domingo, 18 de abril de 2021

ANTIGUO  ANFITEATRO
DEL CEMENTERIO DE SANTA MARTA.
Años setenta.
Morgue del cementerio samario.

MORGUE DEL CEMENTERIO SAN MIGUEL: A ese cuartico que carecía de las condiciones de una morgue, ubicado en toda la esquina de la parte trasera del Cementerio San Miguel, de la calle 22 con carrera 7 (Avenida Santa Rita), también llamado anfiteatro y “La Piedra”, contaba con un portón grande  y claraboyas en la calle 22, y sobre la carrera 7, una pequeña ventana. En el centro del cuarto una piedra o mesa de concreto, con baldosín blanco de los pequeños, en el cual  acomodaban los muertos para su debida necropsia. Precisamente por esa piedra los samarios apodaban a la morgue o anfiteatro del cementerio, “La Piedra”.
Año 2021.
Sitio donde quedaba el anfiteatro.

NARCISO, “COME MUERTO”: Narciso Castro, casado con Olga Cantillo, reconocido en toda la ciudad como “Come Muerto” y “Gallinacito”, con residencia por la parte de atrás del Liceo Celedón, en una antigua casa de tabla; era un hombre color trigueño, baja estatura, cara llena de verrugas, de andar lento y como un poco manco. Usaba camisas de cuadros,  sombrero y chancletas, porque nunca se puso zapatos; además manejaba una carroza a la que también le decían “Come Muerto”.
Las necropsias de Narciso Castro: Fue Narciso Castro, uno de los primero tanatólogos empíricos que tuvo Santa Marta, se desempeñaba como Secretario de Medicina Legal, pero suplía al Médico Legista, realizando la mayoría de autopsias  en el anfiteatro del Cementerio San Miguel, en compañía de un personaje llamado Chafara. Narciso Castro, quien tenía sus propios instrumentos, tiraba el muerto sobre la mesa de concreto o piedra y le abría el cráneo con una segueta o  serrucho especial, cuyo ruido (rucu, rucu, rucu, rucu) se escuchaba más allá del pequeño cuarto que hacía las veces de anfiteatro. Era un verdadero artista para diseccionar los cadáveres, que con tantos años sobre el oficio, hacia las necropsias sin guante, sin tapabocas y sin nada, hasta el punto de comer y beber  encima de los muertos podridos y descuartizados.
El final de la vida de Narciso Castro: A mediados de la década de 1980, pasaron la morgue para el parqueadero del Hospital San Juan de Dios y Narciso Castro continuó allí por otros años, donde le entregó el anfiteatro a su hijo que le siguió los pasos a su padre. “Come Muerto”, con el tiempo sufrió de una enfermedad que al final de su existencia todo su cuerpo se le llenó de verrugas o chibolos.
Vehículos chismoseando.
Antiguo anfiteatro.

ANECDOTAS SOBRE EL ANFITEATRO DEL CEMENTERIO SAN MIGUEL: La gente que pasaba por la morgue fuese a pie o en vehículos, era como un deber o mirada obligada, echar un vistazo para ver si había cadáveres en “La Piedra”. Por la ventana que daba a la carrera 7, el que pasaba por ahí tenía la costumbre de mirar hacia dentro. En la entrada del portón se aglomeraba el público, metían el ojo y se asomaban por la claraboya y muchos por la noche no podían dormir. En esos tiempos era común escuchar decir:
- “Hay uno en la morgue.
Otros decían:
- “Vamos haber si hay carne en el expendio.
Dicho popular: En esa época se inmortalizó un dicho popular en Santa Marta:
- “Así le vas a decir a Narciso, cuando estés en La Piedra".
El vendedor de empanadas: Era un samario vendedor de empanadas que su habitual puesto de venta estaba ubicado en la calle 21 con la Avenida Campo Serrano, pero cuando escuchaba que había un muerto en la morgue se tiraba la ponchera encima para aprovechar la aglomeración de gente con sus  “Empanadas Conchi”. Tan atrevido el personaje que entraba con su olla al cuarto del anfiteatro pregonando:
- “Llegó Conchi, las que te gustan a ti, con picante y ají.
Alumbrando al muerto: En las noches en vista que el sitio carecía de energía eléctrica, alguien compraba una vela y la colocaba al lado de la cabeza del difunto en el mesón. La gente cogía la vela y le alumbraba la cara al muerto con el fin de saber si era conocido.
El loco que dormía en el anfiteatro: En el año 1978, un loco se apoderó del anfiteatro para dormir en “La Piedra”. Cuando encontraba su “cama” ocupada, bajaba al muerto de “La Piedra” para acostarse él. Ese loco tenía la particularidad de prenderles velas al muerto y por esta circunstancia en cierta ocasión hubo un incendio en el anfiteatro.
Borrachos en el anfiteatro: Chanzas entre amigos consistía que si alguno se emborrachaba, lo cargaban y lo dejaban tirado en la mesa de la morgue.
El Policía: Había  un Policía de apellido Parra, patrullando en todos los barrios y cuanto muerto encontraba realizaba el levantamiento del cadáver llevándolo al anfiteatro. El Policía de pura maldad a los primeros mirones que encontrara en el lugar de los acontecimientos, como castigo los obligaba a montar el muerto en la patrulla.
Calle Santa Rita.
Carrera 7.

