EL PERRO
DE PUNTA DE PIEDRA MAGDALENA.
EL PERRO DE PUNTA DE PIEDRA
MAGDALENA: Paramilitares llegaron
en horas de la tarde a la finca alejada del pueblo de Punta de Piedra, hoy
conocido como Zapayán y, en ella se encontraba Alejo Pertúz, acompañado de su
perro. Los insurgentes no temieron el ladrido constante del perro, ni dieron
explicación, solo dispararon a quemarropa varias municiones, dejando al
labriego sin vida en el suelo. Al ver a su amo tirado como hijo sin madre, el
amigo fiel del hombre, ladró más, era un ladrido de llanto. Llegó la noche y el perro no se separaba del
cuerpo sin vida de Alejo Pertúz, cuya descomposición en horas de la mañana del
día siguiente, atraía las aves de mortecina. Fue cuando el perro empezó a
pelear con los goleros o gallinazos, para que su amigo fallecido no se
convirtiera en comida de las aves rapiñas. El ladrido de aviso y lastimero llegó con su
eco a fincas más lejanas, causando la atención de un campesino que oyó toda la
noche esos gemidos poco frecuentes en la región. Fue ese campesino quien dio
aviso a los familiares del muerto, quienes se lo llevaron en “palanca” para el
pueblo de Punta de Piedra a darle cristiana sepultura y a realizar el velorio.
El perro descubre al autor del crimen: La casa de la familia Pertúz, fue invadida por
la muchedumbre consternada por semejante crimen sin ninguna explicación. Fue
cuando un personaje alto, de color blanco y amigo de los dueños de la casa,
llegó a dar el pésame. De modo que el perro que acompañó desde la finca hasta
el pueblo el cadáver de Alejo Pertúz, al ver la presencia del personaje en la
sala de velación, no dejó de ládrale de frente; a tal punto, que tuvo que
intervenir uno de los familiares del difunto, para que no lo mordiera. El personaje que hipócritamente fue a dar el
pésame, tuvo que irse del velorio porque el perro lo acosaba. La muchedumbre
muda comprendió el mensaje y todos se conectaron telepáticamente:
-
“Ese fue el hombre que
mató al labriego Alejo Pertúz”.
OTRO PERRO EN PUNTA DE PIEDRA MAGDALENA: Ocurrió que el pescador de la ciénaga de Zapayán tenía un perro inteligente, que le hacía mandados. En el collar del animal le incrustaba un papelito diciéndole al dueño de la tienda que le mandara una libra de azúcar o, al dueño de la cantina que le mandara una botella de ron. El perro salía corriendo sin distraerse en lugar alguno. Le ladraba al comerciante quien comprendía el mensaje, este le amarraba en el collar la encomienda solicitada y, el perro regresaba con el deber cumplido.
PLACITAS MAGDALENA: Placitas es un
corregimiento del municipio Pivijay Magdalena. Fue en esta población donde un
perro desde el mismo día que sepultaron a su amo, se encaramó en la bóveda del
cementerio. No hubo nadie, ni poder de Dios, que pudiera bajarlo de allí. Muchos le llevaron comida y trataron de
persuadirlo, pero el perro hacía caso omiso a tales ofrecimientos y; los
alimentos dejó de consumirlos desde que falleció el hombre que le dio buen trato.
Fue por esta razón que a los dos meses de haberse mudado para el cementerio,
murió el perro encaramado en la tumba donde sepultaron a su amo.
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