jueves, 16 de enero de 2025

PARRANDAS EN CASA.
LA CASA DE CANDELARIA TÁMARA EN BÁLSAMO, MAGDALENA: en Bálsamo, corregimiento de Concordia, Magdalena, residía Candelaria Támara Isaza, tocando acordeón y haciendo versos desde muy joven, instrumento que aprendió por enseñanza que le hiciera su padre de origen bolivarense, a mediados de siglo XIX. Se comprometió Candelaria Támara Isaza, en Bálsamo, Magdalena, a finales de siglo XIX, con el comerciante José Eugenio Bermúdez Andrade, proveniente de Cerro San Antonio, Magdalena, de cuya unión nacieron tres hijos acordeoneros como ella, que se firmaban con el apellido de la madre por ser hijos naturales. Esos hijos de Candelaria nacieron a finales de siglo XIX, quiere decir que esta mujer es considerada de las primeras en tocar acordeón en Colombia. Fueron estos los hijos:
- Manuel Támara Bermúdez.
- Porfirio Támara Bermúdez.
- César Támara Bermúdez.
De modo que desde finales de siglo XIX, en la vivienda de Candelaria Támara Isaza, se realizaban parrandas con juglares de la música vallenata, y hubo la primera vitrola. Los bailes de Candelaria Támara se identifican con los siguientes nombres:
-“El Merengue”, baile al aire libre.
- “La Jaranita”, baile de sala.
Cuentan los balsameros, que Candelaria Támara, tocaba el Ave María en acordeón, y con el mismo instrumento le sacaba rima a la tabla de multiplicar. Su hijo Porfirio Tamara, hombre brioso con el acordeón, con una digitación endiablada tocaba esa canción que bautizaron "La Tabla".
PIQUERIAS EN NUEVA GRANADA: las fiestas del 16 de julio en honor a la Virgen del Carmen en Nueva Granada, Magdalena, se aprovechaban cada año para enfrentamientos de juglares de la región como Pacho Rada, Leonardo Núñez, Nildo Peña y otros. Leonardo Núñez Álvarez, bautizado "El León de Granada", acostumbraba para las patronales de la Virgen del Carmen, retar en su pueblo natal Nueva Granada, Magdalena, al maestro Pacho Rada. En esa ocasión finales de la década de 1930, nombraron juez de la contienda musical a la acordeonera granadina, María Quiñones, quien al observar un empate en el toque del acordeón les ordenó desempatar con el toque de la caja y la guacharaca respectivamente. Al persistir el empate los puso al que mejor improvisara, pero la riña seguía igual entre los dos juglares. Ante está circunstancia los invitó al que mejor bailara con ella, declarando al final triunfador del evento a Pacho Rada, quien bailó mejor que "El León de Granada".
Pacho Rada, tocando en su casa,

"LA CRISTINA", FINCA PARRANDERA: Eusebio Passo Castro, hijo de Nicolás Passo con Estebana Castro, fue un acordeonero plateño nacido en el año 1838, que toda su vida se la pasó en su finca "La Cristina" (actual trocha de Disciplina), en labores del campo y tocando acordeón. De él se decía que tuvo un pacto con el diablo, debido a que en las fiestas patronales del 20 de enero se metía al Río Magdalena a nadar con el agua hasta la cintura, tocándole acordeón al caimán. Continúa la leyenda diciendo que en noches de luna llena la gente lo escuchaba en las partes más espesas del bosque y que era imposible ir a su encuentro. Eusebio Passo Castro, casó con María del Carmen Batista Reyes, padres de otro grande del acordeón Cristobal Pasado Batista (1870-1920). Carmen Batista Reyes era hermana de María Gregoria Batista Villareal, esta última casada con Alberto Constantino Rada Ballestas, padres de Francisco “Pacho” Rada Batista, representativo juglar del folclor vallenato. También eran primos los Passo y los Rada, del acordeonero plateño de comienzos de siglo XIX, Melchor Eloy Hernández Batista, padre de otro acordeonero de finales de siglo XIX llamado Gregorio “Goyo” Hernández Buelvas. Este enlace familiar plateño permitió el nacimiento del folclor vallenato en el Magdalena, quedando escuelas musicales que aún perduran. Las mujeres también aprovechaban esos espacios rurales para amenizar parrandas con acordeón, es el caso de la plateña Ana Felipa Pasos Batista, hija de Eusebio Pasos Castro. Otra acordeonera plateña fue Mamerta Hernández Buelvas, que tenía un conjunto musical casero, con su hermana Melchora Hernández Buelvas. Eran hijas de Melchor Eloy Hernández Batista.
Ada Medina, toca el acordeón.