TESTIMONIOS DE WALBERTO RÍOS: En la página del grupo de Facebook, llamado Así Era Santa Marta, hay un escrito del señor Walberto Ríos, publicado el 17 de abril del año 2021, que dice textualmente:
- “Observamos a un señor trigueño, aindiado, de baja estatura, con sombrero, un radio y un machete al cinto con su respetiva funda, una mochila de esas que siempre han usado nuestros ancestros zoneros, de fique, que si metes un kilométrico se te sale. El personaje de andar lento, un poco manco tal vez, entre nosotros rumorábamos con cierto temor de niños “Ahí va”, hacíamos referencia al señor Narciso, quien bajaba la carrera 7 desde el célebre “Hugo J.”, hasta la calle 22. Nunca supimos de donde venía en realidad, solo lo veíamos venir. Pues bien Narciso era el encargado en ese entonces de realizar las autopsias a los cadáveres que se encontraban en el anfiteatro el cual estaba ubicado en la calle 22 con carrera 7, en una esquina de la parte trasera del cementerio “San Miguel”. Claro que de anfiteatro no tenía nada, más bien era el tremendo nombre, para la cosa tan pequeña que era, pues sus instalaciones solo eran una habitación de cuatro paredes, con una mesa de concreto en el centro, con baldosín blanco pequeño, y en el cual era puesto el cuerpo desconocido o NN, o el alma en pena buscando quien lo reconociera para tener un entierro digno, para llegar al cielo. Pues de no ser reconocido, entraba en acción Narciso, y lo enterraba unos 6 metros del anfiteatro en una fosa común, es de aclarar que en ocasiones habían muchos cadáveres, llegando tal vez a 4 o 5 y los cuales como solo había una mesa, eran esparcidos en el suelo, regada la “bola” que había muertos en el anfiteatro, la gente acudía a ver si conocían al occiso. En las noches en vista que el sitio carecía de energía eléctrica, alguna alma caritativa compraba una vela y la colocaba al lado de la cabeza del difunto en el mesón, y la gente la cogía le alumbraba la cara al muerto con el fin de saber si lo conocía. La escena era un poco tenebrosa pero ya la gente estaba acostumbrada a hacerlo. Se decía que Narciso, a veces lo cogía la hora del almuerzo y delante del muerto y con las manos sucias de sangre se comía el almuerzo o tomaba agua.
Un muerto.
En "La Piedra" de la morgue.

TESTIMONIOS DE ALFONSO NOGUERA AARÓN: En la misma página del grupo Facebook, Así Era Santa Marta, testifica el reconocido médico samario Alfonso Noguera lo siguiente:
- “Gracias a Narciso, me hice médico-cirujano en la universidad de Cartagena. Lo primero, siendo un pelao de 13 a 14 años, para ver las autopsias me asomaba por las claraboyas del anfiteatro. Ya después, él me dejaba entrar y me explicaba las estructuras anatómicas, uno de médico se acostumbra a todo. Vi muchas necropsias, unas practicadas por el Médico Legista y otras por Narciso Castro, quien manejaba la carroza que le decían “Cara de Muerto” o “Come Muerto”. Narciso fue Secretario de Medicina Legal, casi el 70% de las autopsias en el anfiteatro las hizo él. Hombre de camisa de cuadros y chancletas, nunca se puso unos zapatos. Comía y bebía encima de los muertos podridos y descuartizados.
- “Cuando veíamos el foco prendido desde afuera, era fijo que había un muerto ahí en la losa. Cuando desde la 22 veía uno la reja abierta era seguro que había un "quebrao". Vi muchas necropsias ahí en el anfiteatro con “Gallinacito”. Después, ya como médico, lo atendí por varios años en Cajanal, y allí hablamos largo sobre su nada grata experiencia en las lides de la muerte.
Aglomeración de gente.
Observando un muerto en la morgue.

TESTIMONIOS DE FÉLIX ATENCIO NÚÑEZ: Manifiesta Félix Atencio Núñez, vecino del anfiteatro:
- “Un día apareció un cuerpo en “La Piedra” y no se sabía quién lo llevó. Cuando la Policía fue a ver el cuerpo, al moverlo  lanzó un quejido que el susto fue tan grande que hasta el oficial de Policía me tumbó.”
- “Había una mujer vestida de blanco, que caminaba dela esquina de la carrera 7 hasta la carrera 8 y viceversa. Después no la veían más porque siempre desaparecía  en la esquina del anfiteatro.
Esquina del Cementerio San Miguel.
Aquí quedaba el Anfiteatro.

OTROS TESTIMONIOS: Luis Escorcia Amador, el popular “Tigre”, del barrio María Eugenia manifiesta:
- “Por los años 69 o 70, salí por ese sector en busca de mi hermano pero no lo encontré. Regresé a mi  casa y cuando me preguntaban que por donde había estado les respondía que cerca dónde hay un expendio de carne, ya que  no sabía que ese era el anfiteatro. En otra ocasión me asomé por unos calados que había en una de las paredes y vi cuando Narciso le echaba segueta en el cráneo a un cadáver de un personaje del barrio Corea que habían asesinado. Vi cuando al igual que uno hace con un calabaza, que la abre en dos. Así hizo Narciso con el cráneo del muerto.
Comenta José De La Cruz Cantillo: Narciso hizo historia en el cementerio San Miguel. Él y un médico forense hacían las autopsias y almorzaban al lado del cadáver. La periodista Sixta Tulia Camacho de Radio Galeón, era la que anunciaba por la emisora cuando había un cadáver en “La Piedra” y de inmediato se  llenaba el anfiteatro. En cierta ocasión la mencionada periodista anunció un muerto y un amigo mío apenas escuchaba, respondía: Hay carne fresca. Enseguida se montaba en un bus que lo dejaba en toda la puerta del anfiteatro.
Comenta Evelyn Altamiranda, en abril del año 2021: La esposa de Narciso Castro todavía vive, se llama Olga Cantillo y sus hijos también. Son personas muy allegadas a mi familia, uno de sus hijos lo sucedió pero hace poco dejó esa labor.

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