ANTAÑO
HECHICERO Y MÚSICO
UNA MISMA PERSONA.
CEREMONIAS
RITUALES: Areitos, eran cantos y bailes indígenas que tenían lugar en
las velaciones aborígenes, donde se narraban los sucesos del pasado de las
comunidades. Los cantos fúnebres servían para acompañar el entierro o velorio
de un pariente. El alumbrado indígena o luces encendidas, servía de esplendor
en estas ceremonias rituales, que al decir de los cronistas españoles, era una
música fea y parecía traída del infierno. De modo que desde comienzos del
tráfico de negros, fueron perseguidas por los sacerdotes españoles, las
ceremonias rituales de los esclavos y, a finales del siglo XVIII se vieron
sometidos a los rigores de la reglamentación oficial y eclesiástica, eventos
musicales y bailables de los sectores populares.
GREGORIO “GOYO” HERNÁNDEZ: El acordeonero “Goyo” Hernández Buelvas, nació
en la región de Plato Magdalena, en el año 1871, en el hogar conformado entre
los plateños Nicolasa Buelvas y Melchor Eloy Hernández Batista, siendo su padre
de los primeros en tocar acordeón en el Departamento del Magdalena. Gregorio
“Goyo” Hernández Buelvas, hombre misterioso o brujo, que vestía de negro o
blanco y dormía en su extensa finca ganadera “El Topacio”, en un cuero de vaca
negra, rodeado de perros y con su acordeón al lado. De él se dice que tenía pactos con el diablo,
manifestaciones de relaciones entre satanás y el folclor, confirmando que
antaño el hechicero y el músico eran una misma persona, que el arte musical era
un estado de magia.
EL EMBRUJO DE EUSEBIO PASOS: Del acordeonero Eusebio Pasos Castro,
nacido en Plato Magdalena en el año 1838, en el matrimonio de Nicolás Pasos,
con Estebana Castro, se decía que tuvo un pacto con el diablo, debido a que en
las fiestas patronales del 20 de enero se metía al Río Magdalena a nadar con el
agua hasta la cintura para tocar el acordeón. Se aseguraba que en noches de
luna llena la gente lo escuchaba en las partes más espesas del bosque y que era
imposible ir a su encuentro. Estaba Eusebio Pasos Castro, casado con María del
Carmen Batista Reyes, con quien vivió tocando acordeón en la finca “La
Cristina”, ubicada en lo que se conoce hoy como la trocha de Disciplina, municipio de Plato Magdalena..
EL DIABLO RETA A PACHO RADA: El maestro Pacho Rada Batista, en el año 1916,
es bautizado por su tío Manuel Rada, con el remoquete de “Francisco El Hombre”.
La razón, porque de niño cogió una escopeta calibre 16 con diez cartuchos y
penetró a la montaña en busca del tigre que se comía los cerdos criados por su
padre. De igual manera porque desde niño tocaba magistralmente el acordeón.
Pero esta historia de “Francisco El Hombre”, se acentúa más cuando Pacho Rada,
luego de varios días de amenizar una parranda en la finca “Vijagual”,
jurisdicción de Ariguaní Magdalena, decide regresar a su casa. Ocurre que en
medio de la montaña escucha un acordeón en altas horas de la noche y Pacho Rada
le responde con un son. Nuevamente el acordeón oculto le repica, pero el
maestro Rada, no ve por ningún lado persona alguna, solo escucha el toque de un
acordeón. Desde luego se asusta, y decide mejor irse en su bestia para su casa
donde vivía con María Ospino. Desde esa época lo llaman “Francisco El Hombre” y
también “El Tigre de la Montaña”.
PODERES SOBRENATURALES DE MANUEL MEDINA: Manuel Medina Moscote, veterano acordeonero de
finales de siglo XIX y comienzos de siglo XX, nacido en el caserío Punta de
Piedra, hoy municipio de Zapayán Magdalena, se caracterizaba en sus cantos por
poseer la voz más potente de la región, que cuando la elevaba desvestía los
árboles, potencia atribuida a sus músculos de acero; de él se decía que poseía poderes sobrenaturales provenientes de pactos con el diablo, lo cual se reflejaba en su “Niño en Cruz”. Es Manuel Medina Moscote el autor verdadero de la canción "Santa Marta Tiene Tren".
EMBRUJO DEL CONJUNTO MUSICAL DE NILDO PEÑA: Nildo Peña nació a finales de siglo XIX, en la vereda La China,
jurisdicción de Chibolo Magdalena, tocaba con gran maestría el acordeón y tenía
un conjunto muy armonioso, lleno de magia:
- Su cajero llamado Francisco Martínez, cuando se emocionaba tocando la caja, hacía quebrar las botellas que estaban en los armarios, apagaba los mechones (luz de la época) y aporreaba tan duro el instrumento que levantaba una polvoreada.
- El guacharaquero con arte de magia tocaba la guacharaca con la uña del dedo pulgar.
Nildo Peña, tuvo una piqueria con el acordeonero de El Paso Cesar, Pedro Nolasco, que empezó desde las dos de la tarde hasta las doce de la noche; piqueria que fue interrumpida por una “mala hora”, que se presentó en ese instante, en donde los presentes se esfumaron del miedo, temerosos del diablo.
- Su cajero llamado Francisco Martínez, cuando se emocionaba tocando la caja, hacía quebrar las botellas que estaban en los armarios, apagaba los mechones (luz de la época) y aporreaba tan duro el instrumento que levantaba una polvoreada.
- El guacharaquero con arte de magia tocaba la guacharaca con la uña del dedo pulgar.
Nildo Peña, tuvo una piqueria con el acordeonero de El Paso Cesar, Pedro Nolasco, que empezó desde las dos de la tarde hasta las doce de la noche; piqueria que fue interrumpida por una “mala hora”, que se presentó en ese instante, en donde los presentes se esfumaron del miedo, temerosos del diablo.
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