LA CASA DE JOSÉ MIGUEL CUESTAS: este pescador, aventajado acordeonero y compositor, llamado José Miguel Cuestas de la Hoz, nació en Soledad, Atlántico, en el año 1909, y falleció en su tierra natal a finales de la década 1990. De acuerdo a testimonio de sus familiares “El Negro Cuesta”, aprendió a tocar acordeón de manos de Gilberto Caro, oriundo del Departamento del Magdalena, que estaba casado en Soledad, Atlántico, con una pariente suya, llamada Josefa García. "El Negro Cuestas", organizó en la década de 1930, la agrupación musical Alacrán, conjunto en el cual participaban músicos soledeños y barranquilleros, y grabó por primera vez en el año 1940 en el sello Odeón de Chile, en compañía de José María Peñaranda, quien tocaba la guitarra. Fue acordeonero de la agrupación Los Soneros Costeños, dirigida por Teódulo Cervantes, también nativo de Soledad, Atlántico, y fue el primero en dedicarle una canción al acordeón, la que tituló "El Acordeón de Cuestas", grabada en 1944, sello Odeón de Chile. Tenía José Miguel Cuestas, en su casa un colegio de enseñanza de acordeón, instrumento con el cual tocaba toda clase de géneros musicales. Casa a la que asistían muchos acordeoneros de la región, entre ellos Juancho Polo Valencia, quien allí dormía sus borracheras.
Virgilio de la Hoz y Juan Orozco
músicos de El Piñón, Magdalena.

CASA DE VIRGILIO DE LA HOZ EN EL PIÑÓN: nació Virgilio Rubén de la Hoz González, en el corregimiento de Bellavista, conocido como “Moya”, municipio de Concordia, Magdalena, el 9 de noviembre del año 1909 y fallecido en El Piñón, el 29 de junio de 1965. Estaba casado en esta población con la piñonera Olga Marina Blanquiceth de la Hoz, de cuyo matrimonio nacieron varios hijos músicos. Virgilio Rubén de la Hoz González, fue un agricultor y acordeonero, de la época de los juglares del vallenato, tan es así que Alejo Durán, cuando iba a El Piñón, se quedaba en su casa hasta por una semana ya que mantenían una buena amistad. Producto de estas parrandas, Alejo Durán tuvo un hijo con la piñonera Benilda de la Vega, llamado Gilberto Durán de la Vega, al que le decían "Durancito", por su gran parecido con su padre. En esta casa de parranda de juglares, se originó el famoso conjunto piñonero Los Primos de la Hoz, con el acordeón de Virgilio hijo.

- Hubo otras casas parranderas en El Piñón, como la casa parrandera de Julián Medina. Otra era la del “Mono Pipón”. Posaba Juan Polo Valencia en esta población, en casa del músico Cándido Tejada, lo mismo que la casa del gallero y ganadero “El Mono” Zambrano.

- Andrés Landero, no faltaba en las parrandas y fiestas patronales de El Piñón, siempre tomaba posada en la casa de Martina Cervantes, una fondera que hacía sus fritangas en la plaza principal al son de la cumbia, especialmente las que tocaba Andrés Landero. Martina Cervantes, tenía una cualidad folclórica: Se reía y orinaba bailando cumbia.
Parranda en Cantagallar, Magdalena.

LA BRUJA ELENA EN CANTAGALLAR, MAGDALENA: fue la casa de la familia Vizcaíno Díaz, epicentro de parrandas amenizadas con grandes músicos del folclor vallenato. Era la época en que se tomaba el ron a pico de botella, época en que se pagaban las horas de picot donde Rosalía Muñoz, època donde se hacían parrandas en las esquinas escuchando una radiola, época del baile de pajarito donde los Salinas y donde los Pacheco. Fue la época cuando llegó a la casa de la familia Vizcaíno Díaz, la clarividente o bruja Elena; y detrás de la bruja, llegaban músicos de la trayectoria de Andrés Landero, Alejo Durán, Abel Antonio Villa, Luis Enrique Martínez, que alegraban al pueblo durante su permanencia, ya que en la mencionada vivienda se formaban parrandones interminables, en donde la protagonista del baile era la borrachona bruja, que tuvo algunos aciertos, pero a mas de uno engañó.
Parranda en Cantagallar, Magdalena.

CASA DE MANUEL HUELVAS EN CARRETO, MAGDALENA: José de la Cruz Huelvas, nativo de Carreto, Magdalena, tocaba acordeón; pero su hijo Manuel Huelvas desde la década del cincuenta lo hacía mucho mejor. Manuel Huelvas, veterano acordeonero, fallecido a finales de la década del Ochenta. En su casa se hospedaba Juancho Polo Valencia cuando visitaba esa población, y sus hijos acompañaban sus parrandas con caja y guacharaca. Antes de dedicarse de lleno a la música Manuel Huelvas, era ganadero. Sus hijos, Luis Enrique Huelvas, Ángel Huelvas y José "El Viejo" Huelvas, también le jalaban al instrumento, siendo este último el más aventajado. José "El Viejo" Huelvas, que aún vive en Carreto, Magdalena, ya retirado del arte, en su época tuvo un conjunto bien organizado. Ángel Huelvas, de vez en cuando toca acordeón en su pueblo natal. A casa del veterano Manuel Huelvas, no solo llegaba su maestro Juancho Polo Valencia, también lo hacía Abel Antonio Villa, y un acordeonero de Canoas, Magdalena, que le decían Badillo.
Alfredo Gutiérrez y Poncho Zuleta.

