finca “El Paraíso”.
MUNICIPIO ZAPAYÁN.
Zapayán.
FUNDACION DE LA POBLACIÓN DE PUNTA DE PIEDRA: Desde mediados del
siglo XVI, dominaba un pueblo indígena situado a orillas de la ciénaga, el
cacique “Zampayán”, perteneciente a la tribu de los Chimila. Ciénaga abastecida
por el cauce del Caño Zapallán, también llamado Coscurnicio y Coscurrucio,
nombre este último derivado de un antiguo pueblo indígena que existió en esa
región.
En el año 1754, el Maestro de Campo
de la Provincia de Santa Marta, José Fernando de Mier y Guerra, toma posesión
de la ciénaga en jurisdicción de Tenerife Magdalena, ahuyenta a los indígenas y
establece allí uno de sus principales potreros para cría de ganado, el cual
bautiza con el nombre de “Zapallán”. Los cronistas españoles escribían Zapayán,
con la letra (Ll).
La actual población toma forma cuando
en el año 1800, llegan agricultores y pescadores procedentes de Robles,
Departamento de Bolívar, guiados por José “Joselito” Calvo, construyen las
primeras viviendas a orillas de la ciénaga y bautizan al pueblo con el nombre
de Punta de Piedra, en razón a la abundancia de piedras en el lugar. Se le
llama la región de las piedras, porque la mayoría de sus pueblos llevan el
nombre de este mineral:
- Piedras de Moler.
- Piedras Pintadas.
- Punta de Piedra.
- Los Cerritos.
Punta de Piedra en el siglo XIX: En el año 1864, se dio grito de
revolución en Santa Marta, contra el Presidente del Estado Soberano del
Magdalena, General José María Louis Herrera, una de las poblaciones liberales
que se pronunció el 30 de junio del mismo año, en favor de esa causa, fue Punta
de Piedra Magdalena.
- En el año 1872, Andrés Macías, oficiaba
de Director de la Escuela Pública de Punta de Piedra, quien puso en
conocimiento del Secretario General del Estado Soberano del Magdalena, que su
firma fue suplantada para cometer un fraude electoral en ese distrito.
- En el año 1877, hubo conspiración
contra el gobierno liberal radical del Magdalena y se hicieron sentir los efectos de un plan revolucionario
preparado en la ciudad de Barranquilla, para impedir la iniciación del gobierno
radical. Uno de los planes se relacionaba con la aprehensión del Segundo
Designado a la Presidencia del Estado Soberano del Magdalena, señor Luis
Capella Toledo, en el Distrito de Punta de Piedra, en horas avanzadas de la
noche para que, derribado el gobierno del Presidente titular Luis Antonio “El
Negro” Robles, no quedara posibilidad de encargarse el Segundo Designado, su
amigo el General Luis Capella Toledo.
El plan se frustró porque no
encontraron hombres dispuestos a levantar la insurrección contra el Estado
Soberano del Magdalena; de modo que el General Luis Capella Toledo, que había
sido aprendido, fue liberado por la intervención decidida de los habitantes de
Punta de Piedra, quienes a su vez hicieron prisionero a los autores del
atentado.
- Siendo Presidente del Estado
Soberano del Magdalena, el General José María Campo Serrano, expidió el Decreto
No. 16, del 30 de junio del año 1879, por medio del cual hizo la convocatoria a
una Convención que tenía como finalidad reconstruir el Estado del Magdalena.
Fue mediante esta disposición que se crearon los Círculos Electorales del Estado del Magdalena y
determinó el número de Diputados por cada círculo electoral, correspondiéndole
al Distrito de Punta de Piedra, un Diputado.
Creación del municipio Punta de Piedra: Por medio de la
Ley No. 59, de diciembre 26 de 1868, se crea el municipio de Punta de Piedra,
en el Departamento de Tenerife, Estado Soberano del Magdalena. En el año 1878,
se encontraba las poblaciones de Punta de Piedra, Piedras de Moler y Capucho,
en la jurisdicción del Departamento de Santa Marta. Según el Decreto No. 72,
del 6 de mayo del año 1887, la población de Punta de Piedra, se encuentra en
jurisdicción del municipio de Cerro San Antonio. En el año 1908, Punta de
Piedra, pasa a la jurisdicción del municipio de Pedraza.
Creación del municipio Zapallán: La Asamblea del Magdalena, por medio
de la Ordenanza No. 005 del 23 de junio del año 2000, crea un nuevo ente
territorial con el nombre de Zapayán, segregado de los municipios de Pedraza,
Tenerife y El Piñón Magdalena. El nuevo municipio es validado por voto popular
el 30 de julio del mismo año, quedando como cabecera municipal Punta de Piedra
y haciendo parte del mismo los corregimientos de Caño de Agua, Capucho, Piedras
de Moler, Piedras Pintadas, Los Cerritos.
Iglesia de Punta de Piedra: Según información registrada en el Archivo Histórico, Eclesiástico, de la Antigua Provincia de Santa Marta, en el año 1876, hubo un Acuerdo para la edificación de la iglesia católica de Punta de Piedra, iglesia que se incendió a comienzos de siglo XX, al igual que la mayoría
de viviendas de la población.
Siempre se ha venerado las patronales de San Luis Beltrán, donde se presentan variedad de desfiles acuáticos, encuentros deportivos, corralejas, procesión, quema de castillo y fandango, del 9 al 12 de Octubre de cada año. Otra de la fiesta religiosa tradicional es la veneración al Sagrado Corazón de Jesús, que se celebra el 14 de Junio.
Piedras Pintadas y el padre San Luis Beltrán: Antaño en ese pueblo llamado Piedras Pintadas, cuando la Ciénaga de Zapayán secaba por el intenso verano, se podía apreciar la huella en bajo relieve de una abarca o sandalia, que según la tradición pueblerina correspondía al píe izquierdo de San Luís Beltrán; santo patronal que al verse burlado por los indios que se negaron hacerle trasbordo al caserío de Bomba, ubicado a orillas de la misma ciénaga, se hizo la señal de la santa cruz y pasó al otro lado sin ningún problema. En estas poblaciones a orillas de la Ciénaga de Zapayán, San Luis Beltrán, que estuvo en la región de Tenerife del año 1562 a 1569, el santo solía recogerse en oración.
Siempre se ha venerado las patronales de San Luis Beltrán, donde se presentan variedad de desfiles acuáticos, encuentros deportivos, corralejas, procesión, quema de castillo y fandango, del 9 al 12 de Octubre de cada año. Otra de la fiesta religiosa tradicional es la veneración al Sagrado Corazón de Jesús, que se celebra el 14 de Junio.
Piedras Pintadas y el padre San Luis Beltrán: Antaño en ese pueblo llamado Piedras Pintadas, cuando la Ciénaga de Zapayán secaba por el intenso verano, se podía apreciar la huella en bajo relieve de una abarca o sandalia, que según la tradición pueblerina correspondía al píe izquierdo de San Luís Beltrán; santo patronal que al verse burlado por los indios que se negaron hacerle trasbordo al caserío de Bomba, ubicado a orillas de la misma ciénaga, se hizo la señal de la santa cruz y pasó al otro lado sin ningún problema. En estas poblaciones a orillas de la Ciénaga de Zapayán, San Luis Beltrán, que estuvo en la región de Tenerife del año 1562 a 1569, el santo solía recogerse en oración.
MUNICIPIO PEDRAZA.
"LA CEYBA DE PEDRAZA": En el año 1786, el caserío de Pedraza, se formó en tierras de propiedad de los vecinos de Cerro San Antonio Magdalena, conformadas por 21 familias de malos hábitos, razón por la cual a causa de su mala vecindad, los indios Chimila abandonaron el pueblo de Guaquirí, jurisdicción de este municipio y en donde habitaba el cacique Catoré. De acuerdo a historiadores ese Cacicazgo indígena fue de los más importantes en la región.
Hay un testimonio de los cronistas españoles, que esos indígenas se oponían a la llegada de San Luis Beltrán, al caserío de Bomba, jurisdicción hoy del municipio de Pedraza. En esa época el sacerdote Luis Beltrán, años 1562 a 1569, solía recogerse en oración en esa población.
Hay un testimonio de los cronistas españoles, que esos indígenas se oponían a la llegada de San Luis Beltrán, al caserío de Bomba, jurisdicción hoy del municipio de Pedraza. En esa época el sacerdote Luis Beltrán, años 1562 a 1569, solía recogerse en oración en esa población.
En el año de 1790, creyendo servir a Dios y a la causa pública, el Gobernador de la Provincia de Santa Marta, José Ignacio Astigarraga, mandó a destruir la ermita y 16 bohíos, por causa del mal comportamiento y por causa del contrabando persistente de sus habitantes; destrucción que no fue del agrado del Obispo de Santa Marta, Francisco Navarro Acevedo, por lo que se quejó ante el Virrey Antonio Porlier.
De modo que por influencia del Obispo Navarro Acevedo y del Capitán Pablo José Torregroza y Escalante, quien quería colocar dos hermanos suyos en el pueblo (uno de Juez y el otro de cura); es cuando el Virrey Antonio Porlier, mediante Decreto del dos de diciembre de 1791, ordena que se reconstruya a su costa la población.
Con esta autorización el Capitán Pablo José Torregroza y Escalante, reúne a las familias dispersas y con los recursos económicos aportados por el Virrey, empieza a construir las nuevas viviendas y la iglesia, el 25 de enero de 1792, en el pueblo que llamaron “Ceyba de Pedraza”.
Como el Virrey Antonio Porlier, era oriundo de Pedraza España, ese fue el motivo para honrar su memoria con el nombre de la nueva población. El 25 de diciembre de 1792, el Obispo de la Diócesis de Santa Marta, Anselmo José de Fragata y Márquez, erigió la aldea en parroquia y con el nombre de “San Pablo de Pedraza”, en honor al patrono del pueblo San Pablo de Tarzo.
En el año 1802, el pueblo de Pedraza, fue trasladado al lugar donde hoy permanece. En pleno siglo XXI, la población de Pedraza cuenta con dos barrios (Arriba y Abajo) y cinco polvorientas calles con nombres bastante originales: Rincón Guapo, Pela el Ojo, Cachosolo, Majayura y La Loma. Como dice el himno municipal:
Tiene un cerro donde se divisa,
es el fuerte de la población,
es el punto envidiable que invita
al romance y a la inspiración.
al romance y a la inspiración.
MUNICIPIO PUEBLOVIEJO.
En 1519, una expedición de españoles
navegando por el mar caribe, al pasar frente al pequeño caserío indígena de
Pueblo Viejo, vieron en el lugar, indios Pextaguas; que construyeron sus
bohíos, a orillas de la Ciénaga Grande, porque eran recolectores de moluscos,
agricultores de yuca y maíz en la Isla de Salamanca. Luego el Fray Juan B.