"LA PARRANDA JARABERA" DE CHIBOLO: la familia Jaraba de Chibolo, Magdalena, desde finales del siglo XIX, hasta las ultimas décadas del siglo XX, se enrolaban con juglares del folclor, alborotando la tranquilidad de la espesa región montañosa del centro del Departamento del Magdalena, con sus interminables parrandones. Eran acordeoneros, cantantes, compositores, improvisadores y famosos parranderos, una familia donde todos eran chistosos y humoristas. Fueron ellos los que compusiron la exitosa canción "La Parranda Jarabera", convirtiendose este tema musical en algo similar a la parranda del "Amor, Amor". Uno de los tantos versos improvisados de "La Parranda Jarabera", son los siguientes:
- "Don Domingo tenía plata
todita se la gastó
esas infamias así
son las que castiga Dios.

No sean tan entrometidos
que nada tiene que ver
la plata que me he bebido
primero la trabajé".
Miguel Herrera
músico de San Ángel, Magdalena.

CASA DE MIGUELITO RODRÍGUEZ: la casa de Miguelito Rodríguez en San Ángel, Magdalena, servía de hospedaje de los juglares del vallenato que parrandeaban en la población. Miguelito Rodríguez era muy apreciado por el Rey Vallentao Alejo Duran.
Andrés Gamarra en su finca
escuchando al Rey Vallenato Alejo Durán.

JUGLARES EN FINCAS DE GANADEROS: las fincas y los ganaderos jugaron papel importante en el desarrollo de la música vallenata, porque se convirtieron en mesenas de los juglares. Es el caso de Francisco Sierra Andrade, patrocinador de muchos de ellos, de ahí que su hacienda quedó en la memoria del folclor con un tema que le dedicó el Rey Vallenato Alejo Duran, titulado “Corralito”, el cual fue grabado en el año 1960. No se quedó atrás Andrés Landero y también en el año 1965 le grabó otra canción con el nombre de su finca “Corralito”.

- Por otra parte, Don Manuel Salvador Meza Camargo “El Mono Meza”, era el propietario de la finca “Mata de Guineo”, lugar donde vivía con su familia. De tal manera que en el año 1944, a lomo de bestias, el legendario acordeonero Francisco Pacho Rada Batista, con ganas de trabajar. De inmediato corrió la noticia en el pueblo, situación que se convirtió en motivo para parrandear, pero Pacho Rada como su interés era cultivar la tierra de su amigo ganadero, se presentó sin acordeón. “El Mono Meza”, en vista de esta circunstancia le regaló uno, para que alegrara los cultivos y el ganado con sus sones vallenatos.

- Cardenio Andrade Olaya, era el propietario de la finca parrandera “Todos los Santos”, padre de Genito y Toño Andrade Bermúdez, nativos de Monterrubio con residencia en Fundación, Magdalena. Genito Andrade Bermúdez, forjador permanente de las fiestas populares de Fundación, y patrocinador de conjuntos vallenatos como Juancho Polo Valencia, Luis Enrique Martínez, Alejo Duran, Enrique Díaz, Abel Antonio Villa, Náfer Duran Díaz, Rafael Salas, El Niño Villa, entre otros. Estas parrandas por lo general se desarrollaban entre canto y canto donde aparecían la poesía, los chistes, las anécdotas, los cuentos, las historias que dieron origen a muchos cantos famosos del vallenato, mientras el licor circulaba profusamente entre los invitados que finalmente, bien avanzadas las horas, acababan degustando un buen sancocho debajo de confortables sombras de árboles en el patio de la casa o alguna de sus fincas. Genito Andrade Bermúdez, le regaló a Alejo Duran, un acordeón que el Rey Vallenato bautizó con el nombre de “El Pechichón”. Acordeón que luego pasó a manos de su hermano Náfer, con el cual aprendió a tocar. En el año 1975, Genito Andrade Bermúdez, también le obsequió a Luis Enrique Martínez un acordeón que le costó siete mil pesos.

- Juancho Polo Valencia, luego de la muerte de “Alicia Adorada”, trabajó como corralero en la finca El Amparo, corregimiento Canoas, municipio de Pivijay, de propiedad de Andrés Villa Bocanegra. Su patrón amante de sus cantos le regaló su primer acordeón profesional, el cual subido en las barandas del corral tocaba por las noches.

- Andrés Gamarra Meza, todo un personaje, mecenas de los juglares vallenatos. Este ganadero del Magdalena de mitad de siglo XX y el mayor de los grandes terratenientes de la región. Sus fincas ganaderas se extendían por los municipios de Pivijay, San Ángel, Chibolo, Ariguaní, Fundación, Algarrobo, en el Departamento del Magdalena y, El Copey en el Departamento del Cesar. Vivió en su finca “El Jagüey”, donde parrandeaba con los juglares del vallenato.

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