Viana, que llegó al pueblo indígena el 19 de marzo de 1526, lo catequiza
dejando como santo patronal a San José; es por esta circunstancia que le da el
nombre de “Playas de San José de la Ciénaga”, primera población que fue
destruida por las arremetidas del mar. Posteriormente se volvió a construir
“Villa San José de Pueblo Viejo”, unos kilómetros más alejado del mar, poblado
que también sufrió las inclemencias de las olas marinas. En 1585, el misionero
Fray Luis de Zapata, crea una parroquia de indios. El mar siempre ha querido
tragarse la población: En el siglo XVIII, a petición de Antonio del Castillo,
indio Capitán del pueblo de la Ciénaga, trasladaron hacía esa población, veinte
familias amenazadas por las corrientes del mar, fueron reubicadas en lo que es
hoy el occidente de Ciénaga. A comienzos de siglo XX, una marea de cuatro
metros de altura “sepultó” al pueblo, quedando casas de madera, lujosas
mansiones, la iglesia, debajo del agua salada. Otra desgracia ocurrió en 1886,
durante la guerra civil, el pueblo es incendiado y reconstruido nuevamente con
el nombre de Pueblo Viejo. En el año 1900, durante la Guerra de los Mil Días,
el General conservador Florentino Manjarrés, a quien le decían “El Jorobado”,
mandó bombardear el pueblo identificado con el ideario liberal, porque según
él, le servía al General Rafael Uribe Uribe de pasadero entre Tenerife y
Ciénaga; lo incendiaron y la gente se escondió entre el monte, o se fugó a
Ciénaga.
En la década de 1960, el mar se
encontraba a dos mil metros de la carretera Ciénaga- Barranquilla, pero la
erosión costera ha ocasionado daños a la infraestructura vial y es un peligro
que representa para gran parte de esa población y especialmente del
corregimiento de Tasajera. Esa erosión costera cada día acaba con la poca
extensión de tierra con que cuenta el municipio entre el mar Caribe y la
Ciénaga Grande de Santa Marta; fenómeno que no solo afecta el medio ambiente,
sino la economía, la infraestructura, el hábitat y la calidad de vida. Son
varias amenazas que tiene el municipio: Suelos de amenaza natural, amenaza por
inundaciones y amenaza por agentes marino-costeros. El suelo de amenaza
natural, comprende aquellas franjas de tierra que presentan problemas de
inundación en épocas de invierno, los suelos que permanecen inundados gran
parte del año. La amenaza por inundaciones, se haya asociada al desborde de
ciertos cuerpos de agua como son: la Ciénaga Grande de Santa Marta; los ríos
Aracataca, Tucurinca, Sevilla y los Caños San Joaquín, Pájaro, entre otros. La
amenaza por agentes marino-costeros, se relaciona a la acción de agentes como
el viento, las mareas y olas, producto de tormentas tropicales y huracanes que
ocurren principalmente en el Mar Caribe. Con razón se dice que el verdadero
Pueblo Viejo, ya no existe, se encuentra sepultado en el mar; sus habitantes
viven ahora, en un pueblo nuevo.
MUNICIPIO EL RETÉN.
Desde el siglo XIX, ya existía la aldea
“San Sebastián de El Bongo”, ya que el prócer y Almirante José Prudencio
Padilla, pasó por allí antes de su muerte en 1828. A ese sitio montañoso llegó
en 1904, el General Gregorio Antonio Garzón Chacón, Jefe Civil y Militar en
Ciénaga, decepcionado de la Guerra de los Mil Días. En “San Sebastián de El
Bongo”, establece el General, un aserrío para comercializar madera con
Barranquilla, empresa que tuvo en el lugar hasta 1912, año que resuelve
trasladarse a un lugar más cercano de Aracataca, en busca de mejor madera. De
esta forma en tierras de su propiedad, a 16 kilómetros de la anterior, donde le
tocó transitar por el único áspero camino, construye el 24 de junio de 1913, un
“Ranchón”, donde acampana con una cuadrilla de soldados, aserraderos y familiares.
Como el “Ranchón”, era paso obligado que los transeúntes ocupaban cuando había
lluvias y se los cogía la noche, fue la razón para que el General estableciera
un retén militar, para que no le causaran molestias. De modo que en el
“Ranchón”, se formó con el tiempo el pueblo llamado El Retén, nombre que en
milicia significa: Tropa que sirve como refuerzo de un puesto militar.
Después de haber afrontado
sangrientas batallas en la región, el General Garzón, se convirtió en impulsor
y defensor del pueblo fundado. Territorio que fue protagonista de los
acontecimientos ocurridos en la antigua Zona Bananera y que hace parte de la
microcuenca hidrográfica del Río Fundación y de la microcuenca hidrográfica del
Río Aracataca. Tierra que desde 1915, tiene comercio con los pueblos
circunvecinos, en 1942, inicia el cultivo de Arroz, luego el Algodón, Ajonjolí
y se instalan las primeras arroceras. Pueblo que en 1952, se siembra la primera
palma de aceite llevada por José Antonio “Macoca” Martínez. En 1953 se terminó
de construir la iglesia San Juan Bautista. En 1963 se crean los barrios San
Miguel y Campo-Murcia, San Isidro, con personas oriundas del Departamento de
Bolívar. Entre 1986 y 1987 comienza a funcionar el acueducto municipal.
En 1928, llegó el tren a recoger banano
y en 1940, se hizo carretera por el trayecto de la línea. Por ser un pueblo
agrícola existían maquinaria de varios tipos que funcionaban algunas con
tractorina y otras con gasolina y acpm. Famosa fueron las “Chivas”, que
transportaban pasajeros y cargas desde El Reten, hasta Aracataca y Fundación;
se destacan las de Juan Buchar y Humberto Daconte. Una “Chiva”, que viajaba de
Aracataca a EL Retén, se llamaba “Yo también fui último modelo”.
MUNICIPIO SANTANA.
CHIMILA, PRIMEROS HABITANTES: Fueron los Chimila, quienes se
beneficiaron primero de este territorio ubicado a orillas del Río Magdalena, a
los cuales más tarde se juntaron negros, zambos, mestizos y blancos. Algunos
sostienen que el primer nombre del sitio fue “Génova”. El Teniente Coronel de
los Reales Ejércitos, Miguel de Santisteban, oriundo de Panamá, realizó un
extenso viaje por estas regiones, entre 1740 y 1741, recorrido que plasmó en su
Diario de Viaje. Sobre el sitio de Santana manifestó que estaba opuesto al
pueblo de Talaigua y tenía algunas casas.
Desde 1744, el Maestro de Campo de la
Provincia de Santa Marta, José Fernando de Mier y Guerra, fue autorizado por el
Virrey Sebastián Eslava, para que fundara varios pueblos; de modo que la
fundación de Santana, se inicia en 1748 y se termina de perfeccionar en 1750.
Sobre el particular hay un documento dirigido a Mier y Guerra, en noviembre de
1749, donde se menciona el sitio de "Santa Ana de Pueblo Nuevo". Fue
el 26 de julio de 1750, cuando José Fernando de Mier y Guerra, acompañado de 72
familias, compuestas por 344 personas, organiza al pueblo que llamó “Santa Ana
de Buena Vista”, en jurisdicción de Tamalameque. La mayoría voluntarios
pobladores que fueron ubicados en diversos barrancos no inundables, de acuerdo
con las leyes españolas: Plaza, iglesia, calles rectas, un comisionario para
administrar justicia y un cura para adoctrinarlos.
Antiguo
Parque Central Santana.
Traslado de la población de Santana: A finales del siglo XVIII, hubo que trasladar la población al lugar que hoy se encuentra, debido a las inundaciones; pueblo situado una legua más abajo, en los barrancos del Barrio Arriba. En 1888, la mayor parte de las casas son de palmas, lo mismo que la iglesia; pero hay algunas de tejas y de azotea, hay locales propios para la alcaldía y para la cárcel. El matadero es de palmas. Las industrias son la cría de ganados y el cultivo de pastos y de tabaco. Cuenta el Distrito municipal este mismo año, con 2,500 habitantes. Ha sido un municipio con alto desarrollo cultural por lo que recibió calificativos, como “La Atenas del Magdalena”, “La Perla del Sur del Magdalena”.
MUNICIPIO CHIBOLO.
Sobre la fundación del pueblo de
Chibolo, hay varias versiones: Se cree que en 1820, un grupo de campesinos en
busca del Bálsamo de Tolú, se desplazaron desde el corregimiento de Santa Inés,
municipio de Tenerife, hacía las montañas de esta población, de los cuales
varios vecinos se ubicaron alrededor de “Los pozos llorados”, o pozos de agua
salobre, entre ellos los señores Manuel Púa y Agustín Anaya, a quienes se les
atribuye la fundación del pueblo. Otra teoría afirma, surge como consecuencia
del triunfo del General Hermogenes Maza en 1820, sobre los españoles en
Tenerife; es cuando los derrotados penetran las montañas chiboleras, huyendo
del ataque militar. De todas maneras el año 1820, es considerado como la fecha
de fundación más exacta; en donde sus pobladores son de color blanco, cabellos
lisos, de temperamento jocoso y de enorme machismo.
También sobre el origen del nombre
del pueblo hay diferentes hipótesis: Unos piensan que en el lugar donde se
formó el caserío abundaba mucho Carreto, árbol que tiene en el tallo una
protuberancia o nudo que los campesinos denominan “chibolo” y que dejaron para
siempre como nombre de la población. Según esta versión no queda duda cómo debe
escribirse esta palabra, ya que había originado una controversia, en donde algunos
lo escribían con “V” y otros con “B”. Es decir que esta palabra viene de bola y
no de chivo. Sobre el origen del nombre de Chibolo, la otra versión indica que
en el territorio había una tribu indígena que en su dialecto predominaba la
raíz del vocablo “Chi”.
MUNICIPIO SALAMINA.
En el siglo XVIII, el sitio de
Guáimaro, estaba habitado por familias indígenas Chimila; fue tanta su
importancia que para 1812, contaba con un alcalde y un comandante del ejército.
Por autorización del Maestro de Campo de la Provincia de Santa Marta, José
Fernando de Mier y Guerra, se establecen en el lugar los capitanes españoles
Julián Valera y Antonio Sánchez, con hatos de ganado. Debido a las inundaciones
del territorio y arremetidas de los indígenas, los españoles abandonaron el
paraje. Pasado cierto tiempo volvieron en compañía de diez familias más, para
completar dieciocho, fue cuando levantaron una capilla agregada a la parroquia
de Remolino. En 1766, tenía sesenta habitantes, fue el año en que Julián Valera
y Antonio Sánchez, bautizan la población con el nombre de “Nuestra Señora de la
Victoria de Castro”. Para 1769, establecen hatos de ganado en la población los
españoles José Flórez Langoria y Eduardo De La Guerra. Una de las mayores
inundaciones de Guáimaro fue en 1774, entonces las 120 familias se ven en la
necesidad de trasladarse al pueblo indígena cercano “Punta Gorda”, bautizado
más tarde como Salamina.
A “Punta Gorda”, llegó en 1763,
procedente de Pivijay, el Capitán Agustín De La Sierra, con el propósito de
pacificar a los indígenas Chimila; indios que le encomendó su compañero de
conquista, el Capitán español Antonio José Vélez. Después de dadivas, buen
trato, encomienda y evangelización de los aborígenes; Agustín De La Sierra, el
29 de septiembre de 1765, funda el nuevo pueblo como “San Miguel de Punta
Gorda”, nombre en honor a San Miguel Arcángel, por ser ese su día religioso.
Población que fue destruido en 1790, por el Gobernador Astigarraga, pero
reconstruida nuevamente en 1791. En 1787 Agustín De La Sierra, nombra al Fray
Silvestre Alsina, cura doctrinero de la población; cuya iglesia fue construida
en 1791, obra realizada por Don Domingo Donato Jiménez de Tejada. Al llegar
Bolívar en 1812, llama a la población Salamina, nombre en honor a la isla
Griega de Salamina, donde ocurrió en el año 480 antes de Cristo, la segunda
guerra médica. El 21 de diciembre de 1822, el Gobernador de la Provincia de
Santa Marta, asciende la aldea de Salamina, en parroquia municipal, por
solicitud que hiciera Pedro Juan Visbal. En 1853, mediante la Ordenanza No.
VII, del primero de diciembre de 1853, la Legislatura Provincial del Magdalena,
lo declara distrito municipal; luego mediante Decreto No. 22, del 15 de
septiembre de 1865, se ratifica la categoría de municipio. Por Resolución del
18 de abril de 1882, se declara a Guáimaro, corregimiento de Salamina.
MUNICIPIO SITIONUEVO.
Este municipio del Magdalena,
localizado en las Lomas de Aguas Vivas, sobre la margen derecha del Río
Magdalena, a 4 kilómetros de Barranquilla; empezó a formarse en 1550, cuando
los indígenas establecidos en el lugar, sintieron la presencia de
conquistadores interesados en la explotación agropecuaria del territorio. El
primero en descubrir lo fértil de estas tierras, fue el Juez de Barranca San
Nicolás, hoy Barranquilla, Miguel Téllez Camacho en 1690; quien penetró a las
montañas luchando contra los Chimila, logrando construir casas, en compañía de
otros españoles e indios pacíficos, en el potrero llamado “Laderas de
Remolino”, ubicado cerca del Río Magdalena. Desde entonces la región tomó
importancia porque otros vecinos blancos comenzaron a pedir a la Corona
Española, se les adjudicaran baldíos. Fue así como en 1717, al español
Cristóbal Araujo, le fueron cedidas 4.230 hectáreas, en la Isla de Salamanca;
lo mismo que a Juan Gabriel de Fontalúa, con 2.538 hectáreas, tierras que a su
muerte, se las anexaron al potrero del Juez Miguel Téllez Camacho en 1729. La
formación de hatos ganaderos tuvo mucha acogida, de tal manera que el Maestro
de Campo de la Provincia de Santa Marta, José Fernando de Mier y Guerra,
resuelve agrupar las familias vecinas en el lugar más adecuado y acompañado de
43 vecinos de la región; el 1 de enero de 1.751, funda la nueva población
oficialmente en homenaje al Virrey José Alfonso Pizarro, con el nombre de “Santa
Cruz de Pizarro”, en un área de terreno cedido por Miguel Téllez Camacho.
Luego de haber establecido el sitio
de la población Mier y Guerra, nombra cabildo y designa como cura doctrinario a
Fray Buenaventura de Murcia, religioso de la comunidad Capuchina. El lugar de
la fundación del pueblo produjo conflictos y litigios, con vecinos blancos como
Andrés de Madariaga; el alcalde de Soledad, Domingo Camarillo y con otros
hacendados; quienes se opusieron a la fundación en el lugar escogido, azuzando
a sus esclavos para que perturbaran la tranquilidad de los pobladores. Ni los
despojos, ni los incendios, ni los malos tratos, impidieron el desarrollo de la
fundación; razón por la cual en 1754, el padre Capuchino Buenaventura de
Murcia, salió en defensa de sus habitantes, la mayoría indígenas civilizados.
En 1763, los hacendados perdieron el litigio ante la Real Audiencia de Santafé,
quien le dio la razón a Mier y Guerra y sus 43 acompañantes.
El 10 de enero de 1758, el Capitán de
fragata, Juan Aristegui, dio posesión definitiva al pueblo en el lugar que hoy
se encuentra; que entre otras cosas, por las inundaciones históricas del río ha
cambiado de sitio. Ejemplo de esta circunstancia, ocurrió el seis de julio de
1810, cuando los vecinos de Sitionuevo, solicitaron permiso al Gobernador de la
Provincia de Santa Marta, Víctor de Salcedo, para trasladar la población al
lugar de Aguas Vivas. Pueblo que ha tenido los siguientes nombres: Primero,
“Santa Cruz de Pizarro”; luego, “Santa Cruz de San José”; y en el año 1808, quedó
para siempre Sitionuevo. De acuerdo a un informe del archivo histórico de la
Diócesis de Santa Marta, el 19 de agosto de 1803, fue creada la iglesia, que
para la época contaba con 2.783 almas y cuyos patrones eran San José y La Santa
Cruz.
MUNICIPIO FUNDACIÓN.
Los indios de esta región
correspondieron a las provincias indígenas Taironaca, y Macongana. La mayoría
dependían de la tribu Cataca, que se desplazaban por el Río San Sebastián de
Taironaca, hoy llamado Río Fundación. Los primeros pobladores que irrumpieron
las montañas indígenas de Fundación Magdalena, fueron inmigrantes de familias
alemanas, francesas, irlandesas, enviadas por el Virrey Francisco Gil y Lemos,
con el fin de explotar las fértiles tierras agropecuarias. Al mando del Coronel
de Milicias Pascual Diazgranados y procedentes de Cartagena, se establecieron
los inmigrantes el día 19 de marzo de 1789, en la “Nueva Fundación de San
Carlos de San Sebastián”, lugar ubicado en el punto de cruce que del camino de
Ciénaga se llegaba a Valencia de Jesús, a través del Río San Sebastián de
Taironaca. Además de las explotaciones agropecuarias del lugar, los nuevos
residentes se dedicaron al “Mazamorreo”, quiere decir a la búsqueda de oro. El
francés Pedro Cothenet, abrió el Río San Sebastián de Taironaca para la
navegación y posteriormente en 1792, fue nombrado por la Real Audiencia de
Santa Fe, primer juez del sitio. Las tierras donde hoy día está ubicado el
corregimiento de Santa Rosa de Lima, pertenecieron a este ilustre ciudadano.
Debido a las guerras civiles que ocurrieron en el siglo XIX, la población se
fue diezmando y buena parte migró a Cangregal (Lo que es hoy Aracataca), y a
otras poblaciones, dejando de existir el pueblo “Nueva Fundación de San Carlos
de San Sebastián”.
Desde finales de siglo XIX, el
General cienaguero Sergio Manuel Rosellón, tenía la posesión de mil hectáreas
de tierras del baldío llamado “San Francisco de Fundación”, ubicadas en la
margen izquierda del río, las cuales le fueron adjudicadas por el Ministerio de
Agricultura, por solicitud que hizo el 28 de mayo de 1898. Terreno que para su
mayor desarrollo empresarial agropecuario a parceló en cuatro divisiones. En
febrero 15 de 1899, el ganadero Manuel Faustino Mojica, oriundo de Pivijay y
residenciado en Aracataca, compró “La Envidia” a Julio Ramírez, una de las
cuatro divisiones que tenía el baldío de mayor extensión, “San Francisco de
Fundación”. Allí Mojica, construye un corral y una casa rudimentaria a orillas
del Río Fundación, el 25 de noviembre de 1902. Como el lugar era inundable lo
que ocasionaba perdidas constantes, Manuel Mojica, decidió trasladar la
vivienda a la margen izquierda que no se inundaba.
El 22 de octubre de 1906, llega el
tren a la estación ferroviaria Buenos Aires, ubicada precisamente en el predio
de mayor extensión “San Francisco de Fundación”, lugar en donde el tren
retornaba hacia al puerto de Santa Marta. La estación y el desarrollo férreo,
provocó la llegada de personas de otras partes atraídas por las obras y por la
dinámica comercial de importante medio de transporte. De esta manera “La
Envidia”, aumentó su número de viviendas a 40.
Los sucesivos traspasos de la
propiedad del terreno, van de Manuel Faustino Mojica a Ricardo López Escalante;
de esta manera la parcela “La Envidia”, se convierte en una progresiva
población. El primer nombre del pueblo fue “La Envidia”; a partir de 1923, se
le conoce como Fundación, por estar ubicado en la antigua finca “San Francisco
de Fundación”, margen izquierda del río del mismo nombre.
MUNICIPIO ARACATACA.
La tribu Chimila, dirigidos por el
cacique Ara, tomaron asentamiento en la ranchería Playas Blancas, ubicada a
orillas de un río; allí construyeron sus bohíos y bautizaron al río con el
nombre de Cataca, que significa en su dialecto “Agua clara”. Tiempo después los
españoles prosiguiendo la conquista llegaron hasta la ranchería Playas Blancas
y en jornada de arduos combates vencieron al cacique Ara, destruyendo la
ranchería. Siguiendo el curso del río los españoles se establecieron en las
tierras de “La Santísima Trinidad de Aracataca”, que en 1797 fueron adjudicadas
a Don Basilio García; tierras de tabaco, cacao y madera, en donde al juntar los
vocablos Ara y Cataca, se formó la palabra Aracataca.
Se menciona su existencia territorial
el primero de diciembre de 1853, cuando la Legislatura Provincial del
Magdalena, dictó la Ordenanza No. VII, en la que aparece como “Santísima
Trinidad de Aracataca”; una aldea en jurisdicción del Distrito de Ciénaga, denominación que
duró hasta 1870, cuando quedó para siempre como Aracataca, con 292 habitantes.
En 1885, llegaron a “Cangrejal”, como también le llamaban, vecinos del
territorio de Fundación, huyendo de los abusos cometidos por tropas militares
durante las permanentes guerras civiles del siglo XIX, es la fecha de la
fundación de Aracataca, que se reconoce oficialmente.
MUNICIPIO
PIJIÑO DEL CARMEN.
PIJIÑO DEL CARMEN.
“Hatillo de Pijiño”, fue el primer
nombre de este municipio; que significa reunión de ganado, en los árboles de
pijiño, ubicados principalmente en los humedales La Baizana. “Pijiño del
Carmen”, su segundo nombre se origina de una leyenda que cuenta que de las
aguas de la ciénaga, salió una tabla flotando y en ella se reflejaba la Virgen
del Carmen, patrona del pueblo.
Antaño la ranchería de Pijiño del
Carmen, pertenecía a las tierras de San Zenón Magdalena, en donde habitaban
indios Chimila, mulatos y esclavos a orilla de la ciénaga del mismo nombre,
zona importante para el desarrollo de la agricultura, la pesca y la ganadería. Cuando
el Maestro de Campo de la Provincia de Santa Marta, José Fernando de Mier y
Guerra, funda la población de San Zenón en 1750, deja los playones y Ciénaga de
Pijiño, como territorio especial para el cultivo de Pancoger y la cría de
ganado, implantando el célebre y antiguo “Hatillo de Pijiño”. A partir de esa
fecha, el hatillo de vaquería de esclavos, indios y mulatos, se transforma con
el tiempo en la población de 28.000 habitantes que es hoy día.
En el escudo municipal la flor del
árbol pijiño simboliza el nombre del pueblo y
encierra toda la esencia del escudo;
mientras que el fruto representa el florecimiento de un pueblo y los frutos de
la prosperidad desde la fundación. Una de las estrofas del himno dice así:
La Baizana fue quien dio tu
nacimiento
cuenta la historia que fue por un
pescador
que inspirado por sus grandes
pijiñales
fue Pijiño como así te bautizó.
El pijiño, cuyo nombre científico es
Genipa Americana, es un pequeño árbol entre 15 y 25 metros de altura; tronco
cilíndrico, recto, hojas opuestas, lanceoladas. Con flores en cimas, blancas,
amarillas o rojas; el fruto es una baya comestible de cáscara gruesa y semillas
fibrosas. De su madera color rosa y vidriosa, se elaboran cucharas de palo.
Desde el año de 1760, sacerdotes
procedentes de Santana y San Zenón, penetraron el territorio para adoctrinar al
pueblo indígena y desde 1825, ya se contaba con una iglesia, que para 1871,
atendía feligresía de 200 almas. El 16 de julio son las fiestas patronales de
la Virgen del Carmen, pero también se venera a la Virgen del Retablo el 3 de
mayo.
En 1811, el territorio de Pijiño y el
corregimiento de Cabrera, fue ocupado por el ejército del Capitán español
Antonio Garnier; pero en octubre de 1812, las tropas patriotas bajo el mando de
los momposinos Vicente Gutiérrez de Piñeres y el Coronel Pantaleón de Ribon,
incendiaron la población y desalojaron a los españoles establecidos en el
lugar.
MUNICIPIO PLATO.
Territorio Chimila en Plato Magdalena: El territorio Chimila estuvo comprendido hasta
el siglo XVIII entre el Sur y Occidente del piedemonte Sierra Nevada de Santa
Marta, el Bajo Magdalena y el Río Cesar. Durante el siglo XVIII el territorio
Chimila fue sometido a la continuada invasión por los hacendados españoles, que
finalmente obligaron a los indígenas a aceptar reducirse a poblados a cargo de
misioneros capuchinos a finales de ese siglo y al comenzar el siglo XIX. Aprovechando
la guerra de independencia los Chimila dejaron los poblados y se internaron en
las selvas, especialmente en la cuenca del Río Ariguaní.
Los Chimila agricultores y ganaderos
por tradición, a través del tiempo han ido perdiendo sus tierras para sus quehaceres,
ya que la civilización les ha arrebatado gran parte de los terrenos que
heredaron de sus antepasados reduciéndolos a un área aproximada de 800
hectáreas, donde habitan con sus animales.
El acoso de los terratenientes trajo
como consecuencia la división de la comunidad indígena, que para sobrevivir,
una parte emigró al municipio de Plato y allí creó el Resguardo Isa Oristuna
II, en un área de 285 hectáreas; mientras que el resto permaneció en el antiguo
corregimiento de San Ángel, en el Resguardo Isa Oristuna I, en un área de 280
hectáreas. Su lucha logró que el Instituto Colombiano para la Reforma Agraria
extinguiera el dominio de los hacendados en un sector de la finca La Sirena, al
que se le agregó un terreno comprado por la misma entidad en la finca Alemania
el 2 de abril del año 1992.
La zona donde se fundó Plato
Magdalena, formaba parte de los antiguos dominios de los indios Chimila, de los
cuales sobrevive hasta hoy el asentamiento conocido como Isa Oristuna II, que
perteneció al municipio de Plato hasta mediados del año 1999, cuando por efecto
de la segregación de los corregimientos de Las Mulas y Céspedes, pasó a formar
parte del nuevo municipio de Sabanas de San Ángel. La región de Las Mulas fue
el sitio donde nació el gran juglar vallenato Francisco Pacho Rada Batista.
Hoy esos indígenas viven
fundamentalmente de la agricultura y los sueños parecen ser muy importantes
para su cultura. Desde el año 1986 la Oficina de Asuntos Indígenas del
Magdalena hace presencia en la comunidad Chimila con programas de salud,
educación y asistencia técnica. Los Chimila aun hablan su idioma.
En el año 2013, Yuma Concesionaria,
constituyó un equipo de arqueología conformado por 7 arqueólogos, quienes
fueron los encargados de llevar a cabo rescates arqueológicos identificados
antes y durante la ejecución de las actividades de ampliación y mejoramiento de
la vía Bosconia Cesar-Plato Magdalena-Zambrano Bolívar. Uno de los trabajos a
resaltar por las características e importancia del hallazgo, correspondió al
rescate realizado en el municipio de Plato Magdalena. Este sitio arqueológico
se localizó adyacente al peaje del puente de Plato, al interior del balneario
El Caporal, a orillas del Río Magdalena. Bajo la sombra de árboles los
arqueólogos de Yuma, excavaron un singular contexto prehispánico, alrededor de
10 individuos enterrados de diversas maneras fueron depositados al interior de
una vivienda prehispánica, los investigadores han analizaron el material
cultural recuperado, llevando a cabo la clasificación de la cerámica,
restaurando los restos óseos, fotografiando y dibujando este importante
hallazgo.
Fundación del pueblo plateño: De la tribu Chimila, hacían parte
indios que llamaban Alcaholados y Pintados, en el complejo cenagoso de Zárate;
región del cacique Zárate, jefe supremo de las tribus indígenas que usaban
pintura corporal de achiote. Fueron esos indígenas los que años más tarde se
ubicaron sobre el caño Las Mujeres (orilla contraria donde se levanta el actual
Plato); allí fundaron “Plato Viejo”, nombre en honor a un hijo del cacique
Zárate.
Desde el año de 1569, cuando la
Comunidad Franciscana fundó el Convento de San Buenaventura de Tenerife
Magdalena; vecinos de esta población, venían haciendo penetraciones en el
territorio plateño, con el fin de explotar las haciendas y adoctrinar los
Pintados. Los Pintados, se constituían en los más racionales de la nación
Chimila y con ellos fue fácil la evangelización por parte de los españoles.
Vivian con sujeción a la ley, tenían cárcel y prisiones para los malhechores.
Al embriagarse se recogían a dormir tranquilos y quien no lo hiciera era
obligado por su autoridad. Mantenían sus iglesias limpias, trabajaban la boga
en el río y sacaban Bálsamo de Tolú.
En esas visitas frecuentes que hacia
la Comunidad Franciscana a Plato, el párroco de Tenerife Fray José Nicomedes De
Fonseca y Meza, un ocho de diciembre de 1626; día que se celebraba una misa,
bautizó a la población indígena como “Villa Concepción de la Plata”, nombre en
honor a la Virgen de la Concepción, por ser ese su día de fiesta.
Años después, el Virrey Sebastián
Eslava, comisiona al Maestro de Campo de la Provincia de Santa Marta, José
Fernando de Mier y Guerra, para asegurar el dominio del territorio; tarea que
culmina el dos de febrero de 1754, cuando en compañía de 106 vecinos, refunda
la población a la cual le dio el nombre de “Villa de la Concepción de la
Plata”. Con el transcurrir del tiempo el nombre del pueblo se resumió en el
término masculino Plato, en vez de Plata.
Comenta el historiador plateño
Guillermo Choperena Ramos, Coordinador de la Fundación Renacer Cultural de
Plato, que para el año de 1755, el Maestro de Campo de la Provincia de Santa
Marta, José Fernando de Mier y Guerra, solicita una campana para la iglesia e
informa que la población pertenece a la jurisdicción de Tenerife Magdalena y
señala el español textualmente sobre la fundación del pueblo:
“La utilidad de esta fundación se
origina y veráse experimentada en dos manera: la una, haber como las demás ya
fundadas en orden de canjear a los Chimila el terreno que con tan gran
libertad en los pasados tiempos poseían
y por aquella parte como mayor sosiego: y otra, servir de reparo a los pueblos.
Así desde los pintaos como los demás, establecidos en aquella provincia, fueron
trasladados a ésta por orden del excelentísimo Señor Eslava, a causa de las
ciertas evidencias que hubo de la población y compañía que hacían sus naturales
con los de la nación Chimila, en la que lograban mejor sus emboscadas, asaltos
y acontecimientos viniendo más bien la comprobación de todo estar aquella
fundación a proporcionada distancia de la orilla del río manejada por el
referido caño llamado los Pintaos”.
Así describe el historiador José
Gnecco Laborde a Plato, en su libro
Nociones de Geografía del Departamento del Magdalena, publicado en el
año 1896:
“Las casas en lo general son de
bahareque, techadas de palmas, sin que falte alguna de cal y canto y
azotea. El cementerio es hermoso. Los
edificios públicos son el matadero, la cárcel, la alcaldía y el juzgado, todos
en estado de completa ruina. La
industria principal es la cría de ganado vacuno y el cultivo de pastos. Se calcula la población del Distrito en 3,000
habitantes”.
Para el periodo (2016-2019), el
alcalde Jairo Molina De Arco, continuando con el embellecimiento de la
población emprendida por el alcalde Jaime Peñaranda, periodo (2012-2015), le
dio inició al proyecto de andenes, anillos y cunetas, invirtiendo millonarios
recursos.
MUNICIPIO EL BANCO.
Antes de los conquistadores, la
región estaba poblada por indios Chimila, en el País de Pocabuy, que significa
indígenas que vivían a orillas de las ciénagas. En 1536 el conquistador Gonzalo
Jiménez de Quesada, subiendo por el Río Magdalena hacía el interior del país,
observa en el paraje, aborígenes que lucen larga y abundante barba, de
inmediato bautiza la aldea con el nombre de “Pueblo Barbudo”. De regreso a
Santa Marta su compañero de viaje Melchor de Valdez en 1541, no encontró las
chozas que había visto cinco años antes, las cuales fueron destruidas por los aborígenes.
Entonces, sobre esas cenizas funda y bautiza un nuevo poblado con el nombre de
“Santiago de Sompayón”. Sompayón fue el nombre que los españoles le dieron al
vocablo con el que los indígenas designaban a un Indio Barbudo: “Sompachai”.
En 1544 Lorenzo Martín, lo renombró
como “Tamalameque”, en honor a un cacique indio. En 1680, José Domingo Ortiz,
negro proveniente de las minas de Loba, funda un caserío de pescadores en la
confluencia del Río Cesar, con el Río Magdalena, denominándolo “El Banco”; nombre
que se origina por el hecho de encontrase el sitio ubicado sobre un peñón en
forma de banco. Como la población de El Banco, era un sitio estratégico tanto
para los indios como para los españoles fue constantemente destruido.
En 1747, el Maestro de Campo de la
Provincia de Santa Marta, José Fernando de Mier y Guerra, reagrupa 134 vecinos
que andaban dispersos y con ellos, funda la nueva población con el nombre de
“Nuestra Señora de la Candelaria de El Banco”. En el lugar trazó calles,
plazas, levantó casas y se empezó en firme la construcción del templo, lo que
entusiasmó al Virrey Sebastián Eslava.
MUNICIPIO ARIGUANI.
El historiador oriundo de El Difícil
Magdalena, José Manuel Díaz Barrios, sobre la fundación del pueblo manifiesta:
“Su cabecera o centro administrativo y político es la localidad de El Difícil,
poblada desde 1901 por desplazados de origen conservador que huían hacia zonas
montañosas tras las primeras arremetidas de las fracciones armadas liberales en
sitios como Plato, Tenerife y Chibolo, en pleno desarrollo de la fratricida
Guerra de Los Mil Días. El nombre de El Difícil, es atribuido al emigrante
chibolero Toribio Garizao De Oro, luego de experimentar junto a otros las
difíciles condiciones de inaccesibilidad que paradójicamente les sirvieron de
refugio en el lapso que duró la refriega más larga entre los partidos
tradicionales. Entre los primeros habitantes de sus inhóspitas pero exuberantes
montañas, se cuenta a: Manuel Canana, Eustaquio Carrera, Bartolomé Tovar,
Israel Anaya Andrade, José Meza Pacheco, Apolinar Aroca, Luis Pallares,
Federico Márquez, José Rodríguez y Francisco Aroca Díaz, entre otros. Grupo de
hombres que encontró en la zona a un pueblo indígena de origen Chimila o Ette
Ennaka, bajo las órdenes del cacique “Sorlí”.
Suelos aptos para la agricultura,
ganadería, en madera y en el famoso Bálsamo de Tolú, cuya savia viscosa y
aromática era apetecida por sus propiedades medicinales y cosméticas. El poeta
historiador de Ariguaní Magdalena, José Agustín Caro Villar en los "Versos
a mi Tierra", describe en versos la fundación de su pueblo:
“En el año de 1901 fue fundado El
Difícil:
hoy Ariguaní Magdalena,
los dos hombres que en esa época
llegaron
llamasen Bartolo Tovar y Eustaquio
Carrera,
eran unas montañas de carrera
las cuales fueron bien explotadas,
había morrocoyo, saíno y guartinagas
en esta rica y buena región
y el bálsamo era la salvación
de esta tierras siempre olvidadas.
De estas tierras siempre olvidadas
7 hermanos Anaya vinieron
explotando las ricas montañas y
eran nativos chiboleros.
llegaron sin abarca y sin sombrero
huyéndole a la guerra de Rafael
Uribe,
solamente oían el gemido del tigre
y de otros animales,
se necesitaba tener pantalones
en esa época bastante imposible.
En esa época bastante imposible
unos indios encontraron aquí
a Manuel Aguirre y Fermín Domínguez
siendo el cacique el indio Solís
(sic)
y otros indios también conocidos
como:
Chacanita y Espejito,
a Felipe y a Naranjito
a Manito y Manuel Chávez
y toda la región sabe
que eran indios muy pobrecitos".
La población recibió provisionalmente
distintos nombres como "Mientras Tanto" y "La Dificultad".
Luego recibió de nombre El Difícil, que es la cabecera municipal; que se
origina de las difíciles condiciones de accesibilidad imperante e inhóspita de
la región. Ariguaní, es el nombre del municipio; que se origina de un vocablo
indígena y significa: Corriente de aguas claras. Propuesto como nombre del
municipio, en la Ordenanza No. 14bis del 30 de noviembre de 1967, cuando la
Honorable Asamblea del Departamento del Magdalena, crea oficialmente el nuevo
ente territorial.
MUNICIPIO
PIVIJAY.
Desde el siglo XVI, habitan este
territorio los Chimila; indios guerreros, establecidos a orillas del Caño
Ciego. El primer español en llegar al pueblo fue Fray José Nicomedes Fonseca en
1620, con la misión de adoctrinar a los indígenas, por lo tanto es el verdadero
fundador del pueblo. Esta población que data de 1620, es reorganizada en 1755,
por el Maestro de Campo, José Fernando de Mier y Guerra, el pacificador de los
indios Chimila.
En el año 1760, con el fin de
fomentar la actividad agropecuaria, estableció un hato de ganado en el lugar,
el Capitán Don Eduardo De La Guerra. Debido a los ataques permanentes de los
Chimila, el Capitán, se vio en la necesidad de organizar el primer hato armado
en la región, al cual denominó “Hato San Fernando de Pivijay”, para de esta
forma contener las embestidas indígenas. El nombre de San Fernando, lo acoge en
honor al Maestro de Campo de la Provincia de Santa Marta, José Fernando De Mier
y Guerra; y el nombre de Pivijay, por la abundancia de ese árbol a orillas del
Caño Ciego.
El 30 de mayo de 1774, llegaron
procedentes de la población “Victoria del Santísimo Rosario De Castro”, hoy
llamado Guáimaro; 120 familias encabezadas por los españoles José Flórez De
Langoria, Juan Valera y Antonio Sánchez, huyendo de las inundaciones del Río
Magdalena, posesionándose en el hato fundado por Eduardo De La Guerra. Quedando
reconocido el año de 1774, como fecha oficial de la fundación del pueblo.
MUNICIPIO GUAMAL.
“Barranca Nueva”, fue el nombre del
antiguo pueblo de la tribu Chimila, en el País de Pocabuy. Tribus que se fueron
diezmando debido a las enfermedades y las inclemencias de la naturaleza. Como
recuerdo de esa historia primitiva quedaron en el suelo guamalero, reliquias
indígenas y la siempre viva, tierra colorá.
El 16 de julio de 1747, José Fernando
de Mier y Guerra, refundó la población con el acompañamiento de 144 vecinos.
Ese día el Maestro de Campo de la Provincia de Santa Marta, bautizó al pueblo
con el nombre de “Nuestra Señora del Carmen de Barrancas”, en homenaje a la
Virgen del Carmen, patrona de la comunidad. Para lograr la refundación, Mier y
Guerra, se asocia con la misión religiosa de los Capuchinos, estos últimos
comisionados por el Obispo de Santa Marta. Población situada cerca de los potreros
de “San Juan Bautista”, de propiedad de Mier y Guerra, y cerca de la hacienda
“Carrera Larga”, de propiedad del primer Marques de Santa Coa. En el siglo XIX,
la población tomó el nombre de Guamal, nombre en honor a las familias indígenas
traídas de “Boca Guamal”, en el Departamento de Bolívar.
MUNICIPIO TENERIFE.
El territorio habitado por la nación
indígena Chimila, fue fundado el 20 de enero de 1543, por el Capitán Francisco
Henríquez, bajo la categoría de Villa de Tenerife; autorizado por medio de una
ordenanza, emanada del Gobernador de la Provincia de Santa Marta, Gonzalo
Fernández de Lugo. Según los cronistas, Villa poblada en una loma, la cual es
la calle principal, de temperatura cálida y húmeda y de noches frescas.
Conquistada y fundada sobre un antiguo pueblo indígena, que durante más de ocho
mil años habían ocupado el territorio. Durante la Colonia, Tenerife fue sitio
de paso de quienes subían y bajaban por el río, fue importante por el tránsito
de los tesoros y las riquezas que serían llevadas primero a Cartagena de Indias
y luego a España.
El Capitán Henríquez, conquistó esta
empresa acompañado de su mujer, algunos parientes y 30 vecinos más, entre
ellos: José Ballestas, Isidro Alonso de Sebo, Andrés Ignacio Acosta, Gaspar
Antonio González, Antonio Carranza Tasador, Francisco Ortiz, Francisco de Arco
y Antonio del Campo. El nombre de San Sebastián de Tenerife, se debe a una
costumbre española en la que al fundar o conquistar una población se le daba el
nombre del Santo que ese día celebraba la Iglesia y casualmente ese día se
celebraba el martirio de San Sebastián. Entre tanto el nombre de Tenerife se
dio porque el conquistador fundador el Capitán Francisco Henríquez, se quiso
agraciar con su jefe Gonzalo Fernández de Lugo, quien era natural de las Islas
Canarias en Tenerife, España. La fundación se fundamentó para que sirviera de
punto estratégico para la colonización, para la comercialización de las fincas
ganaderas y para la destrucción de la nación indígena.
Debido a las enfermedades y pestes,
para el año 1580, solo habitaban en la población 7 vecinos. Durante el obispado
de Luis García de Miranda, periodo (1627-1629), la población tenía 40 vecinos,
seis de ellos ricos y los demás pobres; para esta época, la población contaba
con hospital, edificado por el obispo García.
En el periodo (1740-1745), el Maestro
de Campo de la Provincia de Santa Marta, José Fernando de Mier y Guerra,
construye el camino San Ángel-Tenerife-Cerro San Antonio, con el objetivo de
impulsar la ganadería y contener a los indios Chimila, que impedían el
desarrollo económico en la región y el paso a Cartagena.
En 1677, llegó el obispo Diego de
Baños y Sotomayor, con el encargo de dedicarse a la conquista y evangelización
de los Chimila, en una expedición de dos batallones, acampando siempre en la
población de San Ángel y desde allí, solían las incursiones con tal fin.
MUNICIPIO SAN ÁNGEL.
El primer español que penetró el
territorio indígena de San Ángel, fue el Capitán Lorenzo Jiménez, vecino de la
Villa de Tenerife. En 1538, el cacique Sorli, tuvo que hacerle frente al primer
intento serio de los españoles de ocupar el territorio Chimila, enfrentándose a
los conquistadores. Pese al coraje de los guerreros Chimila y después de varios
años de guerra intensa, la superioridad militar de los españoles consiguió en
1576, la construcción de una pequeña fortaleza, alrededor de la cual se
implantaron algunas haciendas, en el centro del territorio Chimila, fortín que
se llamó “Fuerte de Santángel”, nombre en honor a un apellido español de
nobleza aragonesa.
Fue el Gobernador de la Provincia de
Santa Marta, Lope de Orozco, quien ordenó al Capitán Antonio Cordero, la
fundación de ese pueblo; misión que cumplió Cordero, entrando en contacto con
el cacique Sorli, por considerar al sitio punto estratégico por su cercanía con
el puerto de Tenerife. Mantuvieron relaciones e intercambio de comidas,
relación amistosa que duró poco, porque los indios incendiaron el “Fuerte de
Santángel” en 1583.
Los indígenas no permitían el
apoderamiento de esa ruta utilizada por los españoles en busca del Río
Magdalena, por ser el único camino real de la región. Precisamente el sitio
indígena, era utilizado como punto de descanso en las largas jornadas de viaje.
Ocurrió entonces que una embarazada Marquesa del Virreinato de la Nueva
Granada, dio a luz, cuando por el lugar pasaba. Debido a este suceso los
colonizadores españoles aprovecharon para fundar en 1607, el pueblo denominado
con el nombre de “San Antoñito”.
Ante constantes quemas del poblado por
parte de los indígenas que no permitían el asentamiento, la población fue
abandonada varias veces; hasta que llegó el año de 1750, cuando Julián
Trespalacios Mier, Márquez de Santa Coa, haciéndose cargo de las haciendas
ganadera, nombra al sacerdote Pedro de Alcañizar, como primer catequizador de
indios. Para el año de 1776, Don Agustín de la Sierra, por orden del Virrey
Guirior, refunda el sitio de “San Antoñito”, población que es abandonada
nuevamente por sus habitantes por culpa de una epidemia que los contagió a
todos.
El 7 de agosto de 1782, Don Nicolás
Martínez Ferreiro y Noguereido, dueño de las tierras llamadas “Playones de
Santa Cruz de los Chimila”, pidió al Gobernador de la Provincia de Santa Marta,
se le anexaran las tierras denominadas “Sabanas de San Ángel”, en donde tenían
los indios Chimila, establecida una ranchería. Petición que fue admitida el 6
de enero de 1783, en presencia de los vecinos Andrés Cárcamo, Policarpo Godoy,
Jesús Isidro Vanegas, Julián Castro, Juan Niños, Juan Núñez, José de la Peña,
Juan José Jiménez.
El Alférez Real, José Nicolás de la
Rosa, en su libro “La Floresta”, escrito en 1739, refiriéndose al pueblo de San
Ángel, manifiesta lo siguiente: “La parroquia de la “Ciudad de Yepes”, la cual
fue situada en las sabanas llamadas de “Santángel”, que hoy son subordinadas a
la Villa de Tenerife, y fueron en lo que se formó su campamento el señor obispo
Don Diego de Baños y Sotomayor, año 1677, cuando emprendió la conquista de los
Caribes, que infestan aquellas altas y fecundísimas montañas, y en donde le
aconteció aquella maravilla del agua, que se dijo en su episcopado. Esta ciudad
no se sabe a punto fijo el tiempo en que se despobló, más el motivo si, pues
fueron los insultos de los Caribes, como tan internada en el centro de su
habitación, quedando hasta ahora únicamente por allá el tránsito de los ganados
del Valle, que bajan a los embalsaderos del Río Grande, para los anuales
abastos de la ciudad de Cartagena”.
En el siglo XVI, le tocó al cacique
Sorli, organizar la tribu Ette Ennaka (llamada por los españoles Chimila), para
hacerle frente a los colonizadores españoles. Se enfrentó sin tregua a los
invasores organizando múltiples rebeliones e incursiones armadas, razón por la
cual se ganaron el título de guerreros. Desde la llegada de los invasores
españoles, los Chimila. Tenían bajo su dominio un extenso territorio, cuyos
límites iban desde las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta, hasta
la confluencia del Río Magdalena, con la Ciénaga de Zapatosa. Entre 1946 y 1960,
fueron atacados por los hacendados que quemaban los asentamientos, e instalaban
a los indígenas como mano de obra de las haciendas. Hacia 1989, estaban
atomizados trabajando en fincas de los municipios de Ariguaní y San Ángel.
Su lucha logró que el Incora,
mediante Resolución No. 075 del 19 de noviembre de 1990, constituyera como
Resguardo Indígena, en favor de la comunidad Chimila o Cacahueros, un globo de
terreno baldío, ubicado en jurisdicción del corregimiento de San Ángel, con un
área aproximada de 380 hectáreas. Resguardo Indígena Chimila, que en la
actualidad comprende 1.764 hectáreas, con una población de 2100 indígenas, cuyo
actual Gobernador del Cabildo es Teófilo Ariza Jiménez; el cual está dividido
en dos comunidades Issa Oristunna y Ette Butteriya, separados por 20 kilómetros
aproximadamente. La distancia entre los dos resguardos representa serias
dificultades para el fortalecimiento organizativo de esta comunidad.
MUNICIPIO REMOLINO.
El nombre de Remolino, viene de la
cantidad de saltos de las aguas del Río Magdalena, desde el trayecto
comprendido entre el antiguo punto “El Toro” y el sitio de la población. Los
remolinos son aguas que se mueven con un movimiento rápido y circular, formando
una espiral descendente llamada vórtice y que son causados por corrientes
opuestas que se encuentran entre sí.
Para el año de 1550, existía en el
lugar un asentamiento indígena. En el año 1700, cuando vecinos blancos de
Soledad, Santo Tomás, Barranquilla, colonizaron las islas de Pestagua y
Salamanca, con haciendas ganaderas y agrícolas, había un sitio al que los
moradores llamaban “Laderas de Remolino”. En esa isla de Pestagua, tenía el
Conde Andrés De Madariaga y Morales, un gran hato, que para el año de 1753,
arrojó un inventario de 3.200 cabezas de ganado vacuno y caballar. En el año de
1752, se encontraba una población a la que los vecinos referenciaban con el
nombre de “La Purísima Concepción de San Andrés de Remolino”, en honor al Conde
Andrés De Madariaga. Fue esta época en la que llegó la expedición militar de
Don José Joaquín Zúñiga, en la tarea de pacificar a los indios Chimila, que
incursionaban en la región. En estas circunstancias el 9 de marzo de 1768, la
población es fundada oficialmente con el nombre de “Sitio Nuestra Señora de la
Concepción de Remolino”, por Don José Joaquín Zúñiga, después de haber sometido
y exterminado a la tribu indígena.
La población por culpa de las
constantes inundaciones del río, antaño cambiaba con frecuencia de sitio, pero
su último cambio de posición geográfica ocurrió en 1811, cuando sus habitantes
se posicionaron para siempre en el lugar denominado “Guayabales” o “Punta
Cuchillo”. Esta solicitud de traslado la solicitó el sacerdote Francisco Muñoz,
aprobación dada por el Gobernador del Magdalena, Esteban Diazgranados, mediante
Decreto de julio 19 del año 1811.
MUNICIPIO CIÉNAGA.
El viejo pueblo de Ciénaga, fue
visitado en 1518, por el bachiller, cartógrafo, explorador y conquistador de
Sevilla España, Martín Fernández de Enciso. Se formó frente al mar caribe,
cerca de la laguna Ciénaga Grande, lugar prodigio de sal. También se formó
cerca de la desembocadura de los ríos Córdoba y Toribio. En 1521, Rodrigo de
Bastidas, visitó la “Costa Verde”, así la llamó, para proveerse de frutas
silvestres, agua dulce y animales de caza, abundantes en su naturaleza; lugar
donde habitaban indios Chimila, Tairona y Pocigüeyca, a los cuales Rodrigo de
Bastidas, obsequió baratijas. El Gobernador García de Lerma, considera a la
población en 1530, muy fértil y proveedora de pescado, sal y oro. En 1526,
Rodrigo Álvarez Palomino, Capitán y sucesor más tarde del Adelantado Bastidas,
inicia la colonización española en la “Aldea Grande” (nombre dado en 1535), y
es quien facilita en 1538, la entrada al Fray Tomas Ortiz, para que catequice a
los naturales del “Pueblo de la Ciénaga de Santa Marta”, que cuenta con 5.000
bohíos.
Según los cronistas por el año de
1529, había un pueblo llamado “Pocigüeyca”, ubicado entre la Sierra Nevada y la
laguna Ciénaga Grande. En 1592, Don Pedro Cárcamo, por encargo del Gobernador
de la Provincia de Santa Marta, Lope de Orozco; funda la población de
“Córdoba”, a orillas del río del mismo nombre. Como podemos apreciar dentro del
perímetro entre la región de la desembocadura del Río Córdoba, la laguna Ciénaga
Grande y los playones de Sevillano; el antiguo pueblo de Ciénaga, sufrió
distintos traslados, en busca del sitio más conveniente, es la razón por la
cual aparece en la historia con diferentes nombres: - “Pocigüeyca”, para los
indígenas.
- “Costa Verde”, para los españoles
en 1521.
- “Córdoba”, año 1592.
- “Aldea Grande”, año 1535.
- “Pueblo de la Ciénaga de Santa
Marta”, año 1538.
- “Pueblo de la Ciénaga”, año 1755.
- “Pueblo Nuevo”, año 1576.
- “San Juan Bautista de la Ciénaga”,
año 1764.
- “Distrito Parroquial de la
Ciénaga”, año 1858.
- “San Juan del Córdoba”, año 1886.
- Ciénaga, a partir de 1908.
La fecha más acertada de la fundación
del pueblo, corresponde al año 1538, cuando llega el protector de indios Fray
Tomas Ortiz, quien le da el nombre de “Pueblo de la Ciénaga”, encontrando
entonces que sus moradores celebran la victoria obtenida sobre tribus vecinas
con una gran feria en la plaza principal. En este pueblo indígena existió el
Sistema de Encomienda de Sebastián de Manjarrez y la doctrina de la comunidad
dominica, lugar importante para los conquistadores que articulaba el tránsito
entre Santa Marta y Cartagena. En febrero de 1750, se produce un incendio que
arrasó al pueblo indígena; este mismo año, el Marqués del Villar, informa a las
autoridades españolas su interés por el restablecimiento de la población y la
fundación de uno nuevo en las Sabanas de San Juan. Como efectivamente ocurre
cuando en 1751, el Maestro de Campo de la Provincia de Santa Marta, reorganiza
la población.
Nueva Granada es un municipio situado
en el centro del Departamento del Magdalena, antigua región Chimila, a 220 km
de Santa Marta. Tiene una población de 16.088 habitantes, 6.324 de ellos en la
cabecera. Las primeras poblaciones fundadas fueron La Perulera y Las Tinas, a
finales del siglo XIX. Luego en el siglo XX, fueron fundadas las poblaciones de
El Bajo, La Gloria, Pueblito Los Andes, San José de Ballesteros, El Corral, El
Chuzo, etc. Entre las veredas del municipio se encuentran las siguientes:
Tambora, El Palacio, Corozalito, Pajalito, La Loma, El Tormento, Vijagual, La
Seca, Los Gabrieles, Zarcita, Foquito Rojo, La Mica, Boca de Tigre, San
Antonio, San Joaquín, La Unión, Ventilación.
A comienzos del siglo XIX, era una
montaña espesa impenetrable, de territorio baldío, que fue colonizada poco a
poco por campesinos oriundos de la ribera del Río Magdalena, que ocuparon el
nuevo territorio por los siguientes motivos: Unos campesinos, llegaron huyendo
de las inundaciones del rio; otros llegaron, en busca del bálsamo de tolú,
llamado en la época “Oro vegetal”, porque de su tallo extraían un líquido de
mucha comercialización; otros llegaron, cazando tigres, cuya piel apetecían los
curtidores de cuero; otros llegaron, para cultivar tabaco, maíz, yuca; otros
llegaron, para desarrollar la ganadería, otros llegaron, para la explotación
maderable; otros llegaron del continente europeo, huyendo de la Segunda Guerra
Mundial y otros llegaron huyendo de la "La Batalla de Chibolo",
ocurrida durante la Guerra de los Mil Días.
De todos estos campesinos, sobresalió
Fernando Liñán Aroca, procedente de la región de Mompox, Departamento de
Bolívar, quien fundó la población en 1885, con el nombre de “La Perulera”,
arbusto cuyo fruto es parecido a la papaya y muy abundante en la región. Este
personaje, además de extraer Bálsamo de Tolú, era agricultor y curtidor de
pieles. Se casó por primeras vez con Teresa Vanegas, con la cual tuvo un hijo
llamado Fernando Liñán Vanegas. Más tarde contrajo matrimonio con Eloísa Baena,
con la cual tuvo dos hijos: David y Genoveva. Fernando Liñán Aroca.
Acompañado de algunos familiares y en
compañía de campesinos, como Felipe Ospino Moscote, Manuel Domingo Guerra,
Martín Trejos; aprovecha la estadía de nativos y foráneos, adquiriendo un lote
de 5 hectáreas, arriba del Arroyo Leticia, en el cual organiza las primeras
casas. El lote de terreno montañoso, fue desmontado por Felipe Ospino Moscote,
quien construyó la primera vivienda del incipiente caserío, casa que luego
vendió a Fernando Liñán Aroca.
El músico y agricultor Felipe Ospino
Moscote, casado con María Altamar Barrios, son los padres de Benilda Ospino
Altamar, mujer esta nacida en 1894 en la vereda El Totumo, jurisdicción de
Nueva Granada, que de su vientre nacieron hijos músicos, como Buenaventura Díaz
Ospino, Joselito Ospino Ospino y María Ospino Ospino.
El 23 de julio del año 2000, mediante
Ordenanza No. 004, la Honorable Asamblea del Magdalena, crea el municipio de
Nueva Granada Magdalena, ante la insistencia del Comité Pro-Municipio.
Ordenanza, que fue sancionada por el Gobernador Juan Carlos Vives Menotti,
denominando la cabecera municipal, con el nombre de "Granada", y a
todo el Municipio con el nombre de "Nueva Granada".
El 30 de julio del año 2000, mediante
referendo popular, la comunidad, aprueba por unanimidad todo el contenido de
dicha Ordenanza, segregándose Nueva Granada, del municipio de Plato.
Desde el momento de su fundación, la
población toma varios nombres: Primero “La Perulera”, luego “Nueva Leticia”,
más tarde “El Perú” y por ultimo “Nueva Granada”. “La Perulera”, es el primer
nombre que le dan los nativos a la población en 1885 (año de la fundación),
denominación debida al nombre de un arbusto abundante en la región. Para la
misma época los nativos escogen a Santa Rosa de Lima, como la patrona del
pueblo. Luego el nombre “La Perulera”, es cambiado por “Nueva Leticia”, nombre
que se origina en alusión al arroyo del mismo nombre, que atraviesa al pueblo
por el centro. Más tarde la población es llamada “El Perú”, en reconocimiento a
la patrona Santa Rosa de Lima, nombre que lo tuvo hasta 1932; cuando fue
anulado por las autoridades del Magdalena, en protesta por la invasión que
hicieron los peruanos al territorio colombiano de Leticia. A partir de 1932, se
le llamó al pueblo “Nueva Granada”, en honor a las hazañas de la primera
república de Colombia. Como podemos observar “La Perulera”, es sinónimo de
Perú; Santa Rosa de Lima, nació en Lima Perú; y como si fuera poco Leticia,
está localizada en la frontera con el Perú. La pregunta es: Qué relación tiene
Nueva Granada Magdalena, con el país hermano Perú?
MUNICIPIO
CERRO SAN ANTONIO.
CERRO SAN ANTONIO.
Con motivo de la celebración de los
500 años del descubrimiento de América, El Cerro San Antonio Magdalena, junto
con Santa Marta y Marmato Caldas, se reconocieron como las tres poblaciones más
antiguas de Colombia y la razón es la siguiente:
Frailes de la misión española
Candelarios, en 1525, descubrieron un caserío indígena en la “Loma Camachera”,
cuando adentraron el territorio, con la misión de anunciar el evangelio y
convertir a la devoción católica, a los pobladores de estas tierras. Misioneros
que llegaron al mencionado lugar, penetrando por la Ciénaga Grande de Santa
Marta, luego siguiendo aguas arriba, el cauce del Caño Ciego, hasta descansar
en la Ciénaga de Cerro San Antonio, donde se encontraba muy cerca de esta, la
loma mencionada, habitada en su mayoría por indígenas de apellido Camacho.
En 1529, siendo Gobernador de la
Provincia de Santa Marta, Don García de Lerma, mandó una expedición de soldados
al mando del portugués Jerónimo de Melo, para que explorara las riberas del Río
Magdalena. Jerónimo de Melo, con cincuenta hombres acomodados en dos navíos,
resistiendo la acometida de indios flecheros y obligando a los pilotos a superar
la furia de las aguas, alcanzó a subir por el río, desde Bocas de Cenizas, unas
35 leguas, por donde reconocieron en el puerto de Cerro San Antonio, una tribu
indígena que los nativos llamaban en su dialecto con el nombre de “Chengue” de
la familia Chimila.
También la expedición de Melo,
reconoció en el lugar, a los Misioneros Candelarios, que tenían un templo en la
“Loma Camachera”, adoctrinando desde hacía mucho tiempo a la tribu indígena. Es
esa la razón por la cual para el año de 1550, ese caserío organizado y habitado
especialmente por españoles, los misioneros lo bautizan con el nombre de
“Nuestra Señora de la Candelaria del Cerro San Antonio”.
El reconocimiento oficial de la
fundación del pueblo solo llegó en 1750, con el nombre de “Cerro de San Antonio”,
nombre que se origina del patrono de la localidad San Antonio de Padua. Ocurre
que para esa época el Rey Fernando VI, ordena al Maestro de Campo de la
Provincia de Santa Marta, José Fernando de Mier y Guerra, la fundación de
poblaciones, la destrucción de la tribu Chimila y la construcción de caminos
reales.
Cerro San Antonio, era punto
estratégico para que José Fernando de Mier y Guerra, desarrollara esas
misiones, por eso se vio en la obligación de reorganizar y refundar
oficialmente la población, con el fin de impedir que los Chimilas rebeldes,
siguieran impidiendo y saboteando el paso de ganado hacía Cartagena. De ahí que
prolongó el camino real de San Ángel-Tenerife, hasta Cerro San Antonio. Camino
que no solo interconectaba a la región con Cartagena, sino también con Santa
Marta; ya que desde allí, por la Ciénaga de Cerro San Antonio y por Caño Ciego,
aguas abajo, se podía navegar directamente a la Ciénaga Grande de Santa Marta.
Más sin embargo, el cura y vicario
Nicolás Joseph Moreti, en 1753, llamó a la población con el nombre de “Cerro de
Buenavista”; fue uno de los primeros sacerdotes, que los administró
espiritualmente. Población que para 1770, contaba con un censo de 1.600 almas,
discriminados así: 14 blancos, 9 indios, 61 esclavos y 1.516 libres de todas
las razas.
Cerro San Antonio, se convirtió en la
primera Capitanía de los españoles sobre el Río Magdalena, por esa razón José
Fernando de Mier y Guerra, estableció sus potreros de saca, para permitir la
recuperación del ganado que llegaba a pie y a nado, de sus otras haciendas y
hacer las embarcaciones, que oscilaban en seis mil reses anualmente.
En 1750, la población es erigida en
parroquia, título otorgado por la Diócesis de Santa Marta. Desde que fue
declarado oficialmente pueblo de la Provincia de Santa Marta, los vecinos de
Cerro San Antonio, tuvieron problemas limítrofes con los vecinos de Punta Gorda
(Hoy Salamina) y los vecinos de El Piñón. Para tal caso se dirimió el conflicto
con una comisión en la que intervinieron las siguientes personas: Por el Cerro
San Antonio, Januario Camacho; por El Piñón, Francisco de Paula Romo, Juez
Agrimensor y fundador de esta población; y por Salamina, Antonio Sánchez. La
medición del territorio de su jurisdicción, se inicia en Octubre de 1775; en la
que intervinieron Juan Francisco del Rozal, Juez Agrimensor de la población,
acompañado de los cerranos Antonio José Camacho, Januario Camacho, Manuel
Pacheco y Antonio Aragón. Por esta razón el Rey Carlos V, titula los predios de
posesión en 1783. El 28 de junio de 1.896, el notario público de Cerro San
Antonio, José Chiquillo, protocoliza los títulos de propiedad y límites de la
población, otorgados por el rey de España, en la que actúan como testigos el
Doctor Antonio J. Torregroza y Miguel Movilla.
MUNICIPIO EL PIÑÓN.
Desde 1745 habían penetrado por
"La Manga del Piñón", algunos vecinos de Carreto, Real De La Cruz,
Candelaria, Tasajera; pese al mandato del Virrey Sebastián Eslava, que
estipulaba la prohibición de cambiar de vecindario, y sanciones con cárcel en
Cartagena.
Sin embargo estos vecinos hicieron
caso omiso a las referidas estipulaciones, y más bien convencieron a otros
vecinos para establecerse en el antiguo pueblo indígena de "Los
Chiquías". En vista de esta circunstancia, fueron apresados y se le
siguieron autos, en los cuales confesaron su culpa. Poco sirvió la confesión y
el arrepentimiento, pues al ser puestos de nuevo en libertad volvieron a sus
andanzas, ya que aparecen como firmantes de la solicitud de fundación que se
envía a José Fernando de Mier y Guerra, Maestro de Campo de la Provincia de
Santa Marta, para que otorgue su aprobación, como en efecto lo hace, pese a la
oposición de Manuel García De Frías, Capitán de Guerra y Justicia Mayor, quien
expresaba su preocupación por que esto podría convertirse en funesto precedente
para quienes desearan cambiar de domicilio.
Entonces Mier y Guerra, le responde
que si los fugados no estaban satisfechos con su anterior residencia, será
acertado promover dicha población que para ellos es de mayor conveniencia por
lo fértil del terreno, apta para la cría de ganado y diferentes frutales. De
esta manera el 3 de agosto de 1770, el Maestro de Campo de la Provincia de
Santa Marta, José Fernando De Mier y Guerra, autoriza la fundación de la
población de "San Pedro Mártir del Piñón".
El documento de fundación de El Piñón
Magdalena, aparece registrado y autenticado en el cuaderno 44 del año 1770, en
la Notaría Única de Mompox. Ese documento expresa:
"Se le concede inmediatamente a
dichos suplicantes el mencionado paraje de "La Manga del Piñón", como
a todos los demás, que voluntariamente quisieran seguirlos, para que pasen
luego, se establezcan, y funden allí, fabricando cada uno su casa de vivienda
para familias como presente pudiesen acomodarse, construyendo dichas casas en
seguimiento unas de otras formando calles, y destinando paraje el mas a
propósito, para la fábrica de iglesia, que se debe hacer entre todos, unos con
su personal trabajo, y otros pagando peones, dejando en dicha iglesia por su
frente la correspondiente plaza.........."
“Representaciones y diligencias
practicadas para dar principio al establecimiento de la nueva población de San
Pedro Mártir del Piñón, en la Provincia de Santa Marta, poco más abajo del
sitio, o Cerro de San Antonio. Año de 1770. Cuaderno 44. Notaría Única de
Mompox.
Señor Cura y Vicario. (De Cerro San
Antonio). Los que abajo firmamos, y por los que no sabemos otros a rruego ante
Vmd. como más aya lugar, parecemos y decimos que nos ayamos en ánimo de pasar a
hacer una fundación a la manga del Piñón con la licencia, y facultad, del Sr.
Maestre de Campos a quien tenemos echo o curzo o como quiera que no podremos al
presente mantener cura suplicamos a Vmd. nos ha de atender en caridad, para
administrarnos los santos sacramentos siempre que por el Sr. Mre de Campos se
nos conceda la licencia y se verifique dicha fundación y que sea del agrado de
Vmd. el pedimento que hacemos por lo que a Vmd. pedimos y suplicamos nos
franquee su consentimiento en la dicha administración atendiendo siempre a la
mucha charidan, que es la que buscamos por lo que juramos no proceder de
malicia y en lo necesario.
Franco de Paula Romo. Pedro Carbo.
Andrés Carbo. Marcelino Dita. Locario Arévalo. Baltasar Carabvallo. Casirdo de
Orosco. Felipe de Orosco. Jjphe Martines. Bernardo de Acuña. Siprian Blas.
Clemente Blas. Menefirdo de Ariza. Luis Vitor de Ariza. Nicolás Cerda. Salbador
de Quentas. Bartholome de Queto. Nicolás Chiquillo. Bartholome Magro. Phelis
Bolibar. Vicente Gutierres. Bernaber Martines. Joachin Martines. Eubando
Quirós. Nicolás Quirós. Melchor Pertúz. Juan Antonio de la Hos”.
MUNICIPIO CONCORDIA.
A orillas del Río Magdalena, sobre la
ribera se encuentra el municipio de Concordia, un lugar característico por su
flora y fauna, las cuales se combinan con la riqueza cultural propia; que con
la hospitalidad de sus habitantes logran que la estadía sea lo más agradable
posible. Concordia ubicada en la zona Noroccidental del Departamento del
Magdalena, limita al Norte, Occidente y Oriente, con el municipio del Cerro San
Antonio, del cual hizo parte hasta 1999, cuando se segregó como nuevo
municipio; y al Sur, con el municipio de Pedraza. Su extensión total es de
11.000 Kilómetros cuadrados, actualmente está constituido por su cabecera
municipal también conocida como Malabrigo, y los corregimientos de Bálsamo,
Rosario de Chengue, Bellavista. De camino a Concordia, el transporte utilizado
con frecuencia es el fluvial en un recorrido maravilloso que combina los
paisajes exóticos de flora y fauna, con lo emocionante del viaje sobre lanchas
o motores fuera de borda, denominados Johnson. Dentro del recorrido es común
observar a los pescadores en plena faena, el cantar de las aves y lo
excepcional de sus paisajes. Este recorrido se convierte en la primera carta de
presentación del municipio. Este contacto con el Río Magdalena y la influencia
de los primeros pobladores logran que la riqueza cultural del municipio sea
atractiva para propios y visitantes. Actualmente los habitantes y nativos del
municipio de Concordia, se dedican a la producción agrícola, pesquera y
ganadera.
De los Chimila que antaño vivieron
esta tierra, se hizo notable y famoso el cacique “Malabrigo”, indígenas que
eran guerreros, cazadores, pescadores, según lo demuestran algunos grupos identificados
en los alrededores de las poblaciones de Bellavista y Rosario de Chengue. La
primera hipótesis de la fundación del pueblo ocurre en 1784, cuando labriegos
oriundos del Departamento de Bolívar, huyendo de las inundaciones del Río
Magdalena y del Canal del Dique, se establecen a orillas de la Ciénaga de Cerro
San Antonio Magdalena, fundando las poblaciones de Rosario de Chengue,
Bellavista, Bálsamo y Malabrigo. Las fundaciones arrancan desde los distintos
puertos de la ciénaga, ya que en cada sector se fue sentando una tribu: En el
puerto de Rosario de Chengue, tomó asiento el cacique “Chengue” y en la
cabecera municipal, el cacique “Malabrigo”.
La fundación del pueblo de Concordia,
empieza en el puerto, con la fe en su patrono San Isidro Labrador, y se
extiende en las diferentes lomas de su geografía, en donde se manifestaban
actividades económicas como la pesca, la agricultura, la ganadería,
especialmente la explotación de la resina de bálsamo, y los cultivos de maíz,
yuca, arroz y tabaco. El primer nombre del pueblo fue Malabrigo, en honor al
cacique de los indios Chimila, que existieron en este territorio, como lo
demuestran los utensilios indígenas que aún se encuentran enterrados. Luego
este nombre es cambiado por Concordia, que significa paz; ocurrió el seis de
agosto de 1886, cuando el Departamento del Magdalena, quedó dividido en
provincias, y las provincias quedaron divididas en distritos municipales;
Concordia, fue uno de esos distritos municipales, en jurisdicción de la
Provincia de Santa Marta. Fue en esta época que desapareció el Estado Soberano
del Magdalena y quedó por siempre Departamento del Magdalena, pero dividido en
provincias.
Una segunda hipótesis sobre su
fundación supone que en tiempos remotos hubo una bonanza de bocachicos en la
Ciénaga Cerro San Antonio, que corrió la bola por toda la región. Fue cuando
centenares de pescadores provenientes de Sitionuevo, Remolino y Soledad,
llegaron a estos lares; entre ellos un pescador oriundo de Remolino Magdalena,
llamado José del Carmen Carmona; otro pescador de nombre Serafino Ojeda,
oriundo de Sitionuevo; otro pecador oriundo de Soledad Atlántico, llamado
Hermenegildo Jinete; y otro llamado Agapito de Aguas, llegado de tierras
desconocidas; pescadores estos, que hicieron asentamiento a orillas de la
ciénaga cerca de Concordia.
La tercera hipótesis es referente al
“Puerto de Carmero”, que según testimonios antaño fue el nombre del pueblo. Se
cuenta que en el puerto de la ciénaga, vivía un señor oriundo del Carmen de
Bolívar, que se hizo celebre la frase: “Vamos al Puerto de Carmero”.
Visitar Concordia es tener de
antemano la mejor riqueza cultural de los pueblos albergados en la ribera del
Río Magdalena y la Ciénaga Cerro San Antonio, es encontrarse de cara con un
paisaje maravilloso y disfrutar la armonía y la paz que solo la madre
naturaleza nos puede brindar.
El transporte fluvial, fue el primer
sistema de transporte utilizado por los habitantes del municipio y a él se debe
el desarrollos existentes, ya que a través de la Ciénaga de Cerro de San
Antonio y Caño del Bálsamo, se accedía a la arteria vial de ese entonces en
Colombia: El Río Magdalena, a través del cual los primeros bogas se
transportaban a Barranquilla. Actualmente, el recorrido fluvial se hace en
lanchas con motores fuera de borda (Jhonsos) hasta la población del Suan,
frente a la desembocadura del caño Bálsamo.
MUNICIPIO ZONA BANANERA.
Zona Bananera.
El banano, uno de sus principales
cultivos, se introdujo en la región en 1570, cuando la antigua Zona Bananera
comprendía los municipios de Pueblo Viejo, Aracataca, Ciénaga y Fundación. A
comienzos de siglo XVIII, la Zona Bananera estaba cubierta de montañas y
bosques impenetrables, con algunas rancherías como las de Sevilla, Riofrío,
Cataca, Fundación, Tucurinca, Córdoba y Cordobita. Por la fertilidad de sus
tierras, se instalaron feudos en las cercanías de Ciénaga, Córdoba, Cordobita y
La Aguja; de esta manera el Marqués de Mier, sembró cacao en las haciendas
Papare y Garabuya, en 1741. En el siglo XIX, se intensificaron los cultivos,
convirtiéndose varios campesinos en colonos y pequeños productores de cacao,
caña de azúcar, guineo y tabaco. En 1870, una compañía francesa, se estableció
en la finca La Lucía, comercializando tabaco y cacao. El 30 de junio de 1886,
fue puesto al servicio público para el fomento de la agricultura, la acequia El
Apostolado, en los terrenos denominados Riofrío, construcción autorizada por el
Estado Soberano del Magdalena. Luego en 1895, se amplía la irrigación
construyéndose el famoso Canal Goenaga.
Hacía falta el tren para que la Zona
Bananera internacionalizara sus cultivos, de tal manera que en 1887, se une
Santa Marta con Ciénaga, por medio del ferrocarril; sigue su recorrido hasta
Riofrio, en 1890; a la población de Sevilla, llega en 1894, y en Fundación
Magdalena, termina la línea ferroviaria en 1906. El primer cultivo de banano en
la Zona Bananera, lo inicia el empresario, comerciante y agricultor samario
José Manuel González Bermúdez en 1885, con semillas de la variedad Gross Michel,
traídas de Panamá; y en 1889, se exporta a Nueva York, la primera fruta. En
1891, arriba la United Fruit Company, construyendo el distrito de riego Prado
Sevilla, con un cubrimiento de 30.000 hectáreas, bajo riego por gravedad, fue
el primer distrito de riego construido en Colombia. En 1907 y 1909, se permite
a los inversionistas extranjeros la explotación de tierras baldías y se les
exonera por 28 años el impuesto a la exportación de banano.
El 9 de agosto de 1999, mediante
Ordenanza No. 011, emanada de la Asamblea del Magdalena; parte de la antigua
zona, se segrega del municipio de Ciénaga, creando el nuevo municipio Zona
Bananera y que fue validada mediante referendo popular aprobatorio del 12 de
septiembre del mismo año. En la misma Ordenanza, queda establecido el
corregimiento de Prado Sevilla, como cabecera del municipio. Este municipio
tiene características especiales comparadas con el resto de entes territoriales
de Colombia. Su territorio es netamente rural, ya que las actividades
económicas de la mayoría de sus habitantes, los obliga a vivir en este sector.
La organización territorial del municipio está constituida por 11
corregimientos, funcionado la alcaldía en el corregimiento Prado Sevilla, donde
se encuentran las antiguas instalaciones de la compañía multinacional Frutera
de Sevilla. La empresa United Fruit Company, creada en Boston en 1899, tuvo
como sede a Prado Sevilla, población que en la actualidad se aprecian vestigios
de oficinas y casas al estilo americano. Desde el año 2012, se solicitó ante la
Unesco, la declaratoria como patrimonio de la humanidad el complejo urbanístico
y agrícola Prado Sevilla. El proyecto contempla además, declarar patrimonio de
la humanidad todo el complejo de la United Fruit Company, dejado a finales de
la década de 1920, en los municipios de Ciénaga, Zona Bananera, El Reten, Santa
Marta, Fundación, Aracataca y Pueblo Viejo.
FUENTES DE CONSULTA.
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publicación 1981.
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publicado en el año 1878.
- José Gnecco Laborde: Nociones de Geografía del Departamento del Magdalena, año 1896.
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- Jaime Villareal Torres y Jorge Diazgranados Villareal: Sucesos del
Magdalena en el Siglo XX.
- Armando Fuentes Medrano: Historia de San Zenón de Navarro,
año 2014.
- Armando Fuentes Medrano: Relatos Históricos del Magdalena,
año 2009.
- Pedro Salzedo del Villar: Apuntaciones Historiales de Mompox,
año 1976.
- Víctor Hugo: La Fiebre Blanca, crónica del año 2015.
- Armando Fuentes Medrano: La Tierra del Chandé, año 2004.
- José Maldonado Rodríguez: Blog, Zapayán en la Web, año 2009.
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han Regentado la Diócesis de Santa Marta, de 1534 a 1891, año de publicación en
1953.
- Roque Campo Amarís: Historias de Pueblo, año de
publicación 2002.
- Ismael Correa Diazgranados: Anotaciones para una Historia de
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- Marco Tulio Vargas: Anotaciones Históricas del
Magdalena, año 1948.
- Carlos Julio Torregroza: Historia del Municipio de Chibolo
Magdalena.
- José María Valdeblanquez: Recuerdo de la Guerra de los Mil
Días en la provincia de Padilla y en Valledupar y la Guajira, año 1943.
- Raúl Ospino Rangel: Historia Musical del Magdalena, año
2005.
- Raúl Antonio Ospino Rangel: Cátedra de Nueva Granada Magdalena, año 2007.
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- César Marcucci Vera: Bolívar y la Mujer Costeña en la
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- Gonzalo González Tovar y Pedro Ochoa Pabón: El Magdalena, su
Geografía y su Historia.
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establecimiento de la dominación española.
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del Nuevo Reino de Granada.
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y Siempre.
- Luis Burgo Castro: Conozcamos al Magdalena.
- José Manuel Díaz Barrios: Pioneros, Compendio Histórico de la
Gran Nación Chimila y el Municipio de Ariguaní.
- Emilio J. Bermúdez: Escritos de un Peregrino del
Periodismo y de la Historia.
- Arturo Bermúdez: Materiales para la Historia de Santa Marta.
- Licenciados Roque Campo Amarís y Edilberto Mendoza Gutiérrez: Mamatoco, Historia
oculta de una comunidad olvidada.
- Armando Ballestas Saumeth: La Clásica Amor y Pena del Hombre Caimán en Plato; publicado en el año 2001.